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“La cultura gratuita es un error”

José Lucas Chaves | Gestor cultural y académico de Artes Escénicas

Conoce bien el mundo de los escenarios y de los despachos

Durante el ‘zoidato’ fue director del ICAS y ahora se ha incorporado al nuevo proyecto de La Fundición

José Lucas Chaves, en la sala La Fundición, durante la entrevista. / Belén Vargas

José Lucas Chaves Maza (Sevilla, 1977) sigue conservando su pinta de “niño de Los Remedios”, el barrio donde se crió y dio sus primeros pasos en el teatro de la mano de los Padres Blancos, una de las principales canteras de la escena sevillana. Durante su primera juventud compaginó sus estudios de Historia del Arte con su formación en “hambre dramático” en Madrid: el Laboratorio de Teatro William Layton y cursos en dirección con Miguel Narros; de escenografía con Javier Navarro de Zubillaga, y de dirección técnica de espectáculos con José Manuel Carrión. Actor y presentador durante sus primeros pasos, se hizo conocido en el ambiente cultural sevillano cuando, durante el ‘zoidato’, fue director general de cultura en el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS). Ahora, tras una época trabajando en la gestión cultural en la Diputación Provincial de Jaén (la tierra de su abuelo materno) vuelve a Sevilla para incorporarse al proyecto de hacer de la sala La Fundición un “teatro de guardia”, labor que combina con su colaboración con Eva la Yerbabuena. Es miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España.

–Estudió Historia del Arte, pero se ha dedicado sobre todo al teatro y la gestión cultural.

–Cuando me decidí por esa carrera le dije a mi padre que iba a estudiar Historia del Hambre. Después, le dije que también iba a hacer Hambre Dramático. Lo cierto es que siempre me gustó el Arte desde que, siendo niño, me llevaron a El Prado, me pusieron delante de Las Meninas.

–¿Lo del teatro también le viene de la niñez?

–Sí, empecé en mi colegio, los Padres Blancos, con el padre Isaac… Con el tiempo terminé siendo profesor y director de su escuela de Teatro, San José.

–La de San José ha sido y sigue siendo una de las canteras de teatro más importantes que ha habido en Sevilla.

–De allí ha salido mucha gente: Antonio Denchent, Manolo Caro, Paz Vega, Víctor Carretero, José María del Castillo, Alfonso Hierro… Un centenar de profesionales del teatro que trabajan tanto en el escenario como entre bambalinas. También mi hermano Pablo Chaves y Fernando Delgado, que se formaron en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y que ahora tienen una obra montada, en la Sala Exlímite, que se llama, precisamente, Los Remedios…

–Los Remedios, su barrio y el mío.

–Está teniendo unas críticas maravillosas, me recuerda un poco a Roma, la película de Alfonso Cuarón. Hay intención de que venga a Sevilla.

–Muchas personas, cuando nombran a este barrio, se ponen un poco pamplinosas.

–Yo guardo unos recuerdos estupendos de Los Remedios, y cuando fui director de proyectos del ICAS uno de los libros que editamos fue sobre la historia de su formación.

Sevilla está en primera línea cultural, pero hay una parte de la ciudad que no conoce su oferta

–También, antes de dedicarse a la dirección y gestión, hizo algunas cosas como actor.

–Hice anuncios, estuve un año como actor con Cruz y Raya y, ya en Sevilla, pasé un tiempo trabajando como presentador en Canal Sur, en el programa Las mil y una noches, de Joaquín Petit.

–Como antes dijo, fue durante cuatro años, en el mandato de Zoido, directivo del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS). Es un tópico, pero la derecha no suele darle mucha importancia a la gestión política de la cultura. No ha leído a Gramsci.

–Cuando me llamaron, ni María del Mar Sánchez Estrella ni Juan Ignacio Zoido me preguntaron de dónde venía ni cuáles eran mis ideas. Nos dejaron trabajar y la experiencia fue maravillosa. Creo que la cultura de Sevilla tiene buenos recuerdos de aquellos años. No era fácil, porque la derecha siempre tiene un hándicap en el mundo cultural. En Jaén también he estado trabajando con el PSOE muy a gusto. El único carné que tengo es el del Betis.

–Entre las muchas cosas que se hicieron en aquella época fue la publicación de una serie de libros sobre la historia contemporánea de varios barrios de Sevilla. Les llamaron “proyectos de identidad”. ¿Es Sevilla plurinacional, como la España de Sánchez?

–Sevilla es una ciudad con unos distritos y barrios con una personalidad y una identidad muy marcadas y definidas, aunque sean modernos. Triana, Nervión, Macarena… Incluso las Tres Mil Viviendas. Teníamos proyectado un libro sobre este barrio, pero se quedó a las puertas.

–Uno de los mitos de Sevilla es que es una ciudad muy tradicional en sus gustos culturales.

–Sevilla no es una ciudad conservadora, sino muy plural. Vengo de la presentación del Mes de Danza que es un acontecimiento a nivel europeo. Lo que María González ha hecho estos 26 años es épico. Pero también está Circada, el Fest, Escena Mobile, el Femás… Sevilla está en primera línea… pero hay una parte de la ciudad que no conoce esta riqueza de oferta. Somos una de las ciudades con más número de butacas por habitante de España. Sin embargo, tenemos problemas para llegar a un público que es demasiado fluctuante.

–Todavía hay gente que se queja de la poca oferta que hay en Sevilla. Curiosamente, muchas de ellas apenas acuden a las salas de teatro o de conciertos.

–Eso es un tópico que no conseguimos enterrar. Ahora tenemos dos exposiciones, la de Magallanes en el Archivo de Indias y la del Faraón del Caixafórum, que son excepcionales. Museos como el de Bellver, la Fundación Madariaga… La oferta es amplísima.

Sin la cultura el turismo no tendría sentido en Sevilla. No tenemos las playas de Málaga

–Usted trabajó en el proyecto ‘Sevilla, ciudad de ópera’.

–Queríamos reivindicar que Sevilla es la ciudad del mundo donde se desarrollan más óperas. Se hicieron tres rutas: la de los escenarios, la de los mitos y la de los teatros. Sevilla, a finales del XIX tenía veinte espacios donde se representaba ópera, opereta, canto… Lugares como el Teatro de la Comedia, San Fernando, San Acacio, el Eslava… El primer lugar donde se pudo ver una ópera fue en el Teatro del Alcázar. Es un patrimonio que hay que saber explotar. Evidentemente, el Maestranza no está en el circuito de los grandes teatros de ópera del mundo, pero se puede sacar partido al hecho de que en nuestra ciudad se sitúa la acción, por ejemplo, de Don Giovanni, Fígaro y Carmen, que siempre han estado en el top ten de las óperas más escuchadas del año, y Carmen nunca ha bajado del puesto tres. Esto es muy significativo y hay que saber aprovecharlo.

–Aun así el Teatro de la Maestranza vive en perenne crisis, siempre con la espada de Damocles de los problemas de financiación.

–Es complicado, porque no tenemos un gran público acostumbrado a la ópera. Llevamos desde el 92 trabajando en esa línea y, poco a poco, se va consiguiendo. Pero no es fácil. Además, se depende demasiado de las administraciones públicas. La estabilidad presupuestaria es la que permite a los grandes teatros de ópera de Europa montar producciones a muchos años vista.

–Se insiste mucho en el binomio turismo-cultura, algo que no sé si siempre es adecuado.

–Sin la cultura el turismo no tendría sentido en Sevilla. Nosotros no tenemos las playas de Málaga. Tenemos buena gastronomía y ambiente, pero eso sólo no sirve. El patrimonio histórico es el principal valor en el que se apoyan los agentes turísticos para promocionar la ciudad. También la oferta de los escenarios.

–¿Y los toros? Ahora no está de moda enseñarlos, pero siempre han sido uno de los atractivos de la ciudad.

–No hay que olvidar que uno de los museos más visitados de Sevilla es el de la plaza de toros.

–¿Es usted taurino?

–Creo que la tauromaquia forma parte de la cultura de la ciudad desde siempre.

–De hecho ha participado en proyectos expositivos dedicados a Ignacio Sánchez Mejías y a la relación de Belmonte con Joselito.

–A mí me fascina la figura de Sánchez Mejías desde que leí el Llanto de Lorca, sobre todo los últimos versos que dicen “tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, / un andaluz tan claro, tan rico de aventura”. Sánchez Mejías fue uno de los grandes mecenas del 27. En el Cortijo de Pino Montano todavía hay un cuarto al que llaman del moro, porque allí fue donde disfrazó de musulmanes a todos los poetas para la famosa fiesta que hizo con motivo de la conmemoración en el Ateneo del tercer centenario de la muerte Góngora. La correspondencia de Sánchez Mejías era impresionante, y lo mismo se carteaba con Alberti que con Millán Astray…

Entrar en la Casa Batlló, en Barcelona, cuesta más de 20 euros, y está de bote en bote

–Millán Astray es un personaje muy caricaturizado en los últimos tiempos, sin embargo hay quienes lo reclaman como un militar intelectual…

–Recuerdo una de las cartas que le escribió Astray a Sánchez Mejías, que también fue presidente de la Cruz Roja, para pedirle que organizase una corrida benéfica… Se veía claramente la amistad y la profundidad de Millán Astray.

–¿Y Belmonte y Joselito?

–Fue una exposición que Sevilla pedía a gritos. Eran mucho más que dos toreros y, de alguna manera, representaban las dos Sevilla: Macarena-Triana, la Monumental-la Maestranza, Sevilla-Betis… Cosas que aún siguen pasando. Los dos cambiaron el toreo y lo hicieron un arte mucho más contemporáneo. Sin Belmonte no se entenderían a figuras como Picasso o Buñuel. Aquilino Duque defiende que el Guernica representa realmente la muerte de un torero en la enfermería de una plaza. La tauromaquia es clave en la historia de España.

-Sin embargo, como decíamos, ahora la escondemos un poco.

–La Universidad de Columbia invitó a Sánchez Mejías a dar una conferencia sobre la tauromaquia, a la que acudió con Lorca y la Argentinita, que entonces era su amante. Allí se le preguntó por la crueldad de la Fiesta, e Ignacio dejó muy claro que preocuparse de eso mientras las guerras estaban asolando el mundo era un tanto absurdo. Todo se está reduciendo a la muerte del toro, y no se recuerda que hay mucho más. En estas exposiciones de las que hablábamos queríamos incidir en el peso que tuvieron los toreros en el periodo de entreguerras, que eran personajes como hoy lo son Mesi o Cristiano Ronaldo.

–Cambiando de tercio, ¿Qué le parece la intención de la Junta de cobrar por entrar en los museos y monumentos?

–Yo he estado los últimos cuatro años trabajando como director del museo Baños Árabes de Jaén y he comprendido que no hay que confundir gratuidad con accesibilidad. Nosotros tenemos que hacer que los museos sean accesibles, para los discapacitados o para las personas con problemas socioeconómicos, pero eso no significa que tengan que ser gratuitos para todo el mundo. Cuando vamos a París no nos negamos a pagar por entrar en el Museo d’Orsay… Entrar en la Casa Batlló, en Barcelona, cuesta más de veinte euros, y está de bote en bote.

–¿Se ha acostumbrado a la gente a que no hay que pagar por la cultura, pero sí por comer en restaurantes?

–Exacto. La cultura gratuita es un error, porque es una manera de no darle valor.

Por desgracia, hay algunos tablaos que son auténticos ‘destroyers’ de artistas

–Machado decía que es de necios confundir valor y precio, pero me parece que en esto se equivocó.

–Cuando llegué a la Diputación de Jaén, los conciertos eran gratuitos. Decidimos ponerle una entrada muy baja, cinco euros, diez los muy importantes. Al principio, la gente se quejaba, pero el último año vendimos todas las entradas de todos los conciertos. El público comprendió que lo que se cobraba era lo mismo que cuesta una cerveza y una tapa.

–Ahora está de socio en la sala La Fundición, un espacio ya consolidado en Sevilla.

–Pedro Álvarez-Ossorio se va a dedicar a la dirección artística de la compañía y yo a la dirección y la gerencia de la sala. Queremos ser un teatro de guardia donde se ofrezca cultura mañana, tarde y noche. Vamos a ser el primer Escape Theatre de Europa. También tendremos todos los miércoles a la compañía de Anabel Veloso, una de las grandes bailaoras de flamenco de ahora. Por supuesto, seguiremos con la línea de teatro de texto y de autor que es sello de La Fundición y aumentaremos la oferta de teatro infantil. Aparte, estoy trabajando con Eva la Yerbabuena.

–Cada vez hay más oferta de flamenco en Sevilla más allá del consabido tablao.

–Nuestra idea es dar una oferta de flamenco de calidad, un lugar donde llevar a un amigo al que se le quiere enseñar qué es el flamenco de verdad. Por desgracia, hay algunos tablaos que son auténticos destroyers de artistas. He visto y escuchado cosas dantescas, con precios y comisiones que no dejan nada al artista.

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