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Dos Betis ante el Atlético de Madrid y la misma frustración (2-1)

At.Madrid-Betis | La crónica

El equipo de Manuel Pellegrini no aprovecha las horas bajas del Atlético y sufre una derrota que lo hace mirar ya a los de abajo

Se fue al descanso 2-0 tras una pésima primera mitad y su reacción sólo le dio para un golazo de William Carvalho, aunque Guido tuvo el empate en un paradón de Oblak

Pellegrini: "Regalamos los goles con nuestras pérdidas"

William Carvalho golpea con enorme clase para batir a Oblak en el 2-1 definitivo. / Daniel Pérez (Efe)

Una poderosa reacción tras el intermedio del partido, a la voz de mando de Guido Rodríguez y de William Carvalho, fue insuficiente para que el Betis pescara de una vez en el estadio Metropolitano, un feudo que se le resiste a los verdiblancos, como a casi todos los que lo visitan. William Carvalho marcó un golazo pasada la hora de juego para poner el 2-1 y meter a los heliopolitanos definitivamente en la pelea. Y Guido, en el minuto 79, cuando el asedio verdiblanco era absoluto, soltó un zapatazo raso y cruzado entre un bosque de piernas que hubiera sido indetectable para casi todos los porteros del mundo. Pero bajo el arco rojiblanco estaba Jan Oblak, uno de los mejores, y el esloveno, en un alarde de reflejos y agilidad, desvió con las yemas de su mano izquierda la pelota lo justo para que la repeliera la cepa del poste hacia fuera. Willian José recibió el rechace pero estrelló el balón en el lateral de la red.

Ahí estaba el empate a dos y la posibilidad, con el ánimo bético disparado en la misma medida que hubiera bajado el de los cansados anfitriones, de que el Betis incluso hubiera buscado todo el botín. Ya estaba sobre la hierba Ayoze, quien, como Guido, volvió tras demasiado tiempo de espera. Y con los verdiblancos dueños y señores de la zona ancha. Y con la afición bética dejándose oír ante la temerosa afición local, que veía cómo los suyos se desinflaban sin remisión, pagando la factura copera.

Pero esa pelota salió repelida del poste y lo que ya vino después no volvería a alterar los corazones de unos y otros. Centros laterales que despejaron una y otra vez los defensores. Simeone no tuvo reparos en dar entrada a Savic por Morata en el minuto 86, para reforzar ese escudo antimisiles en el área de Oblak, tal era el acoso, no tanto el derribo, de los béticos.

Al final, pesó más en la balanza la pésima primera parte del Betis sin la pelota que la meritoria segunda con ella, y ese reloj suizo que es el Betis de Pellegrini, que seguramente va a acabar por cuarto año seguido en torno a los sesenta puntos, gira su foco hacia los perseguidores, más que a los perseguidos. En el momento de esta crónica son 7 puntos de desventaja ante el quinto, un Athletic que puede irse hasta los ocho o los diez si derrota al Barça, y el Atlético eleva el listón de la Champions ya a una altura imposible, los 13 puntos que son 14 sumando el average particular.

En cambio, el Betis custodia su sexta plaza, que asegura un torneo europeo, con sólo dos puntos sobre la Real Sociedad y cinco sobre Las Palmas y Valencia, éste con la visita a Granada aún pendiente. Y más le vale a los de Pellegrini no verse desbancados de ese puesto, ya que si el Mallorca gana la final de Copa, el séptimo de la Liga se queda sin premio de rebote.

La visita al Metropolitano le puso techo a las ilusiones béticas. Si este Betis es un reloj sumando puntos en la Liga, también es un ejemplo de regularidad, para lo malo, cuando se trata de competir con alguno de los tres grandes. La excepción fue aquel 0-1 en el Camp Nou con gol de Juanmi . El resto, algún empate digno, muchos sinsabores y demasiadas derrotas.

La que sufrió en esta tarde desapacible, en la que apareció hasta el granizo durante un rato, se empezó a gestar muy pronto. Pellegrini buscó algo más de control en el medio con Rodri junto a Fornals, más Johnny y Marc Roca por detrás, pero el menudo jugador extremeño sólo apareció en un tiro en el minuto 41 que se envenenó al tocar Gabriel Paulista desde el suelo. Nada más.

Los errores en el pase se sucedieron en el propio mediocampo bético y eso es un pecado mortal ante el Atlético de Madrid. Bellerín hizo su primer regalo en un pase horizontal en posición muy retrasada que De Paul desaprovechó (4’), pero cuatro minutos después, volvió a probar suerte el lateral y esta vez Hermoso abrió a la derecha, Depay centró al corazón del área pequeña fuerte y raso y el propio lateral verdiblanco se anticipó al rematador para despejar a la desesperada, pero estrelló el balón en Pezzella y el cuero entró en la jaula tras tocar en el poste.

Rui Silva se erigió entonces en el único sostén de los béticos, muy hundidos y frágiles, con Marc Roca y Johnny desaparecidos en la medular ante Pablo Barrios, Koke y Rodrigo de Paul. Por la izquierda, además Hermoso ayudó a Lino a dar profundidad y hurgar en las dudas de Bellerín.

El portero luso le detuvo dos seguidas a Depay (13’); subió la apuesta y le detuvo tres seguidas a Morata, la primera un penalti de VAR, que el propio portero le hizo al delantero, o eso dijeron Soto Grado y Jaime Latre (25’); en el 43, fue Fornals quien se la regaló a Depay y de nuevo Rui Silva desvió a córner el tiro del neerlandés; pero en el saque de esquina, y tras errático despeje hacia dentro de Sabaly, fue De Paul quien puso a prueba al portero y el enésimo rechace lo cabeceó a placer a la red Morata (44’).

Queda referida unos párrafos arriba la positiva pero insuficiente reacción bética con Guido y Carvalho. Fueron dos Betis los que jugaron en el Metropolitano. Pero la frustración fue la misma. La misma de siempre.

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