Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Ana Casas | Oncóloga y presidenta de la Fundación Actitud Frente al Cáncer
Ana Casas (Palencia, 1951) conoce muy bien el cáncer, porque le ha dedicado toda su vida profesional y porque le diagnosticaron uno de mama hace seis años. De su Castilla natal aún conserva el acento, aunque suavizado por sus años de vida en Sevilla, ciudad a la que llegó para realizar el MIR en Medicina Interna y Oncología Médica, en el Hospital Virgen del Rocío. Formada también en EEUU y en estrecho contacto con compañeros de otros lugares del mundo, la vida de esta oncóloga cambió el día que supo que tenía cáncer. Actualmente, dedica sus esfuerzos a la investigación sobre esta enfermedad y a presidir la Fundación Actitud Frente el Cáncer, que pretende el “empoderamiento” del paciente oncológico a través del conocimiento científico de lo que le está ocurriendo y de su capacidad de adaptación a la nueva situación. “Un paciente bien informado va a entender mejor todo lo que está pasando en el entorno de su proceso y va a ser capaz de manejar de forma óptima su enfermedad”, asegura. También destaca la necesidad de la estrecha comunicación entre el enfermo y su médico. Paralelamente, Ana Casas es la directora general de Asociaciones de Pacientes del Colegio de Médicos de Sevilla, lugar donde se realiza esta entrevista.
–El cáncer... sólo decir la palabra siente uno pavor.
–Porque se identifica con algo muy malo. Además, hoy en día se utiliza como metáfora de todo lo malo que le pueda suceder a la sociedad: “el cáncer de la economía”, “el cáncer del medio ambiente”... Eso es algo que sienta francamente mal a los enfermos.
–¿Y por qué este abuso de la palabra?
–Porque durante siglos el cáncer no tuvo buenos remedios, por lo que la palabra iba asociada a muerte y sufrimiento. Era algo intolerable, que incluso se ocultaba. Ha pasado también con la lepra, el sida...
–¿Ha habido un cambio en la valoración social de la palabra?
–Sí, ahora es normal oír a gente decir que tiene cáncer. Este cambio se debe a que los tratamientos han mejorado muchísimo y a que, dependiendo de muchos factores (momento del diagnóstico, tipología, etcétera), se puede garantizar una larga vida al paciente o incluso curarlo.
–Cada vez vemos más casos de cáncer.
–Los diagnósticos de cáncer están aumentando debido al aumento de la esperanza de vida: cuanto más viejos nos vamos haciendo, más posibilidades tenemos de desarrollar un cáncer. Por otra parte, la mejora de los métodos de diagnóstico hace que detectemos tipos de cáncer que antes sólo veíamos cuando el enfermo prácticamente había muerto. También hay tratamientos mucho más eficaces, lo que hace que la enfermedad se cronifique y los pacientes vivan mucho más... Aparte, claro, están las cuestiones ambientales que pueden influir en el desarrollo de la enfermedad.
–Explíquese.
–Las mutaciones genéticas que son el origen del cáncer pueden deberse a la herencia del individuo (sólo en 10 o un 12% de los casos) o producirse a lo largo de la vida. ¿Por qué? Porque estamos expuestos a tóxicos ambientales y porque nosotros mismos no nos cuidamos. Todos tenemos en nuestras manos herramientas para prevenir el cáncer.
–¿Cómo?
–Por ejemplo, con la comida. Es importante una alimentación rica en frutas, verduras, fibra, con pocas grasas. También hay que evitar la exposición exagerada al sol, usar factor 50 de protección, no exponerse a los rayos al mediodía. El ejercicio físico es muy bueno y la obesidad muy mala. Y dos factores fundamentales que no me canso de repetir: el tabaco y el alcohol. Sin el tabaco se podrían evitar casi el 70% o el 80% de los casos de cáncer de pulmón; y el alcohol es un coadyuvante en muchos tipos: hígado, laringe, mama... Un 40% de los cánceres se podrían evitar con medidas preventivas de los individuos.
–¿Y los factores ambientales que no dependen de nosotros?
–Cada vez se estudian más... Temas de polución, plásticos...
–Todo esto es cierto, pero luego te puede tocar la lotería.
–Sí, a pesar de todo y aunque te cuides, el cáncer tiene mucho de lotería. ¿Por qué? Es lo que quisiéramos saber. Al igual que queremos saber por qué se producen las metástasis, por qué hay cánceres que se quedan parados y otros que se expanden... Son temas en los que se está trabajando.
–¿Y se están dedicando los fondos necesarios a la investigación?
-No. Hay países que dedican mucho más que nosotros. En la época de la crisis ha habido recortes importantes de los que todavía no nos hemos recuperado. Los recursos en investigación deben ser públicos, pero también es necesario un aumento de los privados. Últimamente, en España, estamos teniendo ejemplos importantes en esta línea, como por ejemplo toda la financiación de Amancio Ortega para equipos de radioterapia... Todos, dentro de nuestras posibilidades, deberíamos hacer algo para financiar la investigación contra el cáncer. Hay campañas de crowdfunding que lo permiten. El cáncer es un problema global que nos puede afectar a todos.
–Hay muchos tipos de cáncer, tantos que hasta hay gente que dice que, en realidad, hablamos de enfermedades distintas.
–El cáncer son más de 200 entidades distintas. No es una única enfermedad. Tenga en cuenta que se debe a mutaciones genéticas que tienen diferentes expresiones en los organismos de las personas, lo que nos da una variedad enorme. Por ejemplo, antes había un tratamiento único para un determinado tipo de cáncer: mama, pulmón... Los tratamientos eran por órganos. Ahora, el cáncer es cada vez menos del órgano y más del gen. Ya se están diseñando fármacos dirigidos a las mutaciones genéticas. Es decir, no se aprueba un fármaco para el cáncer de colon, sino para una determinada mutación que puede estar detrás del cáncer colon, de riñón... Esto significa que la oncología es cada vez más personalizada, va directamente dirigida a los problemas genéticos que tiene cada enfermo, lo que la hace mucho más eficaz y menos tóxica, con menos efectos secundarios.
–¿Se podrá lograr la curación del cáncer o estamos pidiendo cosas imposibles?
–Hoy por hoy no podemos asegurarlo, porque el cáncer es multicausal y, por tanto, hay que actuar en numerosos frentes. Pero es cierto que cada vez se curan más tipos de cáncer, aproximadamente el 55%. Depende del tipo y de la precocidad en el diagnóstico. En el momento actual, con los conocimientos que tenemos, podemos hacer subgrupos de cáncer que se tratan de forma similar dentro de esta idea de oncología personalizada. Estamos compartimentando el cáncer para aplicar tratamientos más eficaces.
–A usted le diagnosticaron un cáncer de mama.
–Sí, hace ahora seis años.
–¿Qué pensó al recibir la noticia?
–Me ha tocado. Una de cada ocho mujeres a lo largo de su vida padece un cáncer de mama y yo era una de ellas. Es algo que nunca te esperas y que te cambia la vida de una forma radical. Lo tienes que rehacer todo, cambiar los planes, dedicarle mucho tiempo a la enfermedad y los tratamientos... En mi caso tenía una parte buena: conocía a todo el mundo del hospital y me estaba tratando en un medio que no me era hostil. Eran mis compañeros los que me atendían. Pero también tuve la parte negativa del conocimiento de todos los casos que había visto a lo largo de mi vida. Te entra miedo. Además, en el cáncer de mama hay un 20% de pacientes que recae, lo que hace que el temor siempre esté presente. Esto, por otra parte, te hace fuerte y te hace vivir la vida de otra forma, desarrollar recursos personales, dar respuesta a preguntas importantes. El cáncer te coloca ante la finitud de la vida. Si lo afrontas, te da una dimensión espiritual que te fortalece como persona. El cáncer te aporta aspectos positivos.
–¿Qué hay que hacer cuando uno recibe la noticia?
–Darse cuenta de que uno no puede decidir si tiene o no cáncer. Es un hecho. Pero sí puedes hacer mucho sobre cómo vas a vivir ese cáncer, cómo te lo vas a tratar, qué parte activa de ti mismo vas a dedicar a la enfermedad. Por otra parte hay que aprovechar el bagaje espiritual que el cáncer te puede ofrecer, hacer una reflexión intensa sobre la vida.
–Hay personas que acuden a centros privados internacionales con la esperanza de recibir un mejor tratamiento. ¿Hay mucha diferencia entre Houston y el Virgen del Rocío?
–Yo diría que no. En España podemos presumir de que poseemos un nivel altísimo en la formación médica y en los medios de diagnóstico y tratamiento. Tanto en la sanidad privada como en la pública tenemos equipamientos sofisticados y un conocimiento profundo de cómo se aplican los protocolos. Es decir, creo que no merece la pena irse a Houston. Además añado que el paciente debe tratarse en el sitio donde se siente más cómodo, necesita un acompañamiento en su enfermedad.
–Con respecto a su curación, ¿es importante la actitud del paciente frente al cáncer? ¿por estar más motivado se tienen más posibilidad de sanar?
–Dicho así fríamente, sin más, no. Eso que llaman la psicología positiva puede ser incluso dañina. Presido una fundación que se llama Actitud Frente al Cáncer, desde la que defendemos que hay que tener una actitud proactiva, de apertura a la enfermedad, a lo que te puedes hacer, a los medios diagnósticos, al conocimiento sobre la misma. Y al mismo tiempo debes tener una actitud de adaptación, de aceptar lo que te está pasando, no negarlo, no renegar, no hacerte víctima, saber que tienes que reorganizar tu vida según las circunstancias. Es fundamental la capacidad de adaptación del individuo. También el apoyo social y familiar.
–Se habla mucho de la dictadura del pensamiento positivo. El engaño de que todo se arregla con ser optimistas y estar alegre.
–Eso puede ser muy nocivo para el paciente. Uno no tiene que estar contento cuando aparece el dolor, la soledad, el miedo... No se superan las cosas por el mero hecho de pensar que se van a superar. Como decíamos, hay que tener una actitud proactiva. Pero tampoco podemos ser víctimas del pensamiento negativo. Es muy malo hacerse la víctima. Hay personas que, cuando se les diagnostica un cáncer, pronuncian una frase nefasta: ¿Y por qué a mí? Automáticamente se victimizan, llegan las comparaciones y los juicios, lo cual es muy dañino para las personas.
–Es normal que, cuando nos encontramos con alguien que nos hemos enterado que tiene cáncer, no sepamos qué decirle.
–Sí, hay un bloqueo en la comunicación. Esto se debe a que no somos capaces de ponernos en el lugar del otro. Vemos el cáncer como algo ajeno, sin darnos cuenta de que es algo global, que hoy eres tú y mañana puedo ser yo. En el momento en el que uno se pone en el lugar del otro, aparece algo que se llama compasión, que no es ni más ni menos que tratar de entender a la persona que tienes frente a ti. Entonces sí vas a saber qué decirle, porque estás en la actitud de comprensión, no en la de pensar “buf, menuda le ha caído a este pobre” e intentar escapar. Las personas que están pasando por una mala situación quieren el acercamiento de otras personas. El apoyo y el cariño son algo fundamental para sobreponerse a las adversidades.
–¿Hay motivos para la esperanza?
–Nosotros defendemos el concepto de esperanza activa, fundamentada en el conocimiento de los avances de la ciencia, no en la creencia de que la curación va a caer del cielo. El tratamiento del cáncer ha avanzado muchísimo en los últimos diez años. En épocas anteriores se basaba en cirugía, quimioterapia y radioterapia, y se aplicaban prácticamente por igual a todos los tumores. Ahora, sin embargo, se basa en los biomarcadores, que hacen que puedan ser personalizados. También son importantes los avances en inmunoterapia, consiguiendo desbloquear las barreras (checkpoints) con las que los tumores logran frenar nuestro sistema inmunitario. Ahora se está experimentando con algo muy esperanzador, las células CART, linfocitos del propio individuo que se sacan de la sangre, se estimulan externamente y se reinyectan en el enfermo.
–¿Para hacerlos más combativos?
–Exactamente. Ya está dando muy buenos resultados en las leucemias. Es una terapia hoy por hoy es muy cara y selectiva, pero que irá extendiéndose con el tiempo. También hay que hablar de las vacunas que previenen el cáncer, como la del papiloma virus... Y de muchas cosas más...
–Está el espinoso asunto sobre si hay que decirle la verdad o no al enfermo.
–La verdad hay que decirla siempre, nunca se puede engañar. Pero hay que saber dar la información progresivamente, cuando el paciente la va necesitando. El médico debe tener la habilidad psicológica de saber qué información puede ser asimilada por el enfermo en cada momento. La relación entre el oncólogo y el paciente es de largo recorrido, por lo que se tiene que dar un proceso de encuentro a lo largo de toda la enfermedad.
–Es actualmente directora general de Asociaciones de Pacientes del Colegio de Médicos de Sevilla. ¿Cómo son las relaciones médico-paciente?
–Cada vez son mejores. Los médicos en España somos muy vocacionales y, pese a no estar bien pagados, solemos tener un nivel de entrega a nuestros pacientes muy alto.
–Pero ahí están las estadísticas de las agresiones de usuarios de la sanidad a médicos.
–Eso es un tema que afecta a la sociedad en general, no sólo a los médicos. Hay una crispación social muy grande. Además, cada vez se piensa más en los derechos y menos en las obligaciones. En el fondo, estamos ante un problema de formación y educación.
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