Pellegrini le echa hormigón HA-50 (2-0)

El entrenador apuesta por el mejor material, el dúo formado por Guido Rodríguez y William Carvalho, para hacer un Betis tremendamente sólido

El partido estaba resuelto en el minuto 18 y la portería acabó a cero de nuevo

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Guido intenta arrebatarle el balón a Orellana.
Guido intenta arrebatarle el balón a Orellana. / Antonio Pizarro

Triunfo más que convincente del Real Betis. Los verdiblancos suman ya dos victorias en sendas comparecencias ligueras y lo que es más importante transmiten la sensación de que su arquitecto, Manuel Pellegrini ha apostado por un hormigón HA-50 para que el edificio sea completamente sólido, para que esté a salvo de cualquier contingencia. El eje integrado por Guido Rodríguez y William Carvalho ha servido para que ese castillo de naipes que se iba al suelo a la primera se convierta en un bloque tremendamente sólido al que cuesta trabajo derribar.

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El arquitecto, el ingeniero, el entrenador en definitiva, ha tardado muy poco en detectar dónde estaban las carencias de este Betis varios años maleado para tratar de buscar una excelencia que sólo está permitida para el Barcelona, pero para el Barcelona de Xavi, Iniesta, Daniel y de un tal Messi en su plenitud máxima, claro está.

Ese estilo de juego, sin embargo, ha trocado para bien, para muy bien incluso, hacia otra forma de entender este deporte. Se trata de un planteamiento mucho más práctico, infinitamente más ganador si se carece de los mejores futbolistas del mundo en una plantilla. Este Betis sí rentabiliza a esos peones llamados Fekir, Canales, Bartra, Joaquín, Emerson o incluso Álex Moreno. ¿Y cuál era la clave? Muy sencillo, meterles unos cimientos que pudieran soportar absolutamente todos los embates del adversario.

Claro que es muy pronto, que no se deben elevar los análisis a definitivo, aunque ya no sea la pretemporada. Han sido tantos años escuchando la máxima de José Antonio Sánchez Araújo que no queda otra que otorgarle toda la razón en ese sentido. Nada puede ser categórico, pero se trata de analizar un partido detrás de otro y el Betis de Pellegrini transmitió en esta tarde dominguera muy buenas vibraciones.

Para empezar, ganó, que de eso es lo que se trata siempre, y, además, lo hizo con cierta tranquilidad, pues tuvo un colchón de dos goles de ventaja desde que el cronómetro apenas había sobrepasado el cuarto de hora del litigio. Y después, por mucho que el Valladolid lo intentara de mil maneras, algunas incluso con calidad por parte de los pucelanos, siempre supo defender de manera adecuada la portería de un Claudio Bravo que es protegido por un triángulo que rara vez se descompone, como el que integran Mandi, Bartra y, sobre todo, por novedoso, Guido Rodríguez.

A ellos se suma a la hora de restar un William Carvalho espectacular en esta ocasión. El portugués necesitaba precisamente eso, que lo liberaran de las ataduras, que le pusieran a un acompañante al lado que ejerciera de Danilo, si se puede permitir el símil con la selección de su país, para de esta manera poder proyectarse hacia arriba y sacar mucho rédito de un físico impresionante.

Porque no sólo se trata del cuerpo, también es la capacidad para manejar las dos piernas en los golpeos y la clarividencia para acompañar a estos kilómetros con un buen juego de pies para no sólo restar, sino también sumar sin ningún problema. Si a todo eso se le suma el disparo de volea que dio lugar al segundo tanto de los verdiblancos, convengamos con prontitud que ésa puede ser una de las piezas clave para que este Betis dé un paso adelante en sus objetivos.

Además, William Carvalho no se quedó sólo en la belleza del gol, también supo desahogar a los suyos muchas veces para tratar de proyectar el fútbol hacia arriba. Es indudable que la pareja que forma con Guido Rodríguez tiene el equilibrio necesario para proteger la zona de atrás y también para que la pelota llegue en condiciones de ser jugada en las posiciones más avanzadas.

En el análisis más cronológico del choque, llama la atención en primer lugar que Manuel Pellegrini demostrara su satisfacción con lo visto en la primera comparecencia desde la alineación inicial. El chileno debe ser resultadista, como todos por mucho que se pregonen otras ideas, y optó por repetir el mismo once que ya venciera en Vitoria en el debut liguero. Y el Betis tuvo un arranque convincente tanto por su disposición como por su efectividad.

Ciento por ciento hasta que en el minuto 27 se produjera el primer disparo que no acaba en las redes del rival, concretamente un tiro lejano de William Carvalho. Es verdad que el aire comenzó a soplar de popa muy pronto con una mano tan involuntaria de Óscar Plano como digna de ser penalizada según los tiempos que corren en este fútbol de la contemporaneidad. Penalti tras revisarlo en el VAR tanto por el asistente como por el propio Jaime Latre.

Uno a cero en el minuto 10 y mejor no se podían poner las cosas después de la inyección de moral que supuso el gol de Tello en la visita al Alavés. Pero no se quedó ahí la cosa, tardó poco William Carvalho para enganchar ese empalme de manera violenta para ponerle la pelota imposible a Roberto.

El Betis había cumplido con la parte más importante del trabajo por mucho que restara aún un mundo hasta el final. Pero es que ésa es la principal virtud que está enseñando la escuadra de Pelligrini, que rara vez se descompone y permite las llegadas del adversario hasta Claudio Bravo. Y no es que dieran los verdiblancos un paso atrás; en absoluto, siguieron presionando arriba y debieron anotar algún tanto más de haber jugado con más sentido colectivo algunas de sus piezas, particularmente Fekir, o de tener acierto Borja Iglesias. Tampoco hizo falta, el Betis salió ganador con comodidad y ya evidencia que el hormigón con el que está construido el edificio es el mejor, el llamado hormigón HA-50.

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