“Se puede luchar contra el ‘bullying’, pero requiere entrenamiento”
Blanca López Catalán | Profesora de Organización de Empresas y Marketing de la UPO
Aunque formada en la Facultad de Empresariales, dedica gran parte de su labor como investigadora y docente a la lucha contra la lacra del acoso escolar
Afirma Blanca López Catalán (Sevilla, 1974) que su actividad como profesora le ha permitido vivir “dos o tres vidas”, tantas como líneas de investigación emprende, siempre relacionadas con la educación y la organización empresarial. Aunque su docencia la ejerce en el Departamento de Organización de Empresas y Marketing de la Universidad Pablo de Olavide, es muy conocida por su persistente y entusiasta trabajo sobre el acoso escolar (también conocido como bullying). Es por esto que, tras una estancia de investigación en la Universidad de Turku (Finlandia), se convirtió en formadora oficial en España del método Kiva (con el que se llega a reducir un 70% esta lacra). También ha colaborado en el Informe de Acoso Escolar ‘¿Convivencia o bullying? Análisis, prevención y afrontamiento del acoso entre iguales’, de la Escuela de Salud Pública de Andalucía y el Observatorio Andaluz de la Infancia. Colaboradora de Unicef, fundó en la Pablo de Olavide el Aula de Educación para el Desarrollo, de la que surgió un máster universitario. Es también directora del máster de Gestión Educativa de la Escuela de Organización Industrial (EOI) y coordinadora del Máster de Profesorado de Educación Secundaria. También ha trabajado investigando cuestiones relacionadas con el comercio a través de dispositivos móviles (mobile commerce).
–¿Es realmente el acoso escolar un problema importante?
–Sí, es realmente importante y suele tener consecuencias en los que lo sufren. A corto plazo: tristeza, ansiedad, bajo rendimiento académico; a medio, la autoestima es más baja, y a largo, la capacidad de confiar en otros disminuye. Es un fenómeno muy estudiado en la literatura científica.
–¿Hay mucho?
–En España se calcula que entre un 9% y un 20% del alumnado sufren acoso escolar, aunque la segunda cifra puede ser un poco exagerada, porque incluye conflictos que no son verdaderamente acoso. Un acoso es una cosa muy concreta, es un abuso de poder repetitivo sobre alguien que no es capaz de defenderse. De todas maneras, es muy difícil conocer los datos exactos, porque, aunque es un problema muy real, no se suele hablar de él... Un 25% de los niños que lo sufren nunca lo van a decir...
–¿Y cómo lo detectamos para poder actuar?
–Es fundamental la comunicación. En el acosado siempre se produce un cambio de conducta. El niño se pone nervioso, le empieza a doler la tripa o la cabeza, deja de tener interés por salir... El sábado está mejor pero el lunes vuelve a quejarse... las notas bajan. Cada acosado lo expresa de manera diferente. La tristeza es importante. Es muy fundamental observar y preguntar, porque los niños que sufren acoso escolar suelen experimentar culpa, les da vergüenza.
–¿Y cómo distinguimos el acoso escolar de un simple conflicto entre niños?
–Un conflicto es puntual, puede pasar una o dos veces, pero no es permanente. Además, en los conflictos normales hay un equilibrio de poder, algo que no ocurre en el acoso, donde existe una persona que tiene una posición de fuerza y la aprovecha para hacer daño. El acosado siempre es el más débil y vulnerable.
–¿Por qué motivo?
–Hay miles: porque no tiene habilidades sociales, porque es el nuevo de la clase, porque es diferente... Esa es la clave, la diferencia. A veces el acoso se produce porque el niño se ha comprado un reloj nuevo o porque es el que sabe menos inglés en un colegio bilingüe. Simplemente expresa una diferencia y van a por él.
–Recientemente se han producido noticias luctuosas relacionadas con el acoso escolar, como el suicidio de algún estudiante. Imagino que son cuestiones muy puntuales.
–Estas noticias, que son muy tristes, indican que la víctima tuvo que pensar que no era posible una salida. Pudo sopesar que si lo contaba no lo iban a creer... o simplemente estuvieron acosándolo noche y día a través del teléfono móvil... Insisto en que es muy importante mantener siempre la comunicación y nunca minimizar lo que te está contando tu hijo. Después hay que denunciarlo al centro e investigar. Puede ser verdad o no, pero es importante que no se minimice el problema.
–Ha salido el tema del teléfono móvil, que en este caso actúa como un amplificador del acoso.
–Exacto, el uso masivo del móvil ha provocado que no haya un lugar seguro para el acosado, que puede seguir experimentando el problema en su propia casa. Hay que enseñar a los niños a usar y expresarse con los dispositivos móviles. Con la economía del lenguaje que se suele usar, por ejemplo, en WhatsApp los matices se pierden y los malos entendidos son el pan de cada día. En estas cuestiones, un grupo de whatssap puede actuar como una caja de bombas. Los niños tienden a reforzar la opinión del más fuerte y el acosado queda abandonado, cuando no excluido. Es muy importante que eduquemos a nuestros hijos a ser respetuosos en la comunicación en los dispositivos móviles.
–¿Cuál es la edad más complicada para el acoso escolar?
–Entre los diez y los trece años. Es el momento en que están terminando la Primaria e iniciando la Secundaria.
–¿Y el padre del acosador? Puede ser una persona excelente y ver cómo su hijo tiene una actitud censurable.
–Hace poco fui a formar sobre estos asuntos a un colegio de Granada. Uno de los padres me dijo: “yo estoy aquí porque mi hijo es el malo...”. A mí no me gusta que los padres se sientan culpables. Hay que tener en cuenta que los hijos son independientes y se encuentran un entorno, que es el que les hace actuar. A estas edades de las que estamos hablando los entornos pueden condicionar en exceso las actitudes.
–¿Cómo podemos darnos cuenta de que nuestro hijo es un acosador?
–No me gusta decir que un niño es un acosador, sino que se está comportando como un acosador, porque todos en cualquier momento hemos podido actuar como tal o colaborado para que se cree la situación de aislamiento de un niño.
–Pero, dígame, ¿cómo los identificamos?
–Por ejemplo, el menor acosador se queja mucho de los demás con desprecio. Como decimos aquí en Sevilla suelen estar un poco subidito... El niño que hace bullying busca prestigio y, tristemente, muchas veces lo consigue. Pero es una estrategia que se puede derrotar y conseguir que gane el líder positivo.
–¿Y el sistema educativo se está poniendo las pilas en estos asuntos?
–Por suerte, creo que la preocupación por el acoso escolar ha llegado a todos los ámbitos, pero aún nos queda mucho recorrido por hacer. Ante todo hay que lanzar el mensaje de que, sin ninguna duda, se puede luchar contra el acoso escolar. Pero, ¿qué nos ocurre? Los padres están desorientados y los profesores no tienen la formación necesaria. Requieren entrenamiento. Esto es un problema universal que tiene soluciones universales, pero que hay que adaptarlas a las peculiaridades de cada centro. Hay que implantar planes sistemáticos y eliminar la discrecionalidad. Que un educador sepa exactamente lo que tiene que hacer en cada una de las situaciones. Causa y efecto. Por eso yo hablo de training, en inglés. Cuando todo el profesorado está implicado por igual, la cosa funciona.
–Usted es introductora en España del método Kiva contra el acoso escolar. ¿Cómo llegó a éste protocolo?
–Estuve haciendo una estancia de investigación en Finlandia y allí es imposible no interesarse por el milagro educativo de ese país. Quise traerme a España algo que pudiese funcionar, conocí al equipo de Christina Salmivalli y me formé para ser entrenadora de este método, que está contrastado científicamente y arrojando unos resultados espectaculares de un 70% de reducción del acoso escolar.
–¿Y en qué consiste fundamentalmente este método?
–En tres fases: prevención, intervención y seguimiento.
–Empecemos por la prevención.
–El 80% del esfuerzo hay que ponerlo en la prevención, para lo que necesitamos implicar al profesorado con formación práctica. El método Kiva propone una serie de ejercicios que los docentes hacen con los alumnos para que se genere una tolerancia cero y les haga capaces de reaccionar contra el acoso escolar. En este sentido es muy importante comprender que el acoso escolar es un fenómeno de grupo. La única manera de evitar el acoso escolar es trabajar con los espectadores, con los testigos, que deben reaccionar y proteger al que está siendo acosado. Kiva se basa en la formación de estos espectadores.
–Aquí topamos con el mito del chivato, muy arraigado en la cultura escolar española.
–De esto hablamos mucho en los centros. También está el “tú no te metas”. Hay que diferenciar entre el que dice algo para que fastidien a otro, que es el chivato, y el que denuncia una situación para ayudar a alguien.
–Supongamos que la prevención ha fallado y que tenemos un caso de acoso. ¿Cómo se interviene?
–Lo primero es proteger al acosado. Hay que separarlo físicamente de los agresores y hacerle comprender dos cosas: que no hay derecho a lo que le está pasando y que no es culpa suya. Manifestarle claramente que tiene nuestro apoyo y que va a ser protegido. Es conveniente darle un grupo de apoyo, temporal aunque sea, para que no se sienta solo. Después, como decíamos, hay que hacerle un seguimiento.
–¿Y el acosador?
–Hay que dejarle muy claro que su comportamiento es inaceptable y no se va a permitir. Después hay que plantearle cómo va a colaborar para que el clima sea positivo, dirigiéndole el cambio y haciéndole un seguimiento tanto en casa como en el colegio.
–Tengo entendido que las Calasancias de Sevilla o el Yago School han implantado este método. En general ¿Qué tipo de colegios se interesan por el Kiva?
–De muchos tipos. El acoso escolar está presente en todos los centros y los que se interesan por Kiva suelen ser los más sensibilizados con el problema. Lo bueno de luchar contra el acoso escolar es que trae consigo otras ventajas adicionales, como la educación de las emociones, el autocontrol, el trabajar en clima positivo, la generación de bienestar.
–¿El acoso escolar está muy conectado a su hermano mayor, el acoso laboral?
-Por supuesto, porque ambos son abusos de poder. En el mundo laboral el acoso suele ser ejercido por alguien que es superior jerárquicamente al acosado. Ya están surgiendo protocolos para este problema, como el de la Universidad Pablo de Olavide. La persona que sufre el acoso tarda mucho en darse cuenta de lo que le está pasando, porque experimenta culpa, cree que no funciona y que algo está haciendo mal. Eso avergüenza. No es fácil reconocer que estás solo en el trabajo, que no te llaman a las reuniones.
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