Barcelona-Betis: Un pastelito en Montjuïc (5-0)
Real Betis
El Betis sale goleado de su visita al Barcelona lastrado por la escasa consistencia de su estructura por el ideario de Pellegrini
Los verdiblancos, presa fácil sin Pezzella ni Guido, aunque tuvieron su momento en el partido
Las fotos del Barcelona-Betis
Un ogro como el Barcelona quiere las presas blanditas y así, un pastelito, acabó siendo el Betis en su visita a Montjuïc, donde las decisiones de Pellegrini, mitad siendo fiel a su código de sentar a los que vienen de selección y mitad para dar un mensaje al club, sacó un once sin consistencia, la que le habrían dado por ejemplo los argentinos Pezzella y Guido Rodríguez. El equipo verdiblanco acabó revolcado en el fango y echando en falta a gente con colmillo ante un superequipo capaz de oler la sangre a leguas y que se encontró con jugadores tan imberbes como impotentes.
El entrenador chileno, en el día de su septuagésimo cumpleaños, pareció darle un manotazo a las velas de la tarta con su decisión de apostar por dos centrales debutantes como Bartra y Chadi Riad. Éste además, no ya sin horas de vuelo en Primera, sino sin apenas minutos. Demasiado para presentarse ante todo un Barcelona que, si bien es otro equipo en construcción, tiene un látigo en cada milímetro del campo.
Apareció un Betis que de inicio quiso ser agresivo en la presión, con un Isco de osado explorador sin balón junto a Willian José, pero el problema no era atosigar al Barça en la salida, sino lograr que el conjunto de Xavi tenga que construir en su campo. En el momento que está en el del adversario, éste está muerto.
Y eso que el Betis asustó. No puede decirse que no sacara las uñas, pero iba a caer presa de su escasa chicha. Pellegrini sacó en Montjuïc un Betis blandito, con un eje frágil que formaban Isco, Altimira y Riad, y el Barcelona no iba a dejar pasar la ocasión para aprovecharlo.
Joao Félix, indetectable
Para colmo, Joao Félix hizo lo que quiso con la pareja Luiz Henrique-Bellerín. El brasileño se situaba en defensa como un lateral de una defensa de cinco previendo lo que podía llegar con Balde y el portugués, pero el ex atlético, con las ganas de un juvenil y lo más seguro que picado con el jugador de moda, Yamal, tuvo la virtud de hacerse indetectable, apareciendo por miles de sitios y en todos sin nadie que lo siguiera. Abrió el marcador en un doble remate ante Rui Silva cuando un pase envenenado de Riad llevó a Ayoze a perder un balón. De cajón: querer que un compañero reciba de espaldas un pase de 20 metros ante el Barcelona es no saber a qué se juega en la élite. El pase de Oriol Romeu –una delicia de jugador que ha llegado tarde al Barcelona– lo convertía en gol el falso extremo zurdo del Barça.
Sin merecerlo, pero sin tener entidad alguna para poder evitarlo, el Betis iba ya perdiendo a los 25 minutos. Y el Barça metía por segunda vez las manos en la tarta en siete minutos, los que tardaba Lewandowski en ver el pase al hueco de Christensen y el genial amago de dejarla pasar de Joao Félix para destacar en lo que lo borda desde que era chico, finalizar en un mano a mano ante el portero. Si en el primer gol el origen estaba en el mal pase de Riad (o, siendo minuciosos, una falta rigurosa pitada en la acción anterio r), en el 2-0 cualquier cuerpo técnico podía preguntarse qué hacía un central asomándose al balcón del área contraria para filtrar un pase al hueco al nueve.
El momento del Betis
Pero había sido la elección de Pellegrini, un Betis blandito por ser fiel a sus códigos de vestuario, que esta vez se mostraron como un costurón en el traje. Y eso que el Betis había llegado a inquietar. Con 0-0 Luiz Henrique había enchufado un derechazo tras una pelea de Isco que salió demasiado cruzado y Ayoze también había probado fortuna. Pero sobre todo, antes del descanso el Betis pudo meterse en el partido, con 2-0 en contra sí, pero con tiempo por delante para creérselo. Willian José en dos ocasiones pudo batir a Ter Stegen, haciendo el alemán un paradón espectacular en una accion que de haber entrado le habría dado vida al Betis.
Pero todo estaba escrito. El segundo tiempo iba a ser un paseo militar para el equipo de Xavi ante un Betis que ya no tuvo jamás la capacidad para pisar campo contrario con más de dos jugadores acompañando al poseedor del balón. Para complicar las cosas, tenía que debutar en la portería Fran Vieites tras lesionarse Rui Silva en el abductor y el chaval no olvidará la noche que le tocaba ponerse los guantes en Montjuïc ante un Barça ya desmelenado. El tercero cayó en una falta directa lanzada astutamente por Ferran Torres aprovechando que quizá faltaba un hombre en la barrera por fuera. Un golazo de cualquier forma.
De recogida
Y ya ahí el partido estaba roto. El momento para que los utilleros del Betis empezaran a recoger. Xavi hacía tres cambios de una tacada, Pellegrini tardaba poco también en refrescar a su once pensando en la Europa League. Señal de que todo el pescado estaba vendido.
Pero el Barça seguía a lo suyo. En ese vestuario la voracidad es máxima. Rapinha salía como un animal al verse amenazado por Yamal y Joao Félix. Tardaba dos minutos en hacer su golito, un zurdazo en la corona del área ante la pasividad de la estructura defensiva verdiblanca. Y el quinto era de función de teatro, obra de un Joao Cancelo colosal en su estreno con un recorte de highligths a Miranda y disparo seco con bote envenenado para Vieites.
El Betis salía con la espalda flagelada de Montjuïc, donde acudió con la ilusión de enseñar los dientes y salía como un pastelito.
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