Ayoze y Rubén, dos canarios y un destino

COINCIDENCIAS, casualidades que suceden en la vida, llámesele como se quiera, pero viene a cuento por el hecho de que el mismo día que uno anuncia su retirada definitiva, el otro encuentra plaza fija en el equipo nacional. Dos canarios bajo el común denominador de una entidad futbolística llamada Real Betis Balompié, dos futbolistas que representan el pasado más cercano y el presente sin dejar de mirar al futuro.

Rubén Castro se va y Ayoze Pérez lustra el presente, dos canarios que integran la lista de paisanos que fueron escribiendo la vida y milagros del Betis. Desde aquel Timimi que puso con los nervios disparatados al Divino Zamora por un gol que significaba media Liga ha pasado mucho tiempo, casi un siglo de gozos y sombras. Con Timimi, otro canario, Adolfo, que con Lecue movía los muñecos de aquel equipo que ganó la Liga y así hasta futbolistas de mayor o menor calado.

De la importancia de Alexis en la vida verdiblanca no cabe duda alguna, pues fue el regista de aquel buen Betis que diseñó Serra y en el que otro canario también importaba, Pier Luigi Cherubino. Y de esa forma llegamos a Rubén Castro, que a base de goles mantuvo en pie a un Betis que se desintegraba. Bajo la batuta de Pepe Mel, Rubén, un maníaco del gol, y Jorge Molina formaron una pequeña sociedad de larga duración que fue providencial para la causa verde, blanca y verde.

Y entre canarios anda el juego para cobrar importancia de presente no sólo de futuro. Se ha llevado Ayoze un decenio en Inglaterra y ha vuelto para colaborar en la formación de un gran Betis. Y ha sido mano de santo, pues rayado en verdiblanco llega a la selección para librar una competición oficial. Y la confirmación le llegó justo el día que su paisano el palmeño Rubén ha dicho que los porteros ya no han de temer por su presencia. Dos canarios, el Betis, punto seguido.