Muere un hombre tiroteado en una nave de La Puebla de Cazalla
tiroteo en Sevilla
La víctima es Manuel G. S., de 50 años, y dueño de una semillería a las afueras del pueblo
Los testigos aseguran que los agresores eran tres y huyeron en coche hacia Morón
La primera hipótesis apuntan que el crimen podría estar relacionado con el cultivo de marihuana
Para llegar al polígono ganadero La Fuentecilla, en La Puebla de Cazalla, hay que pasar por una hacienda en la que se suelen celebrar las bodas en el pueblo. El camino bordea la finca y sigue en ligera pendiente hacia la fuente que da nombre al recinto. Un coche de la Guardia Civil está cruzado en mitad de una de las calles.
Hace frío, es ya noche cerrada y el patrullero monta guardia para impedir que nadie acceda a la nave en la que unas horas antes han tiroteado a Manuel G. S., de 50 años. Su cadáver permanece en el ambulatorio del pueblo, donde lo llevaron agonizante y donde los médicos que estaban de guardia un sábado frío de noviembre poco pudieron hacer por él más allá de certificar la defunción.
La víctima, que regentaba una semillería, recibió varios impactos en el pecho realizados con un arma de fuego que nadie anoche quiso, o pudo, precisar. Quizás ni siquiera esté claro todavía. El agente se baja del coche y los periodistas hacen lo propio. Se identifican y preguntan si pueden tomar alguna fotografía. El guardia explica que pueden hacer las que quieran siempre que no rebasen la línea imaginaria que marca su patrullero cruzado en mitad de la vía. Al fondo se ven unas luces de emergencia de algún vehículo policial.
Dentro de la nave en la que han disparado a Manuel trabajan los agentes del Grupo de Criminalística de la Guardia Civil, llegados desde Sevilla capital para analizar la escena del crimen. Enfundados en sus monos blancos, los agentes rebuscan cualquier resto que pueda ayudar a identificar a los auotres del homicidio. Casquillos, huellas digitales, vestigios biológicos de los que poder obtener ADN e introducir el resultado en la base de datos... El trabajo continúa y parece que va para largo.
Aparece un patrullero de la Policía Local de La Puebla de Cazalla. Dos agentes saludan al guardia civil y le explican que van a dejarles algo a uno de sus compañeros que está dentro del perímetro de seguridad. No hay más actividad en el polígono ganadero, que linda ya con el campo. Tampoco habría demasiada unas horas antes, sobre las seis y media de la tarde, cuando se produjo el tiroteo.
Unos vecinos de unas viviendas cercanas oyeron los disparos y avisaron a la Policía Local y a la Guardia Civil. Algunos testigos apuntan que los autores del crimen eran tres personas y que huyeron en un coche no identificado en dirección a Morón de la Frontera, por la carretera SE-451, la de la cárcel de Sevilla-II. Otras fuentes aseguraban que los agresores eran cinco. Las descripciones no coincidían demasiado. Pronto empezaba la rumorología.
Al pie de esa estrecha carretera que lleva hasta Morón, no muy lejos del lugar en el que se produjo el tiroteo, está la semillería Gómez, el negocio de la víctima. Nada en este edificio hacía indicar lo que le había ocurrido al dueño. En la puerta del ambulatorio, donde permanece el cuerpo a la espera de que la comisión judicial ordene el levantamiento, empieza a congregarse gente.
Hay familiares de la víctima y se oyen llantos y lamentos. Hace más frío a medida que cae la noche. Hay abrazos, sollozos y lágrimas. Algunos allegados prefieren no hablar. "No sabemos lo que ha pasado. No nos han dicho nada". Otros tan sólo apuntan que era una persona muy querida y muy conocida en el pueblo, que tiene unos 50 años de edad y que deja dos hijos.
Las primeras líneas de la investigación apuntan a que el móvil del crimen puede estar relacionado con el cultivo de marihuana. Pudo ser un ajuste de cuentas o un robo de plantas, lo que se conoce en el argot policial como un vuelco. De ser así, sería el tercer homicidio registrado este año en la provincia de Sevilla relacionado con el cultivo de esta droga. Por el momento no hay ninguna persona identificada ni detenida. Queda ahora un trabajo arduo de investigación para intentar cazar a los asesinos.
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