El mundo al revés; Pezzella debía proteger a Claudio Bravo, no Claudio Bravo de Pezzella

Decepción para los béticos por el partido de su equipo en el Wanda Metropolitano contra el Atlético. Es cierto que enfrente estaba el campeón de Liga, como se encargó de recordar Pellegrini en la sala de prensa, pero los verdiblancos ofrecieron muy poca resistencia esta vez y cayeron por un holgado tres a cero. Lo hacían, además, con Nabil Fekir reservado por su entrenador en un día con un buen escaparate.

Claudio Bravo | Sin responsabilidad directa en ningún gol, evitó que todo fuera mucho peor

Encajó tres goles en esta ocasión, lejos de sus buenos registros de la presente temporada, pero no se le puede achacar ni un mínimo de responsabilidad negativa. Trallazo de Yannick Carrasco, autogol de Pezzella y llegada solo de Joao Félix. En su haber, sin embargo, figuran intervenciones de mucho mérito para evitar más goles.

William Carvalho | Empezó lanzado, pero eran demasiados en su zona

El portugués empezó con mando en el Metropolitano, a los 46 segundos de juego ya había pegado un trallazo que Oblak repelió como pudo y porque le fue al cuerpo, pero después tuvo serias dificultades para controlar a todos los elementos que se movían por sus cercanías. Sin Guido Rodríguez por detrás y con Guardado en la labor de ayudarle, fueron demasiados los que se movían por su zona, particularmente Correa y Griezmann, además de las incorporaciones de De Paul. Se sintió desbordado.

Montoya | Muchas veces le entra al rival ya driblado

No se trata de afearle particularmente la acción del primer gol del Atlético, pues Yannick Carrasco se hizo acreedor al gran mérito con su regate, pero sí es algo que le sucede muchas veces al lateral derecho verdiblanco. Parece que en ocasiones entra driblado al engaño del delantero y el uno a cero fue una de ellas.

Rodri | Hermoso le marcó el territorio y lo echó del juego

Comenzó con una participación lucida, con pases rápidos y preciso en la mejor fase del Betis, pero no tardó Mario Hermoso en marcarle el territorio y le dejó un buen recado que le hizo daño. Desde ese momento, entre quejas al árbitro y al auxiliar por no sancionar nada, ya nada fue igual y fue desapareciendo.