El segundo de los desaparecidos en Constantina pudo morir atropellado por su coche en el río
La bajada del caudal permite al dispositivo de rescate retirar el coche de las víctimas, bajo el cual estaba el cadáver de Fernando Ramírez
Tragedia en Constantina

El cuerpo de Fernando Ramírez estaba debajo de su coche, un todoterreno Toyota de color granate que fue arrastrado por las crecidas aguas del Guadalbácar a primera hora de la mañana del martes. El hallazgo del cadáver en los bajos del vehículo avala una teoría que manejan los investigadores, que apunta a que el hombre pudo ser atropellado por su propio vehículo, arrastrado por la corriente. Fernando, de 60 años, iba en el coche con su pareja, María Vizuete, de 59. Dado que la tarde y la noche del lunes llovió con fuerza, ambos habían pernoctado en la finca de la zona en la que trabajan. Decidieron regresar a Constantina, su pueblo, a unos seis kilómetros de la parcela, a primera hora del día siguiente.
Eran las seis y media de la mañana, todo era oscuridad en el carril por el que tenían que circular hasta llegar a la carretera, pero conocían bien todo este paraje natural de la Sierra Norte de Sevilla. Al llegar al vado por el que se cruza el Guadalbácar, se encontraron con el río muy crecido. Aún así, cruzaron. Se vieron arrastrados por la corriente y perdieron el control del coche. En algún momento el vehículo debió quedar prácticamente cubierto por el agua. Fernando logró salir del coche y lo rodeó, probablemente con intención de salvar a María. La teoría más probable apunta a que el coche lo atropelló, movido por la fuerza del río. El hombre quedó sepultado bajo el coche, donde murió.
María logró salir del vehículo, por la puerta o quizás rompiendo la ventanilla, que se encontraron fracturada los guardias civiles y bomberos que llegaron unas horas más tarde. El cuerpo de la mujer fue hallado a primera hora de la tarde del martes unos 400 metros río abajo, entre la maleza. Los submarinistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil y los Bomberos de la Diputación rastrearon un buen trecho del río en busca de Fernando, sin éxito hasta que se hizo de noche y hubo que suspender la búsqueda. Ya entonces, entre los miembros del dispositivo, hubo quien pensó en retirar el vehículo, ante la posibilidad de que el hombre hubiera quedado atrapado. Sin embargo, la fuerza de la corriente hizo imposible esta tarea. Ya ayer, con el caudal más bajo, los agentes pidieron una retroexcavadora para mover el todoterreno. Fue así como hallaron el cuerpo del segundo de los desaparecidos.
La zona en la que murió la pareja es un lugar de difícil acceso, al que sólo se puede llegar con vehículos todoterreno y por una pista que está enfangada en algunos tramos y con riesgo de quedarse atrapados. Por eso, a diferencia del día anterior, las autoridades impidieron el paso de cualquier vehículo ajeno al dispositivo por el carril. Los coches se podían dejar arriba, junto a la carretera, y quedaba una caminata de unos tres kilómetros hasta el vado del río Guadalbácar donde apareció el cuerpo.
Llegó andando la forense, acompañada de un mando de la Guardia Civil, que ordenó el levantamiento del cadáver al filo de las dos de la tarde. Al igual que ocurrió con la mujer, el cuerpo fue trasladado en un patrullero de la Guardia Civil hasta el cuartel de Constantina, donde se entregó a los servicios funerarios para su traslado al Instituto de Medicina Legal de Sevilla. Allí se le practicará la autopsia en las próximas horas. A unos metros de la valla que delimitaba el cruce, cerrada ayer, permanecían familiares y allegados de las víctimas. Cabizbajos y apesadumbrados, en silencio y con lágrimas en los ojos en algunos casos. El alcalde, también en el lugar de los hechos, decretó dos días de luto oficial.
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