Antonio R. de la Borbolla | Presidente de la Asociación Nacional de Soldados Españoles
“El soldado español se hace querer en todas partes”
Antonio R. de la Borbolla | Presidente de la Asociación Nacional de Soldados Españoles
El currículum de Antonio Rodríguez de la Borbolla y Vázquez (Sevilla, 1944) es muy amplio. Hagamos un escuetísimo resumen: ingeniero agrónomo; diplomado en Alta Dirección de Empresas Agroalimentarias; diplomado en Derecho Comunitario... Sin embargo, su gran pasión es el Ejército –en el que hizo la mili como soldado de Sanidad– y su historia. Como amante del mundo castrense, es poseedor de numerosos diplomas sobre heráldica, vexilología o poliorcética por el Instituto de Historia y Cultura Militar y es especialista en cría caballar por la Escuela Militar Ecuestre del Ministerio de Defensa. También tiene el Curso de Seguridad y Defensa Nacional de la UNED. Poseedor de la Gran Cruz del Mérito Agrario, que reconoce una amplia y fructífera carrera profesional como funcionario vinculado al ministerio del ramo y al mundo del caballo, es también merecedor de otras condecoraciones civiles, militares y policiales. Su implicación con la sociedad civil sevillana es absoluta. Ha sido presidente del Círculo de Labradores, de la Unión Española de Ganaderos de la Raza Hispanoárabe y del Rotary Club. En 2010 fue rey Baltasar en la Cabalgata del Ateneo. Actualmente, es presidente de la Asociación Nacional de Soldados Españoles.
Pregunta.–¿Dónde sirvió usted?
–En Sanidad, en el año 62, cuando acabé mi carrera de Ingeniero Agrónomo. Pero soy legionario y artillero de honor. También cazador de honor de la Brigada Castillejo de Caballería.
P.–Yo me quedé en artillero raso. ¿El español ha perdido el ardor guerrero?
–El español en general, sí, ha perdido el ardor guerrero. Hay una crisis de valores muy importante. La sociedad está menos dispuesta a sacrificarse. Por nada, ni por la familia ni por otras cosas. Pero el ardor guerrero permanece en el Ejército. Llevo años tratándome con soldados y puedo asegurarle que el espíritu de disciplina y sacrificio del soldado actual es enorme. No hablo solo de los oficiales y suboficiales, sino de los soldados rasos. Van a por todas. En todas las unidades, no sólo en las de élite. El soldado español sigue demostrando su valentía. También una empatía con la población en las misiones que desarrolla en el exterior. Eso es importantísimo. El soldado español se hace querer. Esto nos diferencia de otros ejércitos.
P.–Uno de los grandes logros de la España de nuestro tiempo es haber hecho unas Fuerzas Armadas eficaces y respetadas. Lo demuestran las encuestas. No era así durante la Transición.
–Por nuestra historia y por desconocimiento, en el año 77 el Ejército estaba mal visto. Eso ha cambiado. Lo importante ahora es que está cumpliendo su misión y que es reconocido en todos los aspectos. Ahora lo necesario es que la población adquiera mayor conciencia de defensa y seguridad nacional, algo que no existe prácticamente. Ese es uno de los objetivos de la Asociación Nacional de Soldados Españoles, que fundamos en el año 2022 y que yo presido. A los socios solo le exigimos haber jurado bandera.
P.–El debate ahora es si hay que volver a la mili.
–Mi opinión es que no se puede volver a una mili a la antigua, pero sí estaría bien una mili parecida a la suiza, donde después de un periodo de instrucción formas parte de una reserva que se pueda movilizar en un momento dado, algo que es muy necesario para cualquier ejército. Pero tampoco se trata de tener el fusil en casa, como hacen los suizos. Hoy en día es muy importante seguir con un ejército profesional como el que tenemos. Lo que sería deseable es mejorar la salida profesional a los soldados, porque muchos de ellos acaban con poco más de cuarenta años su carrera militar. Son personas muy preparadas, intelectual y físicamente. Son capaces de pasar dos noches sin dormir... y lo hacen con gusto y buena disposición, que es la clave del tema.
P.–Lo de la mili lo dicen por la supuesta indolencia de la juventud actual.
–El no haber hecho la mili ha supuesto para muchas generaciones una falta de escuela. Se ha perdido el aprendizaje de valores como el respeto o la relación con compañeros de los más diversos lugares de España.
P.–La Asociación sigue con su línea editorial con este nuevo libro que presentan ahora: ‘Grandes gestas del soldado español. Victorias y derrotas.’
–Es la continuación de otro en el que narrábamos nueve batallas que habían supuesto nueve victorias para los españoles. En este nuevo volumen también incluimos derrotas. Ahora estamos preparando otro volumen sobre biografías de grandes soldados.
El espíritu de disciplina y sacrificio del soldado actual es enorme. No sólo en las unidades de élite
P.–Alguien que sabía del tema decía que el mejor soldado es el extremeño.
–El soldado extremeño es muy bueno, porque suele ser un hombre de campo, apegado a la tierra. Pero hay buenos soldados en todos lados. En Cataluña y el País Vasco los ha habido extraordinarios.
P.–En las campañas italianas del Gran Capitán, los franceses se quejaban mucho de las triquiñuelas de los soldados españoles, criados en la guerra contras los moros y sus sistemas de guerrilla. No nos consideraban muy caballerosos
–Cada ejército tiene su impronta. Los tercios españoles fueron espectaculares y dominaron el mundo casi doscientos años. Los franceses tenían un ejército con un gran número de aristócratas, en el que tenía mucha importancia la caballería. El Gran Capitán ha sido uno de los mejores soldados que ha tenido España. Fue un pionero en la organización de las batallas. Sus tácticas se estudian en todas las grandes escuelas de Estado Mayor.
P.–Le fallaron las cuentas, ¿no?
–Lo de las famosas cuentas fue un cabreo del Gran Capitán con el mando. No le hizo gracia que con todo lo que estaba haciendo se le exigiese la contabilidad de sus campañas, por lo que mandó unas cuentas que eran un poco de cachondeo.
P.–El soldado español tenía fama de bravo, pero también de indisciplinado. El propio Hitler sentía admiración por lo primero, pero criticaba lo segundo.
–Más que indisciplinado, que no lo es, Hitler criticaba su falta de policía en la uniformidad. Eso de no llevar todos los botones de la guerrera abrochados perfectamente, su descuido en los saludos protocolarios... La División Azul protagonizó la última gran batalla de un ejército español, krasny Bor, donde unos 5.000 españoles se enfrentaron a 45.000 soldados soviéticos apoyados por blindados y una poderosa artillería. Los rusos, pese a sus continuas cargas multitudinarias, no pudieron con ellos y tuvieron que embolsarlos. En el libro anterior queríamos contemplar esta batalla, pero sin el apoyo de la Fundación Caja Rural y la Cátedra General Castaños, porque estimaban que podía estar en contra de la Ley de Memoria Histórica. Lo publicamos aparte.
P.–¿Cuál ha sido el mejor momento del Ejército español?
–El momento cumbre fueron los tercios, cuando éramos dueños de Europa y los ingleses todavía no habían construido su gran poderío naval. Fue un momento excelente en cuanto a mando y organización. El camino Español es una muestra de ello.
P.–El Camino Español, aclaramos, fue una gran ruta logística que atravesaba Europa desde Italia hasta Flandes para abastecer de hombres y material a los tercios que estaban allí luchando. Ahora se está intentando que la Unión Europea lo reconozca como camino cultural.
–Para su época fue un grandísimo logro. Hay gente que lo hace todos los años, como el Camino de Santiago. El teniente general retirado César Muro Benayas, que mandó la UME, está haciendo mucho por recuperarlo y es el fundador de los Amigos del Camino Español de los Tercios que lucha por el reconocimiento que se merece. Lo malo es que muchos españoles no lo conocen.
Es necesario que la población adquiera mayor conciencia de defensa y seguridad nacional
P.–España no ha cuidado mucho su historia, y menos la militar.
–Mucho de lo que se ha escrito sobre historia de España lo han hecho sus enemigos, que forjaron la leyenda negra. Pero eso ha cambiado. Incluso en Argentina y México hay un movimiento que reivindica la labor de España en sus países.
P.–Ser soldado y culto, pese a las caricaturas, nunca fueron cosas contradictorias. Ahí está Cervantes y el famoso discurso de las Armas y las Letras de don Quijote: “nunca la lanza embotó la pluma, ni la pluma la lanza”.
–Cervantes fue un gran soldado y participó en la que quizás fue la batalla más importante de España, Lepanto. Pero desde luego no es el único soldado-escritor. Por citar solo uno más: Garcilaso de la Vega.
P.–La lista es enorme, desde el Inca Garcilaso hasta Cadalso. Antes hablamos del mejor momento del Ejército español, pero ¿cuál fue el peor?
–Los años veinte del siglo pasado, con el Desastre de Annual. En general todo empezó a ir mal desde que la invasión napoleónica desató las independencias de los países americanos. Pero el peor periodo fue el Desastre de Annual. Fue un momento en el que el pueblo estaba en contra de las Fuerzas Armadas. La gente no quería que sus hijos hiciesen el Servicio Militar. No entendía que muriesen por defender al sultán de Marruecos. Porque hay que recordar que aquello era un protectorado, no una posesión española. La misión era defender al sultán de los insurrectos.
P.–El famoso Abd el-Krim, que fue un auténtico dolor de cabeza para España.
–Abd el-Krim era una persona muy brillante e instruida, formada por los españoles. Pero el que tenía una mayor capacidad y conocimientos militares era su lugarteniente y hermano Mhamed. En Annual hubo muchos fallos del mando.
Abd el-Krim era una persona muy brillante, pero el que tenía capacidad militar era su hermano Mhamed
P.–Todos los ejércitos han sufrido derrotas humillantes y dolorosas, como la desastrosa retirada de los británicos de Kabul, en 1842.
–Pero, en general, España ha disfrutado de más victorias que derrotas. ¿Cómo si no hubiésemos podido mantener un imperio durante más de 300 años?
P.–¿Quién perdió Trafalgar, los franceses o los españoles?
–Está claro que el mando de la flota franco-española estaba a cargo del almirante francés Villeneuve. Cometió muchos errores. Nuestros marinos no estaban de acuerdo con sus órdenes... Pero bueno, en esa época Francia mandaba mucho, y nuestro rey estaba muy constreñido por la autoridad de Napoleón. Vino a ayudar y nos costó echarlo toda una Guerra de Independencia. Por el camino, perdimos la flota y el imperio.
P.–En el libro aparecen batallas muy desconocidas para el gran público, como la de las Dunas.
–Fue una batalla naval entre una flota española y otra holandesa, en 1639, cerca de la costa de Inglaterra y enmarcada en la Guerra de los Ochenta Años. Fue una derrota. Ese capítulo está escrito por un marino de guerra, Antonio Ruibérriz de Torres.
P.–La otra batalla bastante desconocida es la de Jemmingen.
–Esa fue terrestre y muy anterior, en 1568, pero también dentro de la Guerra de los Ochenta Años. Fue una gran victoria para el ejército de la Monarquía Hispánica, que estaba mandado por el Gran Duque de Alba. El ejército holandés de Luis de Nassau quedó totalmente destruido.
P.–En el libro también se habla de una de las derrotas más dolorosas de la historia de España, Rocroi, que dicen que marca el inicio del declive de los Tercios y, por tanto, de la Monarquía Hispánica.
–Sin embargo, esa visión está hoy en entredicho. Hay gente que defiende no fue una derrota, aunque sus consecuencias fueron malas para España.
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