“Más que el plátano de Cattelan, me sorprende lo que ganan los futbolistas”
Jimena Blázquez | Directora del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo
La actual directora del CAAC puede presumir de una dilatada experiencia en el mundo del arte contemporáneo
Fue la mujer que pensó y dirigió durante años la Fundación Montenmedio
Tiene una languidez chic y un estar en el mundo que delata su buena educación. Jimena Blázquez (Cádiz, 1974) es desde hace un año la directora del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). No fue una decisión caprichosa del anterior consejero de Cultura. Doctora en Historia del Arte formada con los mejores, Premio al Coleccionismo Nacional, mujer influyente según la revista Forbes, miembro del Patronato de la fundación ARCO... Jimena Blázquez es, ante todo, la mujer que pensó y dirigió durante años la Fundación Montenmedio, una especie de ‘parque natural’ del arte contemporáneo en el que los visitantes pueden pasear entre pinos y obras realizadas por los mejores artistas internacionales y que, como se dice ahora, ha colocado a Vejer de la Frontera en el mapa de la cultura europea. Jimena Blázquez llega al CAAC con la idea de convertirlo en un museo no solo para mirar, sino, como ella afirma, “generar emociones”. Entre sus publicaciones más importantes destacan la ‘Guía de Buenas Prácticas. Proyecto de Arte Contemporáneo en espacios públicos, naturales y urbanos’, y el catálogo ‘La Naturaleza como Atelier’.
Pregunta.–Me impresionó mucho que usted estuviese en la lista Forbes de las cien mujeres más influyentes de España.
–A mí también [risas]
P.–Es inevitable empezar con el plátano de Maurizio Cattelan , vendido por 6,2 millones de dólares. ¿Usted lo hubiese comprado?
–Creo que Maurizio Cattelan es hoy un artista fundamental en el mundo del arte. Pertenece a una trayectoria que se remonta a Duchamp o el propio Warhol. Viene de un discurso consolidado que no surge de la nada. Es el autor de obras fundamentales, siempre con un humor muy negro. Yo estaba en Art Basel Miami cuando se produjo la venta. Hemos caído en la red de Maurizio Cattelan. Él ha tirado un plátano en forma de boomerang y nosotros lo hemos cogido. Lo ha comprado un chino que se ha puesto por nombre Justin Sun, un magnate de las criptomonedas. En vez de encargar una millonaria campaña de marketing ha comprado la obra de Maurizio Cattelan y ahora todo el mundo habla de él y de sus criptomonedas. El autor ha mostrado a la sociedad el punto en el que estamos.
P.–¿Y este tipo de arte no ha tocado techo?
–Desde los impresionistas, es normal que el arte contemporáneo no sea comprendido por la sociedad de su momento. Hay que creer en el arte contemporáneo, en la creatividad del momento, de esos artistas que como Maurizio Cattelan nos hablan de la sociedad de consumo de hoy. Más que el plátano de Cattelan, me sorprende lo que ganan los futbolistas.
P.–Coleccionista, doctora en Historia del Arte, gestora cultural... ¿Cómo arrancó su vocación?
–Desde que tenía siete u ocho años le dije a mi madre que quería ser historiadora del Arte. Como en mi colegio no se ofertaba esta asignatura me pusieron una profesora particular. Después de haber estudiado todas las épocas me di cuenta de que lo que yo quería era trabajar con los artistas de mi época, apoyarlos, enfrentarme a una obra que no entendiera e intentar descifrarla. Me formé en Londres, Florencia y París. Para hacer el doctorado decidí volver a mi tierra, a la Universidad de Cádiz.
P.–¿Sobre qué fue su doctorado?
–Sobre la recuperación de espacios abandonados para la cultura, como este monasterio de la Cartuja donde nos encontramos, o el Reina Sofía, que fue un hospital, o la Tate de Londres, que antes era una central eléctrica...
Desde los impresionistas, es normal que el arte contemporáneo no sea comprendido
P.–Su trayectoria profesional está muy vinculada a la creación y dirección de la Fundación Montenmedio, ese maravilloso museo al aire libre en Vejer de la Frontera que permite darnos un largo paseo por la naturaleza al tiempo que vemos obras de arte contemporáneo hechas ‘in situ’.
–Cuando acabé la carrera estuve trabajando cinco o seis años en París con el que ha sido mi mentor, Marc Blondeau, un asesor de colecciones y museos. Investigábamos sobre ciertas obras y cómo podían encajar en las colecciones. Pero quise volver a mi tierra con la pretensión de que los artistas conociesen el sur de España, Andalucía. Un lugar para hablar de inmigración, de cruces de culturas, de encuentro entre el Atlántico y el Mediterráneo. Un lugar, en definitiva, que puede ofrecer un contexto de creatividad único. Quería darle a los artistas la oportunidad de hacer proyectos en contextos distintos a los habituales. Es decir, no les ofrecía el cubo blanco, sino el paisaje meridional. Escribí a algunos que ahora son muy conocidos, pero que entonces no lo eran tanto, como Marina Abramovic o el mismo Maurizio Cattelan. Era una manera de trabajar in situ, involucrando a la industria local y produciendo desde el sur. Ahora, todo el mundo habla mucho de site-specific, de medioambiente, de trabajar con lo local, pero entonces no eran discursos tan habituales.
P.–Hablemos de su faceta como coleccionista. ¿Cuándo nació?
–Con los primeros ahorros que hice trabajando en verano en galerías o de documentalista. Cuando tuve una cierta suma me fui a Arco y me compré un cuadro de una artista colombiana que se llama Vicky Neumann, a la que después no le he hecho un seguimiento, pero sigo teniendo esa obra.
P.–¿Y la última adquisición?
–Una de un artista mexicano, Manuel Solano.
P.–¿Cómo tuvo usted el valor de aceptar la dirección del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC)?
–Es cierto que la Fundación Montenmedio ha sido mi proyecto de vida, pero cuando me llamaron para dirigir el CAAC lo vi como un reto. Para mí es uno de los museos más bonitos de España y Europa. Pensé que lo tenía que hacer y que estaba preparada. Era una responsabilidad, no solo personal, sino también para dar voz y apoyar a muchos artistas.
P.–¿Qué tal con la nueva consejera de Cultura?
–Muestra mucho interés y viene a los montajes.
P.–¿Pero manifiesta ese interés en forma de presupuesto?
–Tenemos el apoyo absoluto de la Consejería y estamos muy contentos, pero siempre estaría bien disponer de un poco más de dinero. Hay que tener en cuenta que el CAAC es una institución que, por su envergadura, es el buque insignia del arte contemporáneo en Andalucía. Eso sí, por falta de dinero nunca hemos dejado de cumplir con nuestra programación. Tanto es así que incluso hemos hecho más cosas de las que teníamos previstas. Hemos creado un ciclo de danza gratuito que ha sido un éxito increíble, un ciclo de pensamiento, traído a artistas como Delcy Morelos...
Mi primera obra me la compré con el dinero ahorrado con trabajos de verano. Fue un cuadro de Vicky Neumann
P.–¿Hacia dónde quiere llevar el CAAC?
–El proyecto de mi equipo es crear un museo polifónico, actual, no tanto de ver como de crear sensaciones, emociones. Así deben ser los museos del siglo XXI. Lo observamos en la instalación que tenemos ahora de Delcy Morelos: hueles, tienes ganas de tocar... Uno debe salir del CAAC emocionado. En definitiva, queremos hacer un museo vivo, multidisciplinar, que hable de la sociedad de hoy, que es multifacética.
P.–¿Qué tal con los artistas?
–Una de las primeras cosas que hice cuando llegué al cargo fue visitar a los artistas en sus estudios, tanto en Sevilla como en otros lugares de Andalucía. De ahí salió la idea de la exposición Tablao, que tenemos ahora en el Centro. En nuestra sede de Córdoba hemos abierto la posibilidad a los artistas de trabajar de forma multidisciplinar. Por ejemplo, pusimos en contacto a Mercedes Azpilicueta con el colectivo Vaivén para que su exposición estuviese de alguna forma activada a través de la danza y la performance. Queremos ofrecer oportunidades que no dan otros centros más rígidos.
P.–¿Y las galerías?
–Yo creo mucho en el mundo del arte. Cada uno tiene su rol: los comisarios, los galeristas, los coleccionistas, las instituciones públicas y privadas... hay que trabajar entre todos para apoyar la cultura.
P.–Estamos asistiendo a la extinción del pequeño y mediano coleccionista de arte, que son el soporte de muchos artistas.
–Por eso, exposiciones como Tablao sirven para promocionar a artistas locales que están empezando y son muy asequibles. Pero en este trabajo con los coleccionistas son muy importantes los galeristas. Actualmente asistimos a una saturación de ferias, prácticamente hay una cada semana, lo que provoca un hartazgo. Hay que repensar el sistema, tener un diálogo más cercano con las galerías en un ámbito más íntimo. Es mucho más interesante una visita a una galería y mantener un contacto con el artista que ir a una feria donde hay cien mil galerías y ya no sabe uno cómo mirar las obras. En esto, las instituciones tenemos un papel importante.
P.–Uno de los problemas históricos del CAAC es su conexión con la ciudad de Sevilla, tanto física como intelectualmente.
–Me he encontrado un museo un poco desconectado. Era la primera que no recibía mucha información del CAAC. En un año que llevamos aquí hemos subido un 22% el público que nos visita. Por eso estamos trabajando esa idea del museo vivo. Que el espacio se llene los domingos o los sábados haya colas es una satisfacción enorme. Poco a poco vamos borrando esa idea de que el CAAC está muy lejos. Se puede venir de muchas formas: caminando por la pasarela, en bicicleta... Además, estamos creando vínculos fuertes con el Museo de Bellas Artes, dando , por ejemplo, información del CAAC a sus visitantes. Cuando hicimos la exposición de Manuel Salinas creamos también un vínculo con la Casa Salinas en el Barrio de Santa Cruz.
P.–Están echando anzuelos en el centro.
–Sí, hay que conseguir que la gente pregunte extrañada: ¿pero no has estado nunca en el CAAC?
P.–Las adquisiciones en un museo suele ser un asunto peliagudo.
–Ahora mismo estamos en un proceso de revisión de la colección, que es uno de los frentes que me encontré abierto. No quería lanzarme a hacer una serie de adquisiciones sin la información suficiente sobre una colección que es muy amplia. El estudio ya está dando sus frutos. El presupuesto lo hemos gastado principalmente en mejorar el contenedor, en el museo. Digamos que lo hemos abierto, hemos cambiado la taquilla, estamos mejorando la página web... Estamos creando las bases materiales para que el CAAC pueda ser un espacio vivo.
P.–¿Cuáles son las virtudes de la colección?
–La cantidad de autores andaluces e internacionales que figuran en la misma. Ahora vamos a trabajar en rellenar los huecos que existen y abrir nuevas líneas. Seguiremos apoyando a los artistas andaluces, pero creo que hay muy pocos artistas sudamericanos, portugueses o norteafricanos... gente de nuestro entorno que tienen una visión del sur muy global. Nuestro punto de partida siempre debe ser el sur. A partir de enero empezaremos con las adquisiciones. En el pabellón del siglo XV, cuyas obras esperemos que estén acabadas en 2026, habrá tres salas permanentes dedicadas a la colección.
El proyecto de mi equipo es crear un museo polifónico, actual, no tanto de ver como de crear emociones
P.–Pérez Villalta estaba muy enfadado con el CAAC por el trato que se le había dado a su legado.
–Cuando yo llegué, Guillermo Pérez Villalta estaba haciendo una serie de donaciones y depósitos. Pero digamos que no se le prestó la atención que merecía. Enseguida nos reunimos y hemos preparado una estrategia en la que estamos trabajando con él y sus asesores. Queremos darle más visibilidad, custodiar su obra como se merece, trabajar en un catálogo razonado, ayudarle a gestionar su casa-museo de Tarifa... Ya hablamos de una posible nueva donación.
P.–Hay un tópico que dice que Sevilla no se lleva bien con el arte contemporáneo.
–Sin embargo, a mí me gustaría resaltar el papel fundamental que tiene el arte contemporáneo en esta ciudad. A mí todo el mundo me decía que Sevilla estaba demasiado ligada a su pasado, pero yo estoy sorprendida. Sevilla es una ciudad muy vinculada a lo moderno y lo contemporáneo. El sur, lo popular, lo tradicional es hoy una fuente de inspiración para los artistas, una manera de excavar para encontrar la esencia de lo que somos las sociedades actuales. Creo que estamos en un sitio ideal para eso. No conozco a un solo artista que no haya querido venir cuando lo hemos invitado. Sevilla es una ciudad muy plural, muy abierta. Aquí encuentras mucha generosidad y ganas de trabajar con los artistas. Lo hemos visto con Delcy y los agricultores y con numerosos artesanos que hemos llamado y vamos a seguir llamando. Sorprende su altura de miras.
P.–¿Artesanos?
–Este es un museo que quiere adaptarse a los objetivos de sostenibilidad, de trabajar con lo local. Ahora estamos colaborando con un centro de cerámica en Gelves. Queremos traer lo tradicional a lo contemporáneo
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