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El Betis no gana esta vez, pero es pura diversión (1-1)

La crónica del Betis - Bayer Leverkusen

Los casi 40.000 aficionados que se dieron cita en el Benito Villamarín disfrutaron con el trepidante fútbol de ida y vuelta propuesto por los de Pellegrini y por el Bayer Leverkusen

Sólo el rebote en William Carvalho en el 1-1 aguó la fiesta, aunque al final Bravo salvó el punto con un paradón increíble

Fekir dispara en el balón que le interceptó milagrosamente Tapsoba en la primera mitad. / Juan Carlos Muñoz

Ver un partido de fútbol del Betis de Manuel Pellegrini es echar un buen rato, la diversión está prácticamente asegurada y esta cita contra el Bayer Leverkusen, perteneciente a la primera fase de la Liga Europa, se acercó a una oda al juego de ataque, a la velocidad, a desempeñarse en la quinta marcha en todo momento e incluso en la sexta si la máquina tiene esa opción. Desde el segundo 20, en el que ya Claudio Bravo evitaba un gol de Alario con una fenomenal estirada, hasta el 95, cuando el cancerbero chileno le sacaba con el pie un balón imposible a Demirbay. Fueron dos opciones de los alemanes para abrir y cerrar, un simple dato objetivo, pero todo fue trepidante, ir de un área a otra y hacerlo en transiciones de vértigo para gozo de todos los aficionados a este deporte, sobre todo para los neutrales.

Porque es evidente que a los béticos, a quienes sienten la fe balompédica radicada en el barrio de Heliópolis, lo que les hubiera gustado es que ese rebote en la pierna de William Carvalho no se hubiera producido y los suyos, de esa manera, hubieran conservado ese gol de ventaja que atesoraban gracias a la transformación de un penalti por parte de Borja Iglesias. No hubiera sido injusto que así fuera, como tampoco lo es que todo concluyera con uno a uno o que incluso el Bayer Leverkusen no se hubiera topado con Claudio Bravo en esa última llegada, también vertiginosa, de Demirbay.

Cualquiera de los signos de la quiniela habría sido digno de ser consignados en el acta, porque los dos equipos no se guardaron nada jamás y trataron de atacar mucho más que de defender y lo hicieron con un estilo basado en correr más que el rival, en apretar a fondo el acelerador para llegar antes hasta la portería rival. Eso fue lo que agradecieron los cerca de 40.000 espectadores que se dieron cita en el Benito Villamarín a pesar de la hora que era en pleno jueves laborable. Vibraron fuerte, y con toda la razón, y sólo se lamentaron de no haber conservado ese tanto de Borja Iglesias para tener más cerca el objetivo de ser primeros del Grupo G.

Pero las cosas son como son y no siempre se dan como uno quisiera que fueran, aunque los béticos se marcharon orgullosos, sin duda, del trabajo desarrollado por los suyos. Porque este Betis en el que Pellegrini cambia a ocho piezas de un partido a otro por mucho que el rival que esté enfrente sea todo un Bayer Leverkusen no baja el pie del pedal jamás. En esta ocasión sólo repetían entre los once elegidos Édgar, cada vez más titular, William Carvalho y Fekir.

Édgar salta muy arriba con Tah en un balón aéreo. / Juan Carlos Muñoz

El resto era completamente nuevo. Desde esa alternancia en la portería cada dos partidos más o menos en la que el turno era para un Claudio Bravo realmente sublime en muchas de sus acciones, sobre todo en la última ante Demirbay, hasta Aitor Ruibal, que ejercía como extremo izquierdo dentro de un equipo en el que se alternaba el sistema entre el 1-4-2-3-1 y el 1-4-4-2 dependiendo de que Fekir fuera el acompañante más cercano de Borja Iglesias o que bajara a recibir el balón algunos metros más atrás. En esos dos dibujos participaban Montoya, Pezzella, Miranda, Guido Rodríguez, Joaquín, también el gran capitán de este Betis, Aitor Ruibal y Borja Iglesias en la punta de lanza. Es decir, sumados a Claudio Bravo, ocho futbolistas nuevos respecto al lunes en Vitoria contra el Alavés, ni más ni menos que ocho futbolistas de refresco.

Ni que decir tiene que la optimización de los recursos por parte de Pellegrini no puede ser más valiente, aunque cuando los resultados son positivos es evidente que no hay ningún motivo para cambiar el método, ni siquiera por el hecho de que quien está enfrente sea el tercer clasificado de la Bundesliga, con la amenaza que eso supone.

Y con esos miembros, el arranque se convirtió en amenazante. A los 20 segundos ya le había enseñado el rapidísimo Diaby la matrícula a Montoya para que Alario rozar el cero a uno en su remate. A los seis minutos, repetía Diaby dejando atrás, en esta ocasión, a Guido Rodríguez para driblar incluso a Claudio Bravo, pero tampoco acertó en su remate Alario. Dos acciones para empezar que se unían a otra en la que enviaba el balón al larguero Alario en el minuto 11.

Cualquier equipo se hubiera descompuesto, pero el Betis está acostumbrado ya a estas cosas y jamás altera el paso. Los verdiblancos siguieron con su método, buscaron cada vez más a Fekir y el Bayer Leverkusen se vio obligado a ceder un metro detrás de otro. Hasta que Aitor Ruibal lanzaba el primer aviso de trascendencia en el minuto 24. Falló un gol claro por precipitarse en el remate.

El Betis ya le había dado la vuelta a la tortilla y rozó dos veces más el uno a cero, cuando Tapsoba le salvaba un disparo a Fekir de manera providencial para los suyos (41’) y en otra opción diáfana de Borja Iglesias en un barullo en un saque de esquina (42’).

Tablas en el marcador en el intermedio y Pellegrini no se conforma para nada e intenta meter aún más velocidad y desborde. El mexicano Lainez ocupa la plaza de Joaquín y Álex Moreno, en un excepcional momento de forma, sale por el amonestado Miranda. Ya no hubo tantas llegadas claras por parte de ninguno de los equipos, pero la intensidad no disminuyó jamás y tanto el Betis como el cuadro alemán lo intentaban siempre.

Hasta que una falta lateral se estrellaba en la mano de Frimpong para que el VAR decretara que aquello era penalti, que mala suerte para el defensor, pero que el balón debía irse a los once metros. Borja Iglesias lo transformaba perfecto y el Benito Villamarín llegó a rugir después de tanto tiempo. El espectáculo era precioso, pero el Bayer Leverkusen tampoco retrocedió y los buscó para encontrarlo gracias a un malhadado rebote en William Carvalho en un disparo de Andrich.

Se había esfumado la posibilidad de ponerse por delante en esta especie de eliminatoria para ser primeros de grupo, pero hay que mirar hacia el frente y pensar que incluso pudo ser peor de no hacer ese extraordinario paradón Claudio Bravo. Todo se decidirá, pues, en el Bay Arena de no producirse resultados inesperados después, pero una cosa está clara, el bético puede sentirse muy orgulloso de este Betis que dirige Manuel Pellegrini, porque es uno de los equipos más divertidos para todos los que se sientan delante de un televisor por el simple hecho de gozar con el fútbol. Y encima gana infinitamente más que pierde, que es la segunda parte, y la fundamental, de la ecuación.

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