El ambicioso Betis se encasquilla de forastero (0-0)
Cádiz-Betis | La crónica
Los verdiblancos decepcionan en su visita al Cádiz, que le jugó de igual a igual y estuvo a punto de ganar al final
Cuarta salida sin ganar y tercera sin marcar de los heliopolitanos
Mateu Lahoz echa a Canales por sus dos protestas en el último minuto
En esta Liga, suena mucho más afinado el Betis casero que el forastero, el mismo que en Cádiz se encasquilló definitivamente con un empate a cero que sabe mal atendiendo a las nobles aspiraciones que los verdiblancos se han ganado. No sólo fueron incapaces los verdiblancos de tumbar a un equipo abocado a luchar por la permanencia, incluso estuvieron a punto de hincar las rodillas en la hierba del Nuevo Mirandilla ante un rival que acabó el partido mucho más entero y espoleado por su enardecida afición.
La fiebre amarilla estuvo a punto de costarle muy cara al Betis. Pezzella estuvo providencial al corte cuando Mbaye iba a fusilar desde muy cerca a Claudio Bravo en el minuto 85, y ya en el 93, Lucas Pérez se encontró con un balón clarísimo en la media luna para decidir, pero tuvo que golpear con la derecha él, zurdo cerradísimo, y la mandó por encima del larguero para alivio de Pellegrini, que vivió los últimos minutos con indisimulado gesto de contrariedad desde su área técnica.
Esta vez, el hecho de contar con cinco cambios ante un enemigo con la plantilla mucho más corta y limitada no fue la ventaja que casi siempre aprovecha el gran entrenador chileno. Y eso que hizo movimientos de piezas que la mayoría de aficionados béticos aplaudirían, seguramente, desde el sofá: a la hora de pleito, Sergio Canales, cuyo descanso era ya obligado, al campo por un gris William Carvalho; en el minuto 68, Juan Cruz por un cansado Joaquín y Borja Iglesias por un intrascendente Willian José; y en el 80, Sabaly por Luiz Henrique, de nuevo un tanto confuso, y Guardado por Rodri para que Canales se adelantara unos metros en busca de un chispazo genial que arreglara la noche. Pero ninguno de los golpes estratégicos surtieron efecto esta vez.
El frenesí del calendario incitó a Pellegrini a cambiar hasta siete jugadores en el equipo inicial con respecto al del pasado domingo ante el Almería. El Atlético de Madrid, nada menos, será el siguiente visitante que huelle el prado del Villamarín, y dolido además por su último empate ante el Rayo, y la prudencia aconsejaba dar un giro de tuerca más en el reparto de los esfuerzos.
Cambió el preparador chileno a toda la defensa, incluido el portero: Claudio Bravo, Aitor Ruibal, Pezzella (volvía de cumplir su sanción), Édgar y Miranda. Y dio descanso a Canales por Joaquín y, esto más habitual, a Borja Iglesias por Willian José.
Y aunque el Betis tuvo una puesta en escena más decidida e intensa que en sus dos últimos viajes ligueros a Vigo y Valladolid, sus aviesas intenciones apenas le duraron diez, quince minutos. En esa fase inicial, Guido vovlió a encañonar con su pierna derecha a los seis minutos, Ledesma repelió el balón y Carvalho molestó a Willian José, que chutó alto. Al filo del cuarto de hora, un centro con el exterior de su pie derecho de Joaquín lo cabeceó fuera Wilian José. Y ahí acabó el peligro de los verdiblancos (esta vez literalmente verdiblancos, pues combinaron su primera camiseta con el calzón verde y las medias blancas) en la primera mitad.
¿Y qué ocurrió para que el Cádiz se sacudiera el acoso? Pues que los de amarillo empezaron a ponerle más empeño en los pequeños detalles, las disputas, los balones divididos. Empezó a caer una fina lluvia en el Nuevo Mirandilla, el balón cobró vivacidad y la impetuosidad de los Ocampos, Arzamendia o Bongonda, con Guido y William Carvalho incómodos en la zona ancha, volcó el juego hacia Claudio Bravo.
Empezó el Betis a echar de menos al hombre que se hace con la pelota y que marca los tiempos: Sergio Canales. Sobre todo, porque la otra alternativa para amasar el cuero y dar fluidez al juego, Nabil Fekir, veía el partido a distancia.
Mientras, el Cádiz se estiró mucho y bien por el costado de Brian Ocampo. El uruguayo le dio la tarde a Aitor Ruibal con sus zigzagueos. Por el ala contraria también llegó un par de veces Bongonda, pero le dio el efecto hacia fuera a dos tiros que pedían el efecto hacia dentro. Claudio Bravo sacó un pie providencial ante Álex Fernández en un balón que rebotó en Pezzella (25’), Arzamendia chutó al lateral de la red cuando tenía al Choco para empujarla (31’) y, ya en el 58, Bravo salvó de nuevo ante Álex Fernández en otra gran acción de Ocampo.
Tras el descanso, los verdiblancos trataron de solucionarlo con más ritmo de balón y en los primeros compases embotellaron al Cádiz. Guido Rodríguez volvió a chutar con enorme calidad y su tiro con efecto envió la pelota muy cerca de la escuadra (49’). Y cinco minutos después, Luiz Henrique, en una de sus contadas acciones positivas, colgó un centro con el efecto hacia dentro desde la derecha que remató con la testa Joaquín. El portuense, entre sus numerosas virtudes, también atesora un gran cabeceo, pero le salió esta vez algo centrado y Conan, seguro ante los béticos, respondió.
Ahí acabaron las opciones de que el Betis se llevara los tres puntos de Cádiz con su arreón final, como ocurrió en sus dos últimas visitas con Pellegrini de testigo. Tres salidas lleva sin marcar, y aunque volvió a acabar con diez, como en Vigo y Valladolid, esta vez fue en el minuto 97. Mateu Lahoz amonestó a Canales por protestarle, el cántabro le insistió, y el baqueteado colegiado valenciano, muy internacional él, mostró unas maneras muy propias de los partidos de los torneos europeos, en los que las protestas suelen ser más sancionadas que las brusquedades. El 10 del Betis no podrá iluminar a los suyos como acostumbra en una cita de enorme calado, ante el Atlético el próximo domingo. Y Fekir aún trabaja para estar disponible cuanto antes. Toda una prueba para el Betis realmente bueno de esta temporada, el Betis del Benito Villamarín.
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