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Así son los restos de la sinagoga de Utrera, que podrán visitarse antes del verano

Patrimonio

La apertura se compaginará con la segunda fase de la excavación arqueológica

Queda por descubrir la sala de oración, el baño de purificación y el espacio reservado para las mujeres

El municipio se convertirá en referente de la cultura sefardí

Hallan en Utrera la sinagoga más importante de la península

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Los restos arqueológicos de la antigua sinagoga de Utrera. / José Ángel García

Ha sido uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de los últimos tiempos. En pleno corazón de Utrera, municipio sevillano del Bajo Guadalquivir, han aparecido los restos de la que pudiera haber sido una de las sinagogas más importantes que existió en la península ibérica. Todos los indicios apuntan a ello tras haber concluido la primera fase de los trabajos y el estudio de los mismos. El Ayuntamiento, gobernado por el socialista José María Villalobos, ya tiene muy avanzados los trámites para la segunda parte de la excavación, que se quiere comenzar antes del verano. Una labor que será compatible con las visitas a este recinto, que ha acaparado especial interés por todas las comunidades judías de España.

Mapa de sinagogas hispanas en la época de los Reyes Católicos / Dpto. Infografía. Fuente: www.equintanilla.com

"Abierto por obras". Es el lema que emplea Villalobos cuando se le pregunta por el futuro inmediato de los restos. El regidor utrerano muestra la mayor de las cautelas sobre el uso definitivo que tendrá el edificio que los alberga. Pero tiene una idea clara: "todo habrá de ser consensuado". Y en este propósito incluye a los vecinos, expertos, Ayuntamiento, Junta de Andalucía, Gobierno y a la comunidad judía. No es para menos, pues se trata de uno de los hallazgos arqueológicos de mayor relevancia a nivel nacional.

Las referencias a la posible existencia de una sinagoga en Utrera datan de siglos atrás. Fue en el XVII cuando el historiador Rodrigo Caro (vecino de la localidad) apuntó a la existencia del templo judío bajo la que era entonces iglesia del Hospital de la Misericordia, en el famoso callejón del Niño Perdido. Esta "pista" se convirtió en un aliciente para que el Ayuntamiento iniciara en 2016 los trámites para hacerse con el inmueble, propiedad privada hasta entonces. Dos años después -tras un proceso de "depuración catastral" para garantizar las condiciones jurídicas de la compra- pasó a manos municipales. La adquisición costó 460.000 euros.

La documentación previa

La zona de mayor cota excavada, donde se han encontrado los restos del Hejal. / José Ángel García

Empezó entonces el proyecto de documentación, una labor en la que se lograron otros testimonios históricos que avalaban la existencia de la sinagoga. Javier Mena, historiador municipal, indica que, además de Rodrigo Caro, el carmelita Diego de Coria Maldonado (que representó a España en el Concilio de Trento) refería tal posibilidad en 1612. Datos que respaldaron el comienzo de la excavación arqueológica, que arrancó el 18 de noviembre de 2021. Dicha labor ha consistido en un trabajo multidisciplinar en el que deben mencionarse los nombres del arquitecto Antonio Jaramillo, que se ha encargado del levantamiento planimétrico del antiguo templo; y del arqueólogo Miguel Ángel de Dios Pérez.

Los resultados de la excavación se evidencian en cuanto se accede al citado inmueble (junto al galardonado restaurante Bocana). Se ha rebajado la cota hasta llegar a estratos de las centurias XIV y XV "y puede que hasta del XIII, aunque para constatar esto último hacen falta estudios de mayor precisión", refiere el alcalde. Los datos confirman la existencia de una importante comunidad judía en el municipio tras la reconquista cristiana.

Una aljama muy poblada

Los restos hallados de la sinagoga, rodeados por el banco perímetral de los fieles. / José Ángel García

Villalobos subraya que la Utrera actual tiene sus orígenes en el siglo XIII, a lo que contribuyó -añade Javier Mena- el llamamiento que hace Enrique II por el que se otorgan privilegios a los primeros pobladores del municipio, nacido junto a la llamada Torre del Castillo, una edificación almohade. Entre los primeros vecinos, que disfrutaban de la exención de impuestos, cabe destacar un elevado número de judíos, que permanecieron en la villa hasta la expulsión decretada por los Reyes Católicos en 1492. Un año después, puntualiza el historiador municipal, en Utrera se contabilizaron 80 judeo-conversos, lo que aporta una pista de la gran comunidad que había vivido en la localidad, sólo superada por la de Sevilla capital y Écija, que también contaban con importantes aljamas.

La excavación arqueológica ha sacado a la luz una tercera parte de la sala de oración de la sinagoga, en concreto, el Hejal, el lugar sagrado donde se guardaba el rollo de la Torá (la ley del pueblo judío relevada por Yahvé a Moisés), así como su escalera de acceso. Ambos elementos quedaron sellados cuando el templo pasó a tener uso cristiano y se dispuso sobre esta zona el presbiterio y el comulgatorio. También se ha descubierto parte del banco perimetral, adjunto a los muros laterales primitivos, donde se sentaban los fieles, y el alzado original de la sinagoga, ampliado en volúmenes en siglos posteriores. Datos más que suficientes para asegurar que Utrera contó con una de las sinagogas más grandes de la península.

De hecho, como advierten Villalobos y Mena, en España, en la actualidad, sólo existen cinco sinagogas medievales que puedan calificarse con tal catalogación por la cantidad de parámetros descubiertos. Se trata de las dos que posee Toledo, la de Segovia y Córdoba, a la que se suma la utrerana.

Los restos por descubrir

En la foto se percibe la cubierta a dos aguas de la sinagoga y el recrecido barroco posterior. / José Ángel García

¿Qué es lo que queda por sacar a la luz? El Mikvé, es decir, donde se realizan los baños de purificación antes de acceder al templo. Al hallazgo de este espacio han contribuido los trabajos realizados en el patio anexo a la antigua sinagoga, donde ya hay indicios de su posible existencia, pues se ha constatado la presencia de un pozo, prueba de que el agua no estaba estancada, sino con corriente, como prescribe para dicho acto la religión hebrea.

En esta zona aún no se ha llegado a la cota de la Utrera medieval, sólo a la del siglo XVII. Desde aquí se adivina el recrecido en altura que tuvo el primitivo edificio, cuando en el barroco se aumentó el volumen con un importante artesonado. También se atisba un arco de herradura que servía de acceso al recinto. En todo caso, como señala Mena, estaríamos ante un complejo que, además de la sinagoga, lo conformaban la escuela, la hospedería y la casa del rabino.

El patio, aún con la cota del siglo XVII, que pudo albergar el baño de purificación. / José Ángel García

Dentro del templo, queda por descubrir el Bimah, la plataforma elevada en el centro de la sala de oración, donde se leían los textos sagrados; y el espacio reservado para las mujeres. Restos que se esperan encontrar en la segunda fase de la excavación, cuyo aranque el Ayuntamiento prevé antes del verano. Falta aún por autorizar un trámite correspondiente a la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte. La intención del gobierno local es que estos trabajos puedan visitarlos vecinos y turistas, dentro del plan conocido como Abierto por Obras, que tan buenos resultados ha dado en otros proyectos patrimoniales. Un recorrido que contará con señalización y guías.

Más de 200.000 euros

El historiador Javier Mena apunta la zona donde estuvo el Hejal, el lugar más sagrado de la sinagoga. / José Ángel García

El Ayuntamiento de Utrera (municipio de 52.000 habitantes) ha desembolsado en la primera fase de la excavación más de 200.000 euros. Unos trabajos en los que, además de profesionales, se ha contratado a vecinos de la localidad mediante planes de empleo municipales. Esta fórmula -según detalla María del Carmen Cabra, concejal de Cultura- se repetirá en la segunda fase, aunque con el contrato de expertos como paleógrafos y científicos que habrán de manipular material y restos "delicados". A este respecto, recuerda que en la primera fase se han completado 20 cajones que guardan restos de cerámica, huesos, metales y cristales, lo cuales también han contribuido a datar la antigüedad de la sinagoga.

La concejal de Cultura incide en el entusiasmo mostrado por la comunidad judía de Sevilla, también la que representa a esta población a nivel andaluz e, incluso, estatal. Para Cabra, resulta de gran importancia su implicación en este proyecto, "queremos hacerlos partícipes". El regidor, por su parte, incide en la necesidad de conocer la cultura sefardí, "que se secó a lo largo de la historia frente al gran legado patrimonial que conservamos de las culturas católica y árabe". Un propósito en el que Utrera desempeña, a partir del hallazgo de la sinagoga, un papel protagonista.

Un edificio de usos múltiples: de la oración al carnaval

El edificio que alberga los restos de la sinagoga de Utrera ha conocido múltiples usos a lo largo de su dilatada historia. Sus orígenes (aún por confirmar) podrían remontarse al siglo XIII. Por ahora, hay indicios claros de su existencia desde el XIV. Tras la expulsión de los judíos decretada por los Reyes Católicos, pasó a ser la iglesia del Hospital de la Misericordia, un centro pensado para acoger a niños expósitos (abandonados por sus familias). Los cristianos sellaron el lugar más sagrado (el Hejal) y respetaron su planta hasta el XVII, cuando elevaron la altura y añadieron dos naves laterales a la sala de oración. Del siglo XVIII son los restos de las pinturas murales que aún se conservan.

Javier Mena, historiador municipal, explica que el presbiterio católico estuvo presidido por una imagen de la Virgen de la Paz y que en dicho templo tuvieron su sede varias hermandades, entre las que destacaba la del Amparo, que salía en estación de penitencia el Viernes Santo con tres pasos, dos de ellos alegóricos. Anexa a la iglesia se encontraba la capilla de Hermandad de la Caridad, filial de la que fundó Miguel de Mañara en Sevilla.

Con la desamortización, siguió cumpliendo la misma función social como casa cuna, ahora con carácter civil. El Estado lo vendió después al político liberal Enrique de la Cuadra, quien más tarde repitió la misma operación con la familia de los Gutiérrez, sus últimos propietarios, que lo arrendaron al Ayuntamiento durante diferentes épocas, en las que el edificio sirvió de colegio de parvularios y en 1969, de Museo de los Álvarez Quintero.

Ya en la década de los 70 y 80, su claustro (del XVII) fue testigo de numerosos guateques. El histórico inmueble continuó en funcionamiento como restaurante, pub y discoteca (especialmente con los hijos del cantaor Enrique Montoya), en la que no han faltado actuaciones de Camarón de la Isla, Alba Molina y las famosas artistas de la tierra Fernanda y Bernarda (de la primera se ha cumplido ahora un siglo). En este uso como contenedor cultural y de ocio, el edificio que tuvo su origen como sinagoga fue germen del Carnaval de Utrera.

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