Camila Ferraro | Cocinera
“Un menú degustación es, al fin y al cabo, una sucesión de tapas”
Consuelo Varela y Juan Gil | Americanistas
La sevillana editorial Athenaica acaba de publicar la que ya se considera como la edición definitiva de los textos y documentos completos de Cristóbal Colón, el trabajo de toda una vida de Consuelo Varela, que ha contado con el apoyo indispensable de su marido, Juan Gil. Este matrimonio de sobra es conocido en el ambiente académico e intelectual sevillano. Consuelo Varela es una de las máximas expertas en la figura del almirante y dirigió la Escuela de Estudios Hispano-Americanos (CSIC) desde 1993 a 2000. Entre sus libros destaca la biografía ‘Cristóbal Colón: retrato de un hombre’. Por su parte, Juan Gil es miembro de la Real Academia Española (el único actualmente con residencia en Sevilla) y catedrático jubilado de Filología Latina. Sin embargo, sus muchos y variados intereses intelectuales han hecho que dedique parte de sus trabajos a la Historia de América, con obras fundamentales como los tres tomos de ‘Mitos y utopías del Descubrimiento’ (también editados por Athenaica). La entrevista se produce en la bonita casa que el matrimonio tiene en el centro de Sevilla, entre libros y plantas y, sobre todo, la amabilidad y hospitalidad de un matrimonio fundamental en las humanidades españolas.
–Parece que esta es la edición definitiva de una obra en el que llevan cuarenta años trabajando, especialmente Consuelo: los textos y documentos completos de Cristóbal Colón. ¿Qué aporta esta nueva edición?
–Consuelo Varela (CV). Podemos decir que es una edición novísima, porque aunque se habían hecho muchas reimpresiones, con los años nos hemos dado cuenta de algunas imperfecciones, especialmente Juan: palabras que habíamos separado mal o que significaban una cosa distinta a la que creíamos.
–Podemos decir que en este libro editado por Athenaica están todos los textos que conocemos de Colón.
–Juan Gil (JG). Sí, se podrían añadir algunos textos paralelos, que no fueron escritos por Colón, como las cartas que le mandaron, a las que Consuelo y yo le dedicamos un libro. Pero eso ya es otra cosa. Yo creo que damos por terminado este trabajo. Quizás dentro de 30 años volvamos a hacer otra edición.
–Espero estar yo para hacer la entrevista.
–(JG). Quedamos emplazados para dentro de 30 años.
–¿Cómo es eso de trabajar con tu cónyuge?
–(CV). Discutimos constantemente.
–(JG). Es muy incómodo. Parece que es fácil, pero no lo es. Evidentemente hay criterios diferentes, pero al final logramos reconducir las cosas, porque somos una pareja bien avenida. Siempre llegamos a un acuerdo.
–Pese a ser una de las grandes figuras de la historia, se conoce poco de Colón. ¿A qué se debe esta oscuridad?
–(CV). Él mismo lo quiso así. Aunque ahora sabemos muchas más cosas de las que sabíamos hace 30 años. Por ejemplo, ahora sabemos que en el primer viaje hubo un negro que era criado de Colón, Juan Portugués, pero casi nadie se ha enterado porque no se lee a los historiadores.
–¿Cuáles son las grandes incógnitas que os llaman la atención?
–(CV). La firma es una de las grandes incógnitas, ese anagrama tan complicado que no se sabe muy bien qué quiere decir.
–(JG). Parece que sobre la cuna ya no hay ninguna duda. Era Genovés. Hay personas que creen que era portugués, porque a veces escribe castellano con algunas palabras portuguesas, pero eso es normal en alguien que vivió tantos años en Portugal.
–(CV). Anunciada Colón de Carvajal ha vuelto a editar los pleitos colombinos, con la novedad de una parte que no se conocía. Ahí, Hernando Colón dice claramente que su padre es genovés, con lo cual...
–(JG). Todos esos que hablan de un origen catalán o gallego solo quieren rizar el rizo.
–(CV). Está claro que no era español y mucho menos que fuese pariente del Rey, como se ha afirmado. Si hubiese sido así ya se habría encargado él de decirlo.
–¿Cómo era Colón?
–(CV). Era un hombre enfermo. Tenía mal los riñones. No veía bien y lógicamente llevaría gafas. Se quedó calvo muy pronto...
–Por lo que se ve era un hombre ambicioso.
–(JG). Firmó unas capitulaciones con la Corona exageradas: el 10% de las ganancias de las Indias. La Corona luego se negó a cumplirlas. Y luego están los títulos que exigió: almirante puede, pero virrey de todas las Indias... Era demasiado.
–Pero la Corona aceptó.
–(JG). Los Reyes Católicos se equivocaron. Creo que no tenían muchas esperanzas de que aquello saliese bien. No esperaban la magnitud que iba a tomar todo.
–(CV). La gran característica de la personalidad de Colón es su afán por aprender. Era un hombre al que le interesaba todo. Eso es muy importante en una persona. Y no se recalca demasiado en Colón. Es un hombre que escribe muy bien. Se nota que ha escrito mucho. En el cuarto viaje tiene una descripción de una tormenta que es una auténtica maravilla.
–En el diario del primer viaje tiene momentos muy hermosos, como cuando para describir el buen tiempo que hace apunta: “y era el tiempo como por abril en Andaluzía”.
–(CV). O en una carta que le escribe a su hijo. Ha llovido mucho y le dice que no puede mover las manos, que apenas puede coger la pluma para escribir. A mí me recordó a mi madre, que también tenía artrosis.
–O como cuando para hablar de la bonanza de la mar anota “como en el río de Sevilla”.
–(CV). Para él Sevilla es una ciudad muy próxima. Aquí es donde prepara las armadas, donde vive su cuñada y sus hermanos. O sus hijos cuando no están en la corte.
–Colón ha pasado de ser un personaje mitificado a que sus estatuas rueden por el suelo en América. ¿Qué fue del Columbus day?
–(CV). La Revolución Americana, para acentuar su separación de Inglaterra, ensalzó la figura de Colón como descubridor de América. Incluso le llamó a un territorio Columbia. En eso tuvo mucho que ver un primer grupo de senadores de origen italiano. La voz “Colón” en la Enciclopedia Americana lo presenta como un genovés que envía dinero a sus padres y es muy religioso. Es decir, crean un mito.
–¿Se puede decir que Colón es un mito más norteamericano que español?
–(CV). Lo crearon como tal.
–(JG). Lo cierto es que la biografía de colón clásica es la de Washington Irving, un americano. En España está Navarrete, pero a nadie se le había ocurrido escribir una biografía. Después están los trabajos del almirante Morrison sobre los viajes de Colón. Evidentemente, para Estados Unidos Colón ha significado muchas cosas.
–Y entonces, ¿por qué tiran ahora sus estatuas?
–(JG). El problema es que durante muchísimo tiempo los indígenas no han tenido o han tenido muy poca voz. Es una reacción con una cierta lógica, ya se pasará, porque de seguir sería como si nosotros estuviésemos enfadados con los italianos por la conquista de Roma.
–Pero Colón no fue un conquistador. Ni siquiera supo que había llegado a América.
–(JG) Sí, pero como después de los viajes no tenía nada sustancioso que ofrecerle a los Reyes les dio esclavos taínos, indios de La Española. La faceta más negra de Colón es su condición esclavista.
–¿A Colón le gustaba el dinero?
–(JG). Sí, en una ocasión dijo: “del oro se hace tesoro, y es tanto que llega a sacar las almas del purgatorio”. Tenía muy claro la importancia del dinero. Además porque ese dinero podía tener una misión religiosa: la reconstrucción del templo de Jerusalén, una de sus obsesiones que le vienen probablemente de sus orígenes judíos.
–Del misticismo de Colón se ha escrito mucho.
–(JG). Le interesaban las minas del rey Salomón. Él buscaba en las Indias las mismas minas que usó Salomón para construir el templo y que nadie sabía dónde estaban. Colón llegó a afirmar que las había encontrado en La Española.
–Hablemos de las relaciones entre Colón y Las Casas. Muchos de los textos del primero nos han llegado gracias al segundo.
–(JG). Ambos se consideraban hombres providenciales. Uno como descubridor y otro como rescatador de los indios. En sus escritos, Las Casas reprocha varias veces a Colón algunas de sus acciones. Llegó a tener en sus manos todos sus escritos.
–(CV). Además es muy honesto cuando copia alguno de sus textos. Lo hace bien, sin añadir ni quitar nada. Gracias a él tenemos textos fundamentales como los diarios del primer y tercer viaje.
–(JG). En su Historia de las Indias, Las Casas copia párrafos enteros de los originales de Colón.
–¿Se llegaron a conocer?
–(JG). Las Casas era muy niño cuando Colón. Probablemente fue amigo de sus hijos.
–(CV). No creo que llegasen a tratarse. Las Casas recuerda haber visto a Colón por el Arenal con los indios. Pero son recuerdos infantiles. Cuando Las Casas va a La Española Colón había muerto ya.
–Don Juan, usted llega a decir que Hernando Colón, el hijo bastardo del almirante, era un mediocre humanista y un excelente bibliófilo.
–(JG). Es un hombre que escribe un latín muy macarrónico, no conoce esa lengua. Y eso para un humanista es un problema. Hay que tener en cuenta que no se pudo dedicar a tiempo completo a sus estudios. Cuando apenas tiene 14 años su padre se lo lleva en el cuarto viaje. Allí aprendería mucho más que en cualquier otro sitio.
–(CV). Hernando heredó de su padre el ansia por saber. Es impresionante mirar en el registro de su biblioteca los diversos temas que le interesaban: la música, la geografía, la astronomía... todo.
–(JG). Pero no tenía la inteligencia del padre. Lo que me impresiona de Colón es su capacidad para explicar lo que está viendo y las cosas que le están la sucediendo.
–El otro hijo de Colón, Diego, era más zoquete, ¿no? Lo que pasa es que era el legítimo y el heredero. Colón le encomienda a Hernando que vele por él.
–(JG). “Haz caso a tu hermano Hernando”, le dice Colón a Diego.
–(CV). En cualquier caso es una delicia ver cómo Colón se despide en las cartas de sus hijos: “tu padre que te ama más que así”. Es una frase preciosa. Colón siempre se preocupó mucho por su familia. Tiene mucho interés en que Diego se case bien. Lo hizo con una sobrina del Duque de Alba, por lo que lo consiguió. Se interesa por sus hermanos, coloca a sus sobrinos...
–Colón era muy culto, pero fue incapaz de comprender lo que tenía delante, lo que descubrió.
–(JG). Efectivamente, da una explicación absolutamente equivocada, pero da una explicación. En un momento dado, navegando, nota un cambio de clima que tiene una explicación geográfica, pero él dice que se produce porque se están acercando al paraíso terrenal. Esto tiene su lógica si uno ha leído las Escrituras.
–Quizás veía demasiado el mundo con los ojos de los clásicos.
–(JG). Sí, el siempre creyó no que estaba viendo una nueva realidad, sino lo que le habían contado Plinio, Estrabón... Es como cuando oye un pájaro cantar y habla de un ruiseñor, una especie que no existía en América.
–O cuando llama a los templos de los indígenas mezquitas.
–(JG). Porque para él la palabra templo solo se puede usar para un edificio cristiano.
–Está claro que la nueva realidad superaba con mucho al léxico de los descubridores. No tenían palabras para describir lo que veían, pero deben recurrir a lo que tienen
–(CV). Hay un momento en que se encuentra con dos montañas y dice que son como la Peña de Antequera. Y lo cierto es que es así.
–(JG). Por eso el idioma español se ve inundado por palabras de origen americano. La primera fue canoa, recogida en el diccionario de Antonio de Lebrija, en 1493. También están cacique, hamaca, tomate, cacao...
–(CV). Durante el cuarto viaje, Colón no nombra el cacao, pero lo ve. Cuenta que se encuentran con una canoa y que se peleaban por coger el cacao y que si un grano se les caía era “como si les cayese un ojo”. Y es que lo utilizaban como moneda. Sobre la curiosidad de Colón estoy recordando cuando manda que le abran el buche a una perdiz para ver qué comían. Al almirante le gustaba mucho el pescado en espeto, como a nosotros. De los mariscos dice que no son tan buenos como los de España.
–Curioso. Es algo que se dice todavía.
–(CV). Es que los mariscos caribeños son malísimos. Te tienes que ir a Maine para tomar una langosta en condiciones.
–¿Era Colón un hombre soberbio?
–(CV). Es impresionante la cantidad de memoriales de agravios que le mandaba a los reyes. Explica muy bien sus reivindicaciones.
–(JG). Es un hombre al que hoy llamaríamos resiliente. Es sorprendente la capacidad que tiene para sobreponerse a los golpes.
–Es curioso ver cómo en algunos escritos de Colón ya se ven los rasgos de lo que después sería la literatura Hispanoamericana.
–(JG). Sí, tienen algo de realismo mágico, de invención de una realidad maravillosa. Como cuando cree ver amazonas. Ve cosas que no existen.
–No quiero terminar la entrevista sin preguntar qué les parece eso de “descolonizar el Museo de América”.
–(CV). Me parece un disparate. Es nuestra Historia. Además, no sabemos muy bien qué pretende el actual ministro. Quizás solo que hagamos más conciertos y exposiciones de indígenas... no sabemos. Se llega a cuestiones absurdas. Ahora hay que retitular los cuadros cuyos títulos se suponen ofensivos. Por ejemplo, uno precioso en el que sale la hija de un virrey con un enanito indio... hay que quitar la palabra enano para poner algún eufemismo.
–(JG). Es verdad que hay que introducir el elemento indígena. Pero si conocemos hoy a esos indígenas es por los textos españoles. Moctezuma tiene voz en las crónicas españolas. Es un personaje, no un don nadie o un ninguneado por los españoles. Sobre todo hay que entender que tan malo podía ser el imperio español como los imperios Inca y Azteca. Ya puestos a condenar, condenémoslos todos, no solo a uno.
–¿Y qué os parece la subordinación de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos a Madrid?
–(JG). Lo triste es que haya desaparecido la especialidad de Historia de América de la Hispalense. No soy sospechoso de franquista, pero en aquella época se cuidó más el americanismo que ahora. Vamos a conseguir que nuestra historia la escriban exclusivamente otros.
–Eso sí que sería un caso de colonialismo.
–(CV). Efectivamente.
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