“En el Patio de Banderas habría que hacer algo parecido al Antiqvarivm”
José Beltrán Fortes | Catedrático de Arqueología de la US
Hablamos con este destacado arqueólogo de las certezas y dudas que tenemos sobre Hispalis, una realidad histórica que tradicionalmente ha sido muy desconocida para los sevillanos

José Beltrán Fortes (Vélez-Málaga, 1959) es un ejemplo del buen nivel de la actual arqueología sevillana. Lo hemos buscado para hablar de la ciudad romana, Hispalis, una realidad histórica y arqueológica muy desconocida para la gran mayoría de los sevillanos, pese a la retórica ‘romanista’ de la que hacemos gala. Catedrático de Arqueología de la Universidad de Sevilla desde 2010 y profesor titular en la misma desde 1990, este malagueño es un pilar de la acción cultural de la Hispalense, con la que ha comisariado importantes exposiciones, de las que destacamos la dedicada a la gipsoteca, la magnífica colección de copias en yeso de esculturas clásicas, que se puede ver permanentemente en las galerías de la Fábrica de Tabacos. Además, entre 2016 y 2021 fue director de la Editorial de la US. Como investigador se ha especializado en diferentes campos: arqueología hispanorromana, epigrafía romana, historiografía arqueológica (disciplina de la que es pionero en Andalucía), y arqueometría aplicada a la arqueología. Es autor o coordinador de unas 50 monografías y ha escrito unas 300 publicaciones científicas entre artículos de revistas, ponencias de congresos, fichas, etcétera. También es miembro correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán, académico numerario de la Real Academia de Antequera y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia por Sevilla.
Pregunta.–Sevilla suele presumir de romana, pero el ciudadano medio desconoce la historia verdadera de su pasado romano. Tanto que llamaba a Itálica ‘Sevilla la vieja’, casi como si Hispalis no hubiese existido.
–Son muchos los factores que han propiciado ese desconocimiento al que apunta. El primero de ellos ha sido la escasez de restos romanos emergentes. Los únicos signos visibles de Hispalis fueron durante mucho tiempo las columnas de la calle Mármoles, dos de las cuales se trasladaron a la Alameda de Hércules. Es muy importante también la cercanía a Sevilla de ese “yacimiento de prestigio” que es Itálica, que ya desde el siglo XVIII, en tiempos de Francisco de Bruna, hizo que todo el interés arqueológico se focalizara en esta ciudad. Asimismo, hay que tener en cuenta la dificultad de excavar en Sevilla debido a las aguas freáticas. Durante mucho tiempo, el conocimiento de Hispalis se basó en la interpretación anticuarista de Rodrigo Caro (siglo XVII) que era completamente errónea. La primera excavación arqueológica que puede considerarse como tal en Sevilla la hizo Francisco Collantes de Terán, en 1944, en la Cuesta del Rosario, que él interpretó como unas termas, algo que no es cierto. Sin embargo, Collantes tiene el mérito de que fue el primero que hizo una interpretación de la ciudad romana .
P.–Pues sí que es tardía esta primera excavación.
–El siglo XIX fue un siglo en blanco, si exceptuamos la excavación que hizo, en 1860, el duque de Montpensier en la necrópolis de Eritaña, que entonces era de su propiedad. Allí encontraron cinco tumbas romanas y sus ajuares de los siglos II y III d. C., que formaban parte de la extensa necrópolis meridional de Hispalis. Estos restos, que fotografió Jean Laurent, los musealizó el duque en San Telmo, en el Salón de los Espejos. Lamentablemente, han desaparecido
P.–¿Y cuál fue la principal aportación de la visión de Hispalis de Collantes de Terán?
–Una muy importante: diferenció las murallas islámicas de las romanas.
P.–Hasta hace dos días, la Diputación de Sevilla ponía en su web que las murallas islámicas de la Macarena eran romanas.
–Ese error se debe a que, cuando la destrucción de las murallas en la segunda mitad del XIX, las academias sevillanas, para evitar que se derribase el tramo que aún permanece en pie en la zona norte, asegurasen que las había construido César, para que así fuesen declaradas monumento y salvarlas.
El duque de Montpensier excavó en 1860 la necrópolis de Eritaña, donde encontró cinco sepulcros romanos
P.–Antes ha mencionado el nombre de Francisco de Bruna, usted prologó la reedición que la Universidad hizo de su biografía, escrita por Romero Murube.
–Cuando nos referimos al siglo XVIII, se suele hablar de la “Sevilla de Olavide”, pero yo defiendo que habría que hacerlo de la “Sevilla de Francisco de Bruna”, que fue un personaje fundamental en la ilustración hispalense, sobre todo en las últimas décadas de la centuria. Entre otras cosas, Francisco de Bruna y Ahumada fue el creador en nombre del Rey de la Colección de Inscripciones y Antigüedades de la Bética, el primer museo público de Sevilla y germen del actual Arqueológico. Se ubicaba en dos salas del palacio de Alfonso X del Alcázar. La mayoría de las piezas provenían de excavaciones realizadas en Itálica, ya que no hizo ninguna en Sevilla.
P.–Sobre Hispalis tenemos más enigmas que certezas. Empecemos con uno de los más importantes: El foro. Todavía es muy común decir que estaba en la Alfalfa, algo que parece no fue así.
–Tras las investigaciones de Collantes, Antonio Blanco Frejeiro fue el que estableció, desde un punto de vista teórico, un diseño de los ejes básicos de la ciudad romana. El problema es que se guiaba por el callejero actual, lo cual sabemos ahora que no es posible, porque durante la Sevilla Almorávide-Almohade hubo una profunda alteración del callejero.
P.–Y en ese esquema, el foro de Hispalis -centro administrativo, político, religioso y económico– estaba en la Alfalfa.
–Exacto, era el sitio donde Blanco creía que se cruzaban el cardo (el eje norte sur que iría por calle Alhóndiga y calle Abades, pasando por la Alfalfa) y el decumano máximo (el eje este-oeste que iría desde la puerta de Carmona hasta la Alfalfa por la calle Águilas , sin que a partir de ahí se detalle más su recorrido). Aunque en otras ciudades algunas plazas antiguas se han perpetuado, esto, como hemos visto, no sucedió en Sevilla. Pero la gran aportación de Blanco es que introdujo el debate sobre estas cuestiones. Otra de sus innovaciones era lo que él llamó el Foro de las Corporaciones, un foro portuario que estaría en la zona de la Catedral. Para ello se basó en las inscripciones aparecidas al pie de la Giralda y en la existencia de unas termas del siglo II que estarían por la zona de la calle Abades, cuyos restos subterráneos eran conocidos desde el siglo XVII y Rodrigo Caro llamaba “los laberintos”.
P.–Entonces, según Blanco, Sevilla tenía dos foros.
–Sí, pero en estudios posteriores de Juan Campos –que también ya están superados– se incorpora un tercer foro. El esquema sería: un foro de la época republicana (calle Mármoles), el foro de la época colonial-imperial (plaza de la Alfalfa-San Salvador) y el foro portuario (Catedral). Pero sobre la existencia del foro colonial-imperial hay más que dudas razonables, inducidas por el desnivel topográfico que entonces había en esa zona y la excesiva cercanía a la muralla. Además, cuando se excavó la Iglesia del Salvador no apareció ningún resto de este hipotético foro. Lo que sí apareció en la Plaza de la Pescadería es un Castellum Aquae. Es decir, una gran cisterna. Nunca se iba a construir una infraestructura de este tipo en un foro.
P.–Sería como levantar un gran depósito de Emasesa en medio de la Plaza Nueva.
–Algo así.
P.–¿Cuál es la importancia de la cisterna de la Plaza de la Pescadería?
–Era el final de los caños de Carmona. Su finalidad era el almacenamiento del agua que llegaba para su posterior distribución urbana. En Itálica hay también uno, pero está fuera de la ciudad. Estos Castelum Aquae siempre están formados por tres depósitos conectados entre sí.
P.–Pero en La Pescadería hay sólo un depósito.
–No, hay dos más que no se excavaron.
P.–Y después de todo lo visto ¿dónde piensa usted que pudo encontrarse el foro de Hispalis?
–No tenemos documentación arqueológica, pero la hipótesis más plausible es que el foro estuviese en el entorno de la calle Mármoles, tanto en la época republicana como en la imperial.
Cuando se trata del XVIII, se habla de la ‘Sevilla de Olavide’, pero habría que hacerlo de la ‘Sevilla de Bruna
P.–¿Y el portuario?
–No hay evidencias arqueológicas para afirmar que hubo un foro portuario.
P.–La principal evidencia del foro de la zona de Mármoles son las grandes columnas que todavía se encuentran allí.
–Unos fustes magníficos, probablemente del siglo II. Son de granito, de unas canteras imperiales del alto Egipto. Probablemente su llegada a Hispalis se debió a Adriano. Pero los estudios que ha hecho Daniel González Acuña señalan a que estas columnas fueron reutilizadas en el siglo VI.
P.–Es decir, que la calle Mármoles no fue su primera ubicación.
–Así es, serían trasladadas desde algún otro edificio no muy lejano, que se ubicaría en el mismo foro. Probablemente pertenecerían a un templo hexástilo pagano. Esta operación entraría dentro de la gran transformación de la Sevilla tardoantigua, ya cristiana. Las columnas pasarían a formar parte del episcopio, el gran centro episcopal. Hay que tener en cuenta que, en general, en las ciudades tardoantiguas, los foros paganos se van transformando en los centros de las ciudades cristianas. En estos momentos, los obispos son las figuras más importantes de estas comunidades urbanas.
P.–Es curioso como en esta época se reutilizaban los materiales de los edificios.
–Es algo muy común en las ciudades tardoantiguas. A partir del siglo III decayó mucho la actividad en las canteras del imperio y había que reciclar para encontrar materiales.
P.–Hablemos de las muy escurridizas murallas romanas. Recientemente, surgió por primera vez un fragmento en una excavación por unas obras de un hotel en la Plaza de San Francisco.
–Sí, pero como bien dijo el arqueólogo responsable de la misma, Álvaro Jiménez, este fragmento corresponde a una ampliación de la ciudad en el siglo III d. C. , probablemente porque el cauce del río se había desplazado hacia el oeste, lo que permitiría agrandar la urbe. Las murallas servirían también de defensa contra las avenidas del Betis.
Las columnas de Mármoles fueron reutilizadas para formar parte de un gran centro episcopal
P.–¿Y no hay ningún resto más de la muralla?
–Hay unos restos en la Encarnación con los que se ha especulado, pero no hay ninguna seguridad. De las murallas romanas se han propuestos varios trazados, pero no hay ninguna certeza.
P.–De lo que sí tenemos ya seguridad es de la gran importancia que tuvo el puerto de Hispalis en tiempos de Roma.
–Se ignoraba esa importancia porque se desconocía esa paleogeografía que hacía que Hispalis se encontrara muy cerca del Lago Ligustino, que ya se estaba colmatando, pero que, con marea alta, aun permitía llegar a Hispalis a grandes barcos que, como decía Estrabón, venían de Roma y de otros puntos del Mediterráneo. Sevilla ya fue el gran puerto del Bajo Guadalquivir en época romana. No la hicieron puerto de América por casualidad. Cuando Augusto organiza la nueva provincia de la Bética, la capital será Córdoba, pero la del Conventus Hispalensis será Sevilla, no Itálica. Y lo fue por su puerto. Aquí hubo unas atarazanas militares que, en época de César, tuvieron mucha importancia, como ha afirmado Salvador Ordóñez.
P.–El puerto se ubicaba en la zona Sur, donde hoy está el Patio de Banderas, la calle San Fernando, la Avenida de Roma...
–Ahí estaba la zona más importante, pero toda la ribera antigua, hasta la Encarnación, incluso hasta el gran alfar que se encontraba en el actual Parlamento de Andalucía, tenía actividad portuaria. También estaban las instalaciones del Tagarete, en la actual Florida.
P.–Otro misterio es la basílica tardoantigua de San Vicente, la que arrasan los vándalos. Se ha buscado y nunca se ha encontrado. ¿Se sabe algo?
–Nada.
P.–¿Pero existió?
–Según las fuentes, sí. Debió de existir en algún lado. Se vinculó al Salvador, pero, como vimos antes, cuando se excavó allí no se encontró nada romano de importancia.
P.–También se especuló con el Patio de Banderas.
–Eso fue porque se encontró lo que Bendala llamó un baptisterio, al lado de donde excavó posteriormente Tabales, quien no encontró ninguna basílica.
P.–Es curioso como puede desaparecer un edificio que tuvo que ser muy grande.
–Fíjese en el Teatro de Córdoba, quedan cuatro piedras. En parte se debió a que estos edificios fueron usados para conseguir materiales constructivos para los de nueva planta, pues no había cantería. Como dijimos antes, en el siglo III d. C. las canteras romanas entraron en crisis. En Almadén de la Plata y en Mijas, las dos más importantes de la Bética, se ve claramente. Cuando expolian Singilia Barba, una ciudad romana que está al noroeste de Antequera, dicen que es una cantera donde los sillares ya salen hechos.
P.–La puesta en marcha del Antiqvarivm, en las Setas, fue un hito importante en el conocimiento de los sevillanos de su pasado romano. Sin embargo, otros restos como la cripta arqueológica del Patio de Banderas o el Castellum Aquae de Pescadería están cerrados.
–Los restos de la Pescadería están musealizados, pero no se puede acceder a ellos, solo en momentos puntuales. Habrá que ver como está eso después de las últimas lluvias. La cripta del Patio de Banderas también está cerrada y se ha inundado con las borrascas. En el Patio de Banderas habría que hacer algo parecido al Antiqvarivm, cuyo proyecto también se tiene que completar tal como lo pensó Fernando Amores. Son las dos grandes asignaturas pendientes actualmente. Había un proyecto de hacer un túnel desde el Alcázar a la cripta para integrarla en la visita al monumento.
También te puede interesar
Lo último