Tablas en el ejercicio de supervivencia (0-0)

Celta - Betis | La crónica

Un Betis extenuado encuentra en Balaídos el punto que busca desde el inicio y también durante el partido

Juanmi dispuso de las dos mejores ocasiones béticas

El bético Juanmi pugna con Aidoo. / Salvador Sas / Efe
Samuel Silva

20 de marzo 2022 - 18:53

Maestro y discípulo firmaron tablas en Balaídos. Como si de una partida de ajedrez se tratase, Manuel Pellegrini buscó con negras una apertura, siciliana o eslava, la que ustedes prefieran, que le permitiera afinar su ejercicio de supervivencia ante este Celta de Eduardo Coudet, que sí trató de mover sus piezas para romper la muralla bética. Al final, el chileno se salió con la suya y el Betis sumó un punto que lo sitúa ya con 50 en la clasificación, asentado en la quinta plaza y apuntando a la zona Champions en esas nueve jornadas que se afrontarán desde que se reanude la competición el próximo 3 de abril.

El partido del Betis sólo se puede analizar desde el contexto. El de Vigo era el decimocuarto que los verdiblancos afrontaban en apenas 45 días, los que transcurren desde el 0-4 de la Copa del Rey en Anoeta hasta este 0-0 en Balaídos. El desgaste acumulado por los heliopolitanos entre ambos duelos, con una clasificación para la final de la Copa del Rey y dos eliminatorias europeas disputadas, explica que Pellegrini apostase por un planteamiento conservador, con la única esperanza de enganchar alguna ocasión aislada. Era un Betis, castigado también por las bajas, muy distinto al de hace mes y medio, y eso se trasladó al césped, en esa nueva versión que ha ahormado Pellegrini y en el que ahora la premisa pasa por la seguridad defensiva. La segunda portería a cero seguida en la Liga justifica esa idea del entrenador, a la espera de recuperar la chispa de tiempos más recientes.

Pezzella mete la pierna ante Aspas. / Salvador Sas / Efe

Le dio continuidad el chileno a ese doble pivote de fuerza que ya estrenase ante el Athletic, con Paul y Guido Rodríguez, pero esta vez incluso le añadió más físico con la entrada de William Carvalho por el sancionado Fekir. Quería el Betis mantener las líneas juntas para evitar esas apariciones al espacio de Iago Aspas y Brais Méndez, y que el partido transcurriera con menos revoluciones de las habituales.

El guión se cumplió casi a la perfección. E incluso podría haber sido mejor para el Betis si Juanmi tuviera a estas alturas de la temporada el estado de gracia que exhibió meses atrás. Las tres mejores oportunidades de los heliopolitanos en el partido estuvieron en las botas del malagueño, pero también ahí se notó que el equipo no atraviesa ese momento dulce.

La primera llegó en el minuto 5. Canales, que previamente se había echado la mano a la parte posterior de la pierna izquierda, sacó su guante para lanzar un pase de 40 metros a la espalda de Aidoo. Juanmi, con esos desmarques diagonales marca de la casa, lo leyó a la perfección, pero su remate, difícil, de primeras se fue junto al poste de la portería de Dituro; la segunda oportunidad se la fabricó el propio Juanmi, al cazar un mal despeje de Fran Beltrán, regatear a Araujo y disparar fuerte y raso, pero el balón salió junto al poste derecho de la meta céltica; la tercera y última oportunidad bética fue en el 54’, con una conexión entre Canales y Miranda, pero el centro del lateral fue rematado defectuosamente por el malagueño cuando le había ganado la partida al central.

Borja Iglesias intenta controlar ante Aidoo. / Salvador Sas / Efe

Ése fue todo el bagaje ofensivo del Betis. Tampoco Pellegrini buscó más. La primera sustitución llegó en el 76’, cuando precisamente Joaquín sustituyó al desacertado Juanmi. Luego entrarían Diego Lainez y Willian José, éste último ya en el tiempo de prolongación, una muestra de que el entrenador chileno se mostraba feliz con el empate.

Quizá el Betis no tenía piernas para mucho más, después de regresar de Alemania el viernes, entrenarse el sábado y marcharse a Vigo por la tarde, pero tampoco el chileno arriesgó para buscar otra cosa. Mientras, el buen trabajo de Guido y Paul, más la omnipresencia de Bartra, el defensa más fiable y que atraviesa un excelente estado de forma, iban apagando los fuegos que el Celta iba generando, sobre todo con Hugo Mallo de protagonista.

El capitán celeste, que regresaba al equipo tras sanción, estuvo en casi todas las acciones de peligro de su equipo. Asistiendo a Nolito y Santi Mina en el primer acto –ambos remataron mal de cabeza–; en el segundo, con nuevos centros a Brais Méndez o Galhardo, y también con un remate cruzado que se fue desviado con todo a favor en el 74’, en la mejor ocasión del Celta.

Eduardo Coudet saluda a Manuel Pellegrini. / Salvador Sas / Efe

Coudet, que guarda un respeto reverencial sobre Pellegrini, sí había intentado mover piezas para buscar ese gol que se le negaba. Tras mandar a Nolito y Santi Mina, muy desacertados, al banquillo, el argentino reorganizó a su equipo con Tapia en el eje y ese arreón final puso más cerca del gol al Celta. Pero tampoco era el día de Aspas, el líder espiritual y algo más del equipo. El de Moaña fue frenado siempre por Bartra y en la única ocasión que pudo dejar la marca del central, su disparo de rosca se marchó junto al poste derecho de Claudio Bravo, que se había quedado mirando la pelota.

El ejercicio de supervivencia del Betis le sirvió para firmar una igualada que lo acerca su objetivo. Pellegrini entendió que era complicado exigir más a sus futbolistas, a la espera de que el parón permita recuperar esas energías que ahora se echan en falta. Si además enfrente tenía a su discípulo Coudet, el armisticio en Balaídos estaba asegurado con unas tablas de ley.

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