Borja y William quieren jugar en La Cartuja (1-2)
Rayo Vallecano - Betis
El Betis remonta en Vallecas con dos golazos el tanto inicial de Álvaro García para acercarse un poco más al sueño de la Copa
El Betis quiere estar en La Cartuja. El vestuario olía desde hace tiempo que esta temporada se podía soñar a lo grande y en Vallecas demostró que será difícil bajarlo de ese tren de la Copa. Con la fe de Pellegrini y la de los béticos. Con Borja Iglesias, inconmensurable más allá de su golazo, y William Carvalho, con un segundo tanto para revisar una y otra vez en el vídeo, que remontaron el tanto inicial de Álvaro García para que el Betis se acerque un poco más a la final del 23 de abril.
Fue un duelo de poder a poder. No vende barata su piel este Rayo Vallecano de Andoni Iraola. Desde el primer minuto ya se vio cómo se desarrollaría el duelo, con continuas idas y vueltas con dos equipos verticales y de vocación ofensiva. Pero el Betis tiene hambre. Nada ni nadie lo saca de ese objetivo con el que se ha ilusionado en esta Copa. Ni siquiera encajar un gol a los cinco minutos, algo que en otros tiempos hubiera supuesto un mazazo casi definitivo.
Pellegrini ha conseguido que el Betis tenga fe. La misma que siempre ha tenido Borja Iglesias. El delantero se marcó un partidazo en Vallecas para reivindicarse. Le había costado al cuadro bético meterse en el partido. No salió el Betis enchufado al partido y ya en el primer minuto entre Bartra y Rui Silva mostraron que ese nerviosismo iba a aparecer en cada acercamiento rayista. No tardarían mucho los de Iraola en aprovechar esas indecisiones defensivas del Betis. Una cabalgada de Balliu por la derecha acabó en un centro, en el que ni Rui Silva, que dio un paso atrás, ni Sabaly, vieron llegar a Álvaro García, que apenas tuvo que poner la cabeza para llevar el delirio a Vallecas.
Le costaba al Betis imponer su fútbol. Tampoco en los duelos salía vencedor el equipo bético, en el que únicamente el Panda parecía por encima de sus rivales. Ese carácter del gallego se convirtió en decisivo en el 26’, justo un minuto después de que Juanmi avisara de que el Betis ya estaba en el partido. Un doble recorte de Borja ante Óscar Valentín y Álvaro García acabó en un derechazo que se coló en la portería de Dimitrievski.
Lo celebró con rabia el gallego, como queriendo decirle a sus compañeros que había que ponerse el traje de faena. Con la igualada, el Betis calmó sus nervios. Y aunque el Rayo inquietó a los verdiblancos, sobre todo por su costado izquierdo, sería el Betis el que dispusiera de las mejores ocasiones. E incluso pudo irse por delante en el marcador si Fekir, muy trabajador sin la pelota, hubiera estado acertado en los metros finales. Tras robarle la cartera a Óscar, el francés dudó entre habilitar a Borja o jugársela de manera individual. Acabó eligiendo lo segundo y Catena desbarató lo que parecía el 1-2.
El paso por los vestuarios no alteró el guión. Sin especulaciones, ambos equipos querían el gol. Aunque el empuje del Rayo pondría el partido volcado hacia el área bética, donde Rui Silva sí ejerció esa autoridad que se le exige a un portero. E incluso sería el salvavidas que evitase la igualada rayista casi al final ante un remate de Nteka.
Antes había llegado una jugada de las que se recordarán para siempre. Como aquel gol de Bjeliça. O las paradas de Doblas. El protagonista sería William Carvalho, ese portento técnico y futbolístico que ha recuperado Pellegrini para la causa. La jugada la inició Borja Iglesias, quien si no, que aguantó la pelota y abrió hacia Tello. El extremo amagó uno de sus desbordes para buscar el pase a la frontal, donde aparecía William. Lo que vino después sólo entra en la mente de un genio. Con Catena con la rodilla en tierra para ocupar espacio ante un posible tiro, el luso decisión tirar un caño de fantasía, que continuó con su potente arrancada y una definición con el interior del pie para colocar el 1-2.
La celebración fue a lo grande. En el campo, en el banquillo y en la grada. Y seguro que en la casa de cada uno de los béticos. Con las manos en la cabeza, como Bellerín u otros muchos, ante la excelencia que acababa de firmar ese portugués que juega al fútbol como los ángeles.
Todavía quedaban más de 20 minutos y el Betis no se conformó. El sello de Pellegrini no pasa por especular y sí por buscar el K.O. cuando el rival se siente herido. Y ahí al Betis le faltó más pegada, sobre todo en Fekir, aunque también el propio William o Borja Iglesias dispusieron de ocasiones para haber acercado todavía más al equipo a esa final de La Cartuja.
Si los comités ya quisieron que el Betis jugase en ese estadio, ahora es el vestuario el que quiere una puesta en escena para la historia el 23 de abril. El 1-2 de Vallecas acerca el sueño de la final. Nadie quiere alzar la voz antes de tiempo, a falta de ese encuentro de vuelta del 3 de marzo emboscado en el calendario. Pero ya estará Canales. Y también casi 60.000 béticos, que le piden a su equipo regresar a la Plaza Nueva. De la mano del Panda y de William en Vallecas fue posible. Con Pellegrini, el bético tiene fe infinita para que el sueño se haga realidad.
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