La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
La familia de la testigo de Jehová que falleció en Sevilla por negarse a recibir una transfusión de sangre, tras sufrir un accidente de tráfico, ha pedido este lunes respecto a una decisión amparada por la ley, que compara con el derecho a rechazar un tratamiento de quimioterapia agresivo.
En un comunicado, la familia de María del Carmen Ruiz Bergali pide que se respete su opción de no recibir transfusiones como se hace con "cualquier persona que, con grave riesgo de muerte, decidiera no aceptar un tratamiento de quimioterapia agresivo o la amputación de una extremidad porque prefiere que se respete su derecho a una muerte digna o la integridad física".
La mujer falleció el sábado en el hospital de Valme de Sevilla después de sufrir un accidente de tráfico que le produjo una hemorragia peritoneal y laceraciones de hígado y bazo, lesiones que fueron solventadas en una operaron de urgencia.
No obstante, la mujer falleció a los pocos minutos de salir del quirófano por exsanguinación o falta de sangre.
En su comunicado, la familia pide respeto hacia las convicciones de fe de María del Carmen, "esposa y madre, que procuró vivir una vida cristiana fiel a sus principios", y considera "muy lamentable que algún medio de comunicación aproveche su muerte para hacer comentarios tendenciosos respecto a sus convicciones de fe".
Su decisión de no recibir transfusiones fue tomada "desde su profunda convicción y en aras de un derecho que la ley de nuestro país le reconoce", según la nota.
La familia afirma en su comunicado que el forense les aseguró después del fallecimiento que "su situación, aún poniéndole sangre, era incompatible con la vida".
Entienden el esposo e hijos de la fallecida que "la violencia misma del trágico accidente mermó notablemente sus posibilidades de supervivencia" y que "dar a entender que se hubiese salvado si hubiese aceptado una transfusión no es ceñirse a la realidad, pues su estado era muy crítico cundo llegó al quirófano".
Expresan también su agradecimiento a la clase médica y a las autoridades por su respeto a la voluntad de la fallecida y por el "noble empeño que pusieron en ayudarla, dentro de las inevitables limitaciones de su estado".
La mujer, testigo de Jehová, había firmado un documento de voluntades anticipadas en el que rechazaba expresamente recibir cualquier tipo de transfusión sanguínea debido a sus convicciones religiosas.
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