Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
La propuesta que tramita Minera los frailes
Minera Los Frailes (MLF) –empresa del Grupo México, como socio mayoritario, y Magtel, a la que se adjudicó en 2015 la explotación de Aznalcóllar– destaca que una de las singularidades de la operación son las exigencias ambientales, por la propia legislación española y las condiciones del concurso, dado el precedente del vertido tóxico y el estado del yacimiento cuando Boliden se marchó, en 2001. “Se trata de un proyecto de restauración ambiental sustentado por una operación minera”, defiende.
Acertado o no el concepto, lo cierto es que la situación del complejo es insostenible a medio plazo si no se interviene de alguna forma y conlleva desde hace mucho una costosa gestión. Hay dos cortas a cielo abierto: la de Aznalcóllar, donde están además los lodos del vertido y estériles que se generaron en los años que Boliden siguió operando después, a la que se bombean aguas ácidas por contacto con escombreras; y la de los Frailes, donde van otras escorrentías. Existen dos escombreras (la Este, que tiene 196 hectáreas, y la Noroeste, de 240), montañas de material, sin restaurar en su mayor parte, a la cabecera del Corredor del Guadiamar, y los restos de la balsa que estalló en 1998.
Mantener ese pasivo ambiental ya cuesta 2,5 millones de euros al año. La Junta lo asumió a la marcha de Boliden pero tras el concurso lo pasó a la adjudicataria. De ahí que una de las claves del proyecto –de nuevo en exposición pública para la Autorización Ambiental Unificada, hasta mediados de diciembre– es el Plan de Restauración Ambiental, una vez finalizada la vida útil de la mina, estimada en 17 años a los que habría que sumar otros tres de la fase de construcción del nuevo complejo.
El objetivo, después de todo eso y según se recoge en la documentación disponible, es dejar integradas en el Corredor Verde más de 2.100 hectáreas de terreno. Aunque esa restauración debe cerrar también un triste capítulo en cuanto al impacto de la minería en Andalucía y convertirse en referencia para otros proyectos, cuando las tecnologías y nuevos métodos mineros abren la posibilidad de recuperar otras viejas explotaciones de la Faja Pirítica Ibérica.
La propuesta de Plan de Restauración de MLF costará casi 30 millones de euros. Propone rehabilitar la zona como espacio natural con predominio de suelo forestal, el que era mayoritario antes de la implantación de la mina en los 70, con la posibilidad de un “aprovechamiento recreativo controlado, ligado a un espacio minero rehabilitado como espacio natural”, convirtiendo las cortas en “lagos mineros”, “encapsulando” antes los restos tóxicos que hay en la de Aznalcóllar, según se recoge.
Está previsto que, con la nueva actividad minera, una de las escombreras, la Noroeste, sólo crezca en un 5%. Porque más del 90% del estéril, el que tiene contacto con el mineral, se usará esta vez mezclado con cementos y lodos de la planta de tratamiento de aguas para fabricar la “pasta” con la que se irán sellando las cámaras subterráneas conforme se extraiga el mineral y la propia corta de Aznalcóllar. Esa restauración irá ya paralela al avance de la explotación.
El plan de restauración de las escombreras prevé que, también desde el principio, se creen canales perimetrales para redirigir el agua y otras medidas para reducir el contacto de las escorrentías con el material y la necesidad de bombear a la corta de Aznalcóllar o de tratar el agua antes de su vertido.
No obstante, lo más destacado para actuar tanto en los suelos de esas escombreras como en los futuros lagos mineros son los “tecnosoles”, un sistema desarrollado por la Universidad de Santiago de Compostela que se usó en una fase inicial en la recuperación del corredor del Guadiamar.
Se trata de suelos “a la carta” o “inteligentes”, fabricados a base de residuos orgánicos e inorgánicos, para “emular” las características del terreno necesario para una zona, de forma que se adapten y trabajen más aceleradamente de lo que lo haría por sí misma la naturaleza para corregir y regenerar el espacio. Se han utilizado en la mina coruñesa de sulfuros polimetálicos de Touro y, en Aznalcóllar, se elaborarán en una planta móvil dentro del mismo complejo, utilizando residuos orgánicos del entorno, de unos 100 kilómetros a la redonda.
“Todo lo que el suelo natural más adecuado para una función concreta pueda hacer, también lo puede realizar un tecnosol de forma más eficiente y rápida, si está adecuadamente diseñado y elaborado y con el conocimiento preciso de las limitaciones del sistema a recuperar”, se recoge en el proyecto.
Hay previstos siete tipos para Aznalcóllar, dependiendo del área y los efectos que quieran contrarrestar o potenciar, como neutralizar ácidos, controlar la entrada de oxidantes, estimular microorganismos, frenar la erosión o estimular la retención de agua. Serán utilizados en la recuperación de la cubierta vegetal y de los taludes de las cortas, una vez estabilizados y por encima de la lámina de agua. Sobre ellos se procederá a la revegetación, con pinos piñoneros, encina, acebuche, lentisco, retama o romero, entre otras especies.
La solución también se aplicará a la rehabilitación de la escombrera Noroeste y a la mejora de la Este, así como en zonas de instalaciones mineras, en los biofiltros (humedales reactivos que también contempla el proyecto de restauración) y en terrenos que se reforestarán en la antigua zona industrial al sur de la A-477.
En lo que respecta a la revegetación, como elemento singular hay previsto un “tratamiento de pantalla vegetal”, a base de pino carrasco y lentisco, en el entorno de la carretera Gerena-Aznalcóllar y las zonas intermedias situadas al norte de las instalaciones mineras, así como en la zona situada al sur y sureste de la corta de Aznalcóllar.
El Proyecto de Minera Los Frailes contempla que la corta de Aznalcóllar se use como depósito de las “colas del proceso” o los residuos, evitando así la construcción de balsa como la que reventó en 1998 e ir restaurando el hueco, que es estanco y muy profundo. Con la deposición de estos estériles, ya como pasta, se irán cubriendo, aislando y compactando los materiales que hay dentro. Se estima que concluida la explotación, podría estar a una cota de entre 8 y 16 metros sobre el nivel del mar. El relleno y la lámina de agua están autorizados ahora hasta los 20.
“Se drenará entonces el agua sobrante y se encapsulará, de tal forma que pueda quedar aislada la lámina de agua que vaya generándose a futuro, en un contexto en el que después de actuar sobre la escombrera Noroeste se desactivará la entrada de aguas de contacto susceptibles de contaminar". Se generará así el lago.
En lo que respecta a la Corta de los Frailes –ahora inundada, aunque se tendrá que vaciar para iniciar la extracción subterránea en un proceso que puede durar casi dos años–, concluida la explotación residual del pilar de corona (el suelo actual), se sellará el fondo y se aislarán las zonas de talud susceptibles de seguir generando aguas de contacto. Con la revegetación de taludes y bermas, “el uso final del entorno ocupado por la corta de Los Frailes podría ser de ocio en el marco de un aprovechamiento recreativo de un entorno minero restaurado como espacio natural”.
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