“Estoy vetado en todos los sitios donde manda la izquierda”
José Manuel Soto | Cantante y compositor
Niño de Heliópolis, tuitero kamikaze, bético ‘manquepierdista’, este artista es, sobre todo, autor de los himnos románticos más cantados por la ‘Sevilla bien’
José Manuel Soto (Sevilla, 1961) demuestra sus tablas desde el momento en que llega a la Plaza de la Magdalena. Sin que el fotógrafo le diga nada abre los brazos en un gesto de divo recibiendo una ovación. Foto hecha, no hay que buscar más. El primer golpe es el de un señorito vivido, algo acanallado por el mundo artístico, pero después viene la distancia corta y, como suele ocurrir, la percepción cambia. Descubrimos a un Soto con ribetes de filósofo popular, con algo del Séneca de Pemán y algo Segismundo, capaz de mezclar el sentido común sin perder la capacidad de soñar. Sus ojos, a veces, se nublan de melancolía. Compositor de grandes temas que encandilaron a la ‘Sevilla bien de las mechas’ y la pulsera con los colores nacionales, artista entre Bambino y Julio Iglesias, tiene un público más que fiel que le sigue llenando los conciertos. Soto va por la vida con su inconfundible seseo de Heliópolis y su beticismo ‘manquepierdista’, liándola parda en las redes sociales cada vez que habla de Cataluña, el Gobierno de Sánchez o el Cambio Climático. Además de componer y cantar canciones ha participado en programas de televisión, inventó “la carrera de caballos más larga del mundo” y ahora escribe un guión sobre la novela de Juan Villa, ‘El año de Malandar’. Anuncia sorpresas inminentes que aún no se pueden contar.
–Me imagino que le gustará el nombramiento de Manuel Alejandro como Hijo Predilecto de Andalucía.
–Es de justicia. El que ha movido todo este asunto es Pepe Luis Vázquez, sobrino del torero. En principio la Junta estaba un poco despistada, no lo tenía muy claro. Pero al final se han dado cuenta de que Manuel Alejandro es quizás el gran autor de la música popular española de los últimos cincuenta o sesenta años, sólo por detrás de Quintero, León y Quiroga. Yo he versionado muchos de sus temas, a mi estilo: Procuro olvidarte, Voy a perder la cabeza por tu amor...
–Si yo lo tuviese que definir a usted diría que es una mezcla de Julio Iglesias y Bambino.
–Siempre digo que reconozco tres influencias: Julio Iglesias, que es el más representativo de la canción romántica española; Bambino, porque su música es muy del sur; y Serrat, que sólo con sus discos dedicados a Machado y Miguel Hernández y Mediterráneo pasó a la historia. Después se ha mantenido muy bien.
–Usted compone sus temas. ¿Cuáles son sus favoritos?
–Uno siempre prefiere las menos conocidas, esas en las que nadie se fija. Al final, la gente tiende a esforzarse poco. El problema de nuestro tiempo es que la gente profundiza poco en las obras de los artistas. Cuando yo era joven me aprendía los discos de memoria, y sabía quién era el que tocaba el bajo, la batería... Había una cultura musical mucho más amplia. Hoy en día se limitan al cliché: el cantante de los pijos, el cantante de los fachas...
–¿Y se siente a gusto con esa etiqueta de cantante de los pijos?
–Me da igual... Las etiquetas nunca son buenas, pero tampoco te vas a meter en una guerra por eso. Lo que sí tengo claro es que soy un currante que, si canto en Murcia a mediodía me tengo que levantar a las cinco de la mañana, meterme en una furgoneta con seis músicos y volver a mi casa de madrugada reventado. He ido a todos los sitios a los que me han llamado, lo mismo una feria de pueblo que al Teatro Real de Madrid, al Palau de la Música de Barcelona o la Real Maestranza de Sevilla. A todos los sitios me he adaptado.
–Antes se le olvidó decir su tema favorito.
–Quizás Los confines del alma, que está en un disco que se llama Puro Soto.
–Usted nació en lo que se denomina una “familia bien...”
–Soy de la clase media de Sevilla, de Heliópolis de toda la vida...
–¿Sigue viviendo allí?
–Sí, después de pasar diez años en el Aljarafe. Heliópolis es un pueblecito dentro de Sevilla, con una gran calidad de vida.
–En su ambiente social no estaría muy bien visto eso de dedicarse al artisteo.
–Mis padres no quería saber nada de mi vocación, no la entendían... Pero todo el mundo se fue buscando la vida y yo no había cuajado en ningún trabajo ni ninguna carrera. Así que, como era el que cantaba bien de mi pandilla, me dije: ¿por qué no intentarlo? Eran unos años complicados, porque en aquellos primeros ochenta no salían cantantes, sólo grupos de la Movida, que lo inundaba todo. Los cantantes españoles como Camilo Sesto, Julio Iglesias o Rafael huyeron a América porque aquí se canchondeaban de ellos. Mi aparición fue llamativa... Con esta cara de buena persona que tengo y bien vestido... Empecé mucho a gustarle a las madres. Siempre he dicho que yo soy el cantante de las madres.
–Y de las suegras, doy fe. ¿Cuáles fueron sus primeros pasos?
–Estuve en el Coro de Triana y después monté un grupito con un amigo con el que estuvimos cantando por América, Europa y fiestas importantes de Madrid, Marbella... Hasta que, en 1986, me metí en un estudio e hice mi primer disco.
–Sus apariciones en el programa de F. Tola tuvieron que ayudarle mucho en su lanzamiento.
–El programa de Tola se llamaba Querido Pirulí y siempre tenía los mismos artistas: Alberto Pérez, Sabina y yo. Eso fue en 1977, cuando sólo había una televisión. Al que salía en ella lo conocía todo el mundo.
–Era una música andaluza, con ese aire rumbero que a usted tanto le gusta, pero con un toque sofisticado.
–Siempre he buscado una cierta sofisticación. Aunque mi verdadera vocación es la popular, me gusta que las cosas vayan bien envueltas, que suenen bien, que el público vea que hay cierta calidad. Ahora mismo estoy preparando un espectáculo sinfónico que presentaré en la Plaza de Toros de Sevilla, en junio, y después iremos al Teatro Romano de Mérida, a Madrid...
–¿Y en el norte de España, funciona su música?
–He ido mucho a Bilbao, Santander, Asturias... aunque últimamente menos. La verdad es que yo voy por libre, no pertenezco a la industria propiamente dicha, no tengo una oficina que me venda ni una gran compañía de discos que me promocione. Básicamente yo me lo guiso y yo me lo como desde hace mucho tiempo. Está claro que de Madrid para abajo trabajo más, porque tengo más contactos y amigos.
–¿Y Cataluña?
–También he ido mucho, entre otras cosas porque hay muchos descendientes de andaluces a los que les gusta encontrarse con sus raíces. Lo que pasa es que en Cataluña la política lo ha envenenado todo. Es una pena. Se la han cargado.
–Representó a España en la OTI...
–Sí, en 1989.
–Suena antiguo.
–Muy antiguo. Pero fue muy divertido y me abrió las puertas de América. En una época trabajé mucho allí, por Argentina y México, pero después lo abandoné, porque la carrera internacional es algo muy complicado si no tienes los apoyos adecuados... Además, como le pasa a casi todos los andaluces, no me gusta estar mucho tiempo fuera de mi tierra. Al mes de estar en tierra extraña ya no puedo más. Los andaluces somos muy malos emigrantes.
–¿Y qué opina de esta polémica ridícula en torno a Eurovisión, en la que intervinieron hasta el Gobierno y los sindicatos?
–La verdad es que no la seguí. Que el Gobierno y los sindicatos se metan en estas cosas demuestra en manos de quiénes estamos. Claramente utilizan estas polémicas para distraer la atención.
–¿Su gran éxito fue ‘Por ella’?
–Por ella, Déjate querer... Ahora se está haciendo muy popular Soy español. En la época en que se vendían discos este pasodoble me hubiese hecho rico. Está corriendo como la pólvora por las redes sociales. España es un gran país que necesita gente que lo reivindique. Todo el mundo lo ataca. Se menosprecia nuestra historia, nuestra cultura...
–El famoso dicho “si habla mal de España es español”.
–Exacto. Bruce Springsteen canta con su bandera y a todo el mundo le parece lo más normal. Sin embargo, si aquí sales con una bandera española a un escenario eres un fascista y no sé qué más cosas. Como digo en la canción: “Soy español, y lo digo con orgullo sincero/ soy feliz cuando piso sus suelos/ mensajero de un canto de amor”. No hablo de ideologías, sino de sentimientos y pertenencia a una cultura milenaria que ha hecho mucho por la humanidad.
–No se equivocó la Asociación de Antiguos Tunos cuando lo reconoció como Caballero Español en 2019.
–Fue precisamente a raíz de esa canción. La cantan los tunos y mucha gente. Incluso la ponen en los mítines políticos y en las bodas.
–¿Mítines de Vox?
–Sí, de Vox. Me pidieron permiso y dije que sí. ¿Por qué no? Pero no voy a mítines. Hace poco estuve en el congreso del PP en Granada, porque me llamó Juanma –un tío que me cae muy bien– para que me diese una vuelta por allí. Me atendieron estupendamente. No tengo ninguna filiación política, aunque soy beligerante con muchas cosas de la actualidad política de España. Es bueno que la gente hable y opine.
–Lo deja muy claro en las redes sociales. ¿No se cansa de tanta exposición?
–Soy consciente de la exposición y de hecho estoy vetado en prácticamente todos los sitios donde manda la izquierda. Ellos son así. Todo el que no sea de izquierdas es un facha y no merece estar en ningún lado. La famosa y supuesta superioridad moral de la izquierda funciona estupendamente. Soy partidario de la libertad y de defender nuestra identidad y nuestra lengua. Y creo que España debe ser una y en la familia... si eso es ser facha, pues lo seré.
–¿Le han ofrecido alguna vez meterse en política?
–Varias veces. Tanto el PP como Vox me han tanteado para ir en sus listas en las elecciones municipales.
–¿Y nunca tuvo la tentación?
–Esas cosas siempre son apetitosas. Ser el alcalde de tu ciudad es algo goloso. Pero yo no me veo sacrificándolo todo por una Alcaldía. Los alcaldes trabajan una barbaridad, no tienen fines de semana, cualquiera te interpela por la calle, los rivales te sacan los trapos sucios... que siempre hay alguno por ahí. Tengo 60 años y no me dedicaría a la política, tal como están las cosas hoy en día, ni loco.
–Perdón por el tono rosa de la pregunta, pero no puedo dejar de preguntarle si es cierto que ‘Por ella’ se lo dedicó a Carmen Ordóñez.
–No es cierto. Yo tuve un affaire con ella hace muchísimos años. Cuando la conocí ella tenía 24 años y era un espectáculo. Como personaje era extraordinaria, pero como persona fue un muñeco de trapo, sobre todo al final. Cuando llegó en el ochenta y poco, recién separada, toda Sevilla se puso a sus pies. Yo me lo pasé muy bien con ella, me presentaba a los artistas, los toreros, y yo era un chaval de veinte años con su guitarra. Montamos una caseta de Feria y luego un bar en el Patio de San Laureano en el Mundial de España del 82.... Pero aquello era imposible. Son historias pasadas.
–¿Se arrepiente de su participación en el reality show ‘La isla de los famosos’?
–No. Era el año 2004 y la industria discográfica se estaba muriendo. Hice un disco pero la compañía quebró y no salió. Entré en un bucle muy complicado. Fue entonces cuando me llamaron para hacer el programa. Me gustó que empezaba a primeros de año y duraba hasta mitad de marzo, justo los meses malos en los que no sabe uno qué hacer. Aquello salió bien, adelgacé 14 kilos y gané un dinerito con el que me compré una finca en Villamanrique , que es donde ahora mismo paso más tiempo. Después, sin embargo, hice el programa Tu cara me suena y ahí creo que me equivoqué. La vida de un artista con cuarenta años de carrera tiene de todo. Y cuando no estás de moda te tienes que adaptar a las circunstancias.
–Usted es un tanto guadianesco, aparece y desaparece.
–Sí, pero siempre tengo a mi público que me espera. Yo formo parte de la vida de mucha gente. Tengo muchas historias...
–Cuénteme alguna.
–Gente que ha entrado en coma y cuando ha despertado ha preguntado si le habían puesto alguna canción del Soto, porque ellos la habían escuchado.
–Es usted un bético de tomo y lomo.
–Es el equipo de mi barrio. Llevo toda la vida viendo a los jugadores del Betis por Heliópolis y era el equipo de mi madre, que como tantos béticos nunca fue al campo. Mi padre, sin embargo, era sevillista. El Betis es una seña de identidad de Andalucía. Es algo que he comprobado cuando he ido a ver al equipo jugar en Cataluña. Es un equipo que no representa a una ciudad, sino al río que vertebra toda Andalucía. Además, tiene una filosofía que no está mal: buscar la victoria, pero si no llega tampoco se acaba el mundo.
–El ‘manque pierda’ famoso.
–Es un grito que hoy en día está muy denostado, porque todo lo que no sea éxito es malo. Pero la vida no es eso. En la vida hay que intentar ganar, pero sin obsesionarse, porque eso produce mucha insatisfacción y mucha infelicidad.
–También fue organizador del Raid Kaliber, una carrera de caballos por algunos de los parajes más hermosos de Andalucía.
–Me inventé la carrera de caballos más larga del mundo. Estuvo funcionando muy bien durante seis años, pero se la terminó cargando la crisis. 500 kilómetros por caminos de campo durante ocho días. Era el Dakar del caballo y venía gente de todo el mundo: Europa, Argentina, EEUU, los países árabes. Lo que pasa es que la administración socialista nunca se la creyó, porque ve el caballo como algo de señoritos. No le ganaba un duro, incluso me costaba el dinero. Todos los días había que movilizar 300 caballos. Nos gastábamos todo el dinero en productoras de televisión que grabasen todos los magníficos paisajes por los que pasábamos. Ahora la quiero recuperar.
–¿Le molesta mucho la popularidad?
–Mi popularidad nunca ha sido incómoda. La gente me conoce, pero no es eso de no poder andar por la calle. Lo peor es en la Feria cuando algunos con las copitas se envalentonan. Pero en general la gente ha sido siempre muy respetuosa y amable conmigo.
–¿Y Sevilla?
–Es la mejor ciudad que existe, pero se ha quedado atrás, en especial si la comparamos con Málaga. El sevillano debería salir más.
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