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“La Armada evitó el derribo de la Torre del Oro”

José Bernárdez Fonseca | Teniente de navío (RV) e historiador

Parte de su labor como reservista voluntario de la Marina la dedica al estudio y la conservación de uno de los monumentos icónicos de Sevilla

José Bernárdez Fonseca, en la Torre del Oro / Antonio Pizarro

José Bernárdez Fonseca (Sevilla, 1965) ha sido de todo: aprendiz de tapicero, vendedor de almohadillas en la Plaza de Toros, paracaidista voluntario del Ejército de Tierra, ordenanza de la Tesorería de la Seguridad Social, licenciado en historia... Desde hace 31 años se gana el sustento como bibliotecario de la Universidad de Sevilla, trabajo que compatibiliza con su labor como reservista voluntario de la Armada, en la que ingresó en 2005 y de la que, actualmente, es teniente de Navío. Entusiasta de la historia de Sevilla, Bernárdez se integra al menos un mes al año en el equipo de la Torre del Oro, junto al director y comandante naval de Sevilla, capitán de navío Javier Albert Pérez; al subdirector, capitán de fragata Juan Antonio García Sánchez y al subteniente José Manuel Calvillo Díaz. Juntos consiguen día a día que el Museo Marítimo de la Torre del Oro, aunque siga siendo una gran desconocido para muchos sevillanos, sea una realidad en la que se narra la historia del monumento y la antiquísima vinculación de la Marina con la ciudad de Sevilla. Cuando José Bernárdez habla de la Torre del Oro lo hace con conocimiento, pero también con el entusiasmo del que sabe que está ayudando a conservar un monumento con 800 años de historia. Esta entrevista es una buena muestra.

–La Torre del Oro cumple 800 años, pero me ha sorprendido que su cumpleaños fuese un día concreto, el 24 de febrero.

–La Torre del Oro es el único edificio datado de la Sevilla almohade del siglo XIII. El historiador musulmán, Ibn Avi Zar (comienzos del siglo XIV), en su obra Rawd al-Quirtas, sitúa su construcción en el año 617 de la Hégira. En nuestro calendario, esta fecha corresponde con el periodo comprendido entre el 8 de marzo de 1220 y el 24 de febrero de 1221. Por tanto, como hay constancia –corroborada posteriormente por historiadores como José Gestoso, Torres Balbás, González Jiménez o Teodoro Falcón, entre otros– de que su inicio y finalización está comprendido en ese espacio temporal, es por lo que podemos considerar el 24 de febrero como fecha tópica de su cumpleaños, al igual que sucede en otros acontecimientos históricos.

–¿Para qué se construyó Torre del Oro?

–Su enclave junto al lecho del río Guadalquivir y su estructura poligonal nos dan la información al respecto. Es una torre albarrana, torre de vigilancia, que formaba parte del sistema defensivo de la ciudad de Sevilla. En concreto de la coracha, lienzo de muralla, que iba desde el Alcázar hasta el río. Por tanto, su función era hostigar al asaltante y defender el sector de la ciudad que comprendía el puerto y el puente de barcas.

–¿Quién ordenó su construcción?

–El gobernador de Sevilla, Abu-l-Ula. Lo hizo en un momento en que, tras la derrota de los almohades en las Navas de Tolosa, en 1212, era previsible el avance de los reyes castellanos por el valle del Guadalquivir. Así, casi simultáneamente, en 1221-1222, se reparan los muros y se construye la barbacana (foso) alrededor del recinto amurallado en previsión de un posible asedio.

Ya sus constructores almohades la denominaron ‘Borg-al-Dsayeb’, algo así como ‘la torre dorada'

–Fue una pieza fundamental en el sitio de Sevilla por Fernando III; un edificio íntimamente ligado al nacimiento de la Marina de Castilla y, por tanto, a lo que después fue la Armada española.

–Así es. De la importancia de tal hecho de armas se deriva que el Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada determinase el 3 de mayo como Jornada Histórica de la Armada para conmemorar lo que se considera, “el primero de los hechos decisivos protagonizado por marinos españoles”. Recordemos que ese día de 1248, una flota castellana al mando de Ramón Bonifaz (cuya estatua podemos contemplar en el monumento de Fernando III en la Plaza Nueva), derrota a los barcos que defendía los accesos al río Guadalquivir, remonta el río y consigue romper el puente de barcas protegido por cadenas, completando el cerco a la ciudad y facilitando su reconquista. Cada año se dedica una Jornada Histórica de la Armada a un acontecimiento y 2021 será al 450 aniversario de la batalla de Lepanto.

–La Giralda tiene a sus hermanas Rabat y Marrakech, ¿Y la Torre del Oro, hay otras similares en el mundo islámico?

–Sí. Ya Torres Balbás (1934) comenta que el gobernador Abu-l-Ula, había ordenado construir dos torres en la puerta de Mahdiya, en Túnez y, siguiendo a Rafael Cómez (2008), en este país tenemos también la torre albarrana de la cerca de Almonastir, construida bajo la dinastía sucesora de los almohades. En la Península Ibérica el ejemplo más cercano es la torre de Espantaperros de la alcazaba de Badajoz.

–Sobre el nombre de la Torre del Oro se ha especulado mucho… ¿Cuál es su opinión?

–Hombre, me quedo con la Torre del Loro de mi infancia…. Creo que todos los niños y niñas de Sevilla la hemos llamado así más de una vez ¿verdad? Anécdotas aparte, sus constructores la denominaron Borg-al-Dsayeb (que podemos traducir más o menos, como “la torre dorada”), posiblemente por sus elementos constructivos. Recientes investigaciones han determinado que los sillares, el tapial, el ladrillo y los merlones superiores estaban enlucidos de cal y paja desde época almohade; esto le daba un color amarillo parecido al oro. Otros elementos, como la presencia de azulejos dorados, no parecen haber sido determinantes, aunque así lo indiquen cronistas como Ortiz de Zúñiga e, incluso, José Gestoso. También hay que tener en cuenta su proximidad a la ceca musulmana y, posteriormente, a la Casa de la Moneda durante los años de esplendor de la Carrera de Indias. El “oro” allí almacenado pudo influir en el nombre de la torre.

–¿Cuál fue la función de la Torre durante el monopolio americano?

–La ribera del río, con su zona portuaria, constituían el centro neurálgico de la Carrera de Indias. Los documentos mencionan la existencia junto a la Torre del Oro de una grúa o ingenio para la carga y descarga de mercancías pesadas, pero no tenemos constancia de que la Torre del Oro tuviera algún papel en ese comercio. La cercanía de la Casa de la Contratación, de la Aduana o, incluso, el mal estado de conservación del edificio, posiblemente dieran lugar a su desuso. Eso sí, fue testigo de excepción de la partida de la Flota de las Especias, al mando de Magallanes, y del regreso de sus supervivientes con Elcano a la cabeza, tras realizar la primera circunnavegación de la Tierra.

–Hoy la vemos lucir hermosa, pero no siempre fue igual. Ha tenido muchas intervenciones e incluso momentos de ruina.

–Ha resistido terremotos (el último el 28 de febrero de 1969), incontables inundaciones que han dejado testigos en sus lienzos (tres azulejos recuerdan las crecidas del siglo XIX) e, incluso, ha sobrevivido a propuestas de derribo. Los historiadores nos relatan las distintas intervenciones habidas en la torre desde el siglo XVI, siendo las más conocidas la realizada tras el terremoto de Lisboa, cuando se le añadió el cupulín que la corona, y la realizada a caballo entre los siglos XIX y XX, que rehízo su fisonomía exterior. En la última, realizada entre 2003-2006, entre otras intervenciones, se eliminaron las escaleras que rodeaban la torre. Por cierto que, durante el terremoto de 1969, que muchos lectores seguro vivieron, el cupulín se giró por completo y tuvo que ser reformado.

En tiempos de Isabel II, la torre estuvo a punto de ser vendida en pública subasta, pero se rectificó

–¿Es cierto que estuvo a punto de ser derribada?

–Así es. Aunque en los siglos XVII y XVIII ya hay informes sobre su mal estado, fue el XIX el más complicado para la torre. Tras el derribo del lienzo de murallas del río y las que la unían con el Alcázar, en 1821, fue utilizada como cajón de obras. Esto y la intervención de la Marina, que se hizo cargo de su mantenimiento y restauraciones, la salvaron de su destrucción. Es llamativo que, durante el reinado de Isabel II, la Torre del Oro llegó a ser declarada monumento a enajenar en pública subasta. Es decir, que el Estado estuvo a punto de venderla. Pero la orden fue revocada un poco después.

–Fue entonces cuando la Armada se hizo cargo de ella, evitando su desaparición o privatización, ¿no?

– Sí, tras varios intentos fallidos de la Comandancia del Puerto, finalmente, el 7 de enero de 1870, el regente del Reino, el general Serrano, concedió, mediante acta firmada en el Real Alcázar por el Alcaide y el Comandante de Marina, Francisco Briones, el uso de la Torre del Oro para la Armada, que se ha mantenido hasta hoy día.

–¿Antes de pasar a la Marina, qué otros usos e inquilinos tuvo?

–Pues hubo de todo. Con Alfonso X, fue capilla; con Pedro I, prisión (allí fue decapitado D. Juan de la Cerda en 1357); embarcadero real; almacén de pólvora… A principios del siglo XIX, las dependencias de la Torre del Oro se alquilaban como oficinas a compañías vinculadas a la navegación por el río Guadalquivir. Sin embargo, su ruinoso estado obligaba a constantes reformas.

–¿Llegó a vivir gente como en la Giralda?

–Hay documentos en el Archivo del Real Alcázar que mencionan el alquiler de aposentos y la figura del “llavero”, persona encargada de abrir las puertas de la muralla que daba a la Torre y de ésta. Suponemos que este encargado pudiera tener aquí su aposento.

–La Torre del Oro es hoy un museo marítimo con más de 75 años de historia a sus espaldas, ¿cómo surgió esta iniciativa?

–En 1933 se produjo el traslado de las dependencias de la Comandancia de Marina y de la Capitanía del Puerto al pabellón de la Marina de la Exposición Iberoamericana de 1929, por lo que la Torre (Monumento Nacional desde 1931) quedaba en desuso. Así, en 1934,dos concejales del Ayuntamiento de Sevilla, Bermudo Barrera y Romero Llorente, solicitaron la cesión al Ayuntamiento para instalar “un acuario con peces del río y documentos y maquetas relacionadas con la historia de éste”. Esta propuesta, ante su inviabilidad fue revocada en 1935. Tras la celebración en Sevilla del XXVI Congreso Internacional de Americanistas, en octubre de 1935, los concejales promotores compartieron su idea con varios miembros del Patronato del Museo Naval, que deciden la creación de un museo filial del Museo Naval de Madrid, lo que se vería plasmado en la Orden Ministerial de 21 de marzo de 1936.

El monumento ha sido de todo, también prisión. Aquí fue decapitado don Juan de la Cerda, en 1357

–¿Por qué se le llamó “marítimo” y no “naval”?

–Tenga en cuenta que la segunda acepción de la palabra “marítimo” es “que está situado junto al mar”. Guillén Tato decidió esta denominación porque la Torre del Oro se encontraba junto a la ría de Sevilla, salida natural hacia el Océano Atlántico, recogiendo la vocación americanista de la ciudad y la vocación atlantista de la Marina.

–Es curioso lo de la idea del acuario. ¿Nunca más se volvió a plantear?

–Esta idea se mantuvo cuando, en 1942, se retoma el proyecto de creación del Museo, tras su paralización durante la Guerra Civil. En el proyecto de entonces, el capitán de navío Guillén Tato, alma mater del mismo y director del Museo Naval, contemplaba esa posibilidad en el sótano, en ese momento inexplorado.

–¿Y qué pasó?

–Qué el sótano estaba completamente colmatado. Probablemente se macizó para evitar la ruina de la torre.

–¿Visita mucha gente la Torre del Oro?

–Curiosamente, es uno de los monumentos sevillanos más visitados. En 2018 se contabilizaron 184.126 visitantes. Una particularidad es que la gran mayoría de visitantes son extranjeros o procedentes de otras provincias españolas. La Torre del Oro sigue siendo la gran desconocida para la ciudadanía de Sevilla, pese a que es realmente querida y admirada, y muchas personas que nos visitan se sorprenden al saber que en su interior hay un Museo con un discurso museístico renovado y actual.

–¿Es cierto que es el edificio militar en uso más antiguo de España?

–Sin duda. Al menos yo no he encontrado ningún dato contrario a esta afirmación.

–¿Cuáles son sus piezas favoritas de la colección que alberga el museo?

–De especial singularidad son las relacionadas con el buque aviso Giralda; los cañones navales y los modelos de barcos como el Real Fernando, el primero a vapor del río Guadalquivir.

–Y de los marinos a los que se les rinde homenaje, ¿a cuál destacaría?

–A don Álvaro de Bazán.

–¿Por qué?

–Porque fue uno de los principales protagonistas de la batalla de Lepanto –de la que ahora celebramos el 450 aniversario–, el “más grande hecho de armas que vieran los tiempos”, como indicó un veterano Infante de Marina llamado Miguel de Cervantes.

Hubo un proyecto en los años 30 para que la torre acogiese un acuario con peces del río

–¿Qué proyectos tiene ahora el Museo Marítimo?

–Como sabe, estamos inmersos en la celebración de los 800 años de la Torre del Oro. Si la pandemia lo permite, celebraremos algún acto de carácter cultural en colaboración con una entidad sevillana.

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