Los municipios sevillanos se juegan más de 60 millones en ingresos con la nueva Ley de Envases
La organización Rethinking estima que será lo que dejarán de recibir si las empresas siguen asumiendo sólo el coste del reciclaje del contenedor específico y no del 100% del material
La entidad ha presentado alegaciones y lamenta la falta de información o el desinterés municipal por el cambio normativo, pese a sus repercusiones
Los ayuntamientos sevillanos podrían dejar de ingresar al año entre 60 y 70 millones de euros, que se elevarían a 320 en toda Andalucía, de las empresas que generan envases si no se modifica la redacción del Real Decreto Ley de Envases y Residuos de Envases, que sustituirá a la actual ley de 1997 de la etapa de Isabel Tocino, y que el Gobierno central tiene en exposición pública hasta el 28 de octubre. Así lo ha advertido la organización Rethinking Observatorio de Residuos, que analizó en un estudio específico junto Greenpeace esos costes. Además de formalizar alegaciones, la entidad ha avisado a los municipios de las importantes repercusiones que tendrá la ley en los servicios que prestan y en su financiación y se muestra sorprendida por la “indiferencia” o el “desconocimiento” que hay entre los políticos locales.
La actual normativa sólo contempla que entidades como Ecoembes o Ecovidrio –con las que las administraciones locales firman convenios– se hagan cargo del coste del reciclado de los envases que se echan directamente al contenedor adecuado. No obstante, el 80% de los que se generan terminan en el gris, mezclados con otra basura, con lo que el coste de separarlos y tratarlos sigue recayendo en la administración local en solitario, que lo repercute en las tasas que cobra a los vecinos.
Un estudio con Greenpeace
Un estudio realizando entre Greenpeace y el Observatorio de Residuos Retinking y presentado la pasada primavera concluyó que los ayuntamientos estaban pagando de media entre 30 y 35 euros por habitante y año por el coste que ocasiona la gestión de los residuos de envases que no se recogen selectivamente, sino que van al cubo de la basura “de toda la vida”. Según Francisco Peula, ese dinero –que se traduciría en Sevilla en esos 60 ó 70 millones de euros al año– es el que los ayuntamientos deberían reclamar en el nuevo Real Decreto a empresas como Ecoembes o Ecovidrio. En el estudio, ambas organizaciones se mostraban a favor de implantar un sistema de depósitos, devolución y recuperación de envases real, nuevas políticas de pago por generación de residuos (quien más genera, más paga); así como políticas locales que prohíban los envases de un sólo uso de cualquier material, a la vez que se fomenta el consumo de agua del grifo en los hogares, la administración y la hostelería.
Según Francisco Peula, presidente de la citada organización y experto en gestión de residuos, en contra de lo que se esperaba con la ley –necesaria para adaptar una directiva europea de 2018, cuyo plazo terminó en 2020 y que se ha abordado ahora con prisas, vía decreto ley– la redacción no ha incluido que esas entidades financien el reciclaje de la totalidad de esos “envases ligeros”, que pueden suponer el 70% del volumen del cubo de la basura, y de forma inmediata, sino que seguirá sólo con los que van a contenedores específicos y se ampliarán a partir de 2026 y con una serie de matices y objetivos que harán que, como mucho, se alcance el 50%.
Asimismo, la organización ha sido muy crítica con los objetivos de reciclado que se marcan en la nueva norma: mantener hasta 2026 los que se deberían haber alcanzado en 2008. Teniendo en cuenta los bajos niveles en España con respecto a Europa, no será posible alcanzar así los establecidos para 2025, 2030 y 2035. En sus alegaciones Rethinking propone otros objetivos intermedios para 2022: un 65% en vidrio (80% a partir de 2025) y papel y cartón (70% a partir del 25); 60% en metales (70% tres años después) y el 40% en peso en plásticos (65% en 2025, 85% en 2030) el 20% en madera (40% en 2025).
La misma organización, que defiende la importancia de todo este proceso no sólo en términos medioambientales sino de generación de riqueza y empleo, también ha alegado para que el real decreto no impida el desarrollo de algunos modelos que están dando buenos resultados, como el de húmedo-seco, que funciona en la ciudad de Córdoba.
El residuo como materia prima
Peula insiste en la idea de que el residuo no es un desecho sino “un recurso que está en el lugar inadecuado”, convencido del potencial económico y de generación de empleo que tiene el reciclaje y un sistema de gestión de residuos más sostenible, del que Andalucía está a años luz. En esta línea, pone como ejemplo el valor de muchos elementos que ahora terminan enterrados en vertederos cuando hay, en todo el mundo, una falta de materias primas que ocasiona problemas de abastecimiento a la industria. Este experto recuerda la importancia de que los ayuntamientos, como administración responsable de gestionar el servicio, sea consciente de ello de cara a los fondos europeos Next Generation, que empezarán a llegar a final de noviembre: unos 80 millones para subvencionar proyectos de este tipo que son una oportunidad.
Peula pone el acento en dos cuestiones. Por un lado, una de las razones que dan los usuarios para no reciclar es la falta de espacio para distintos cubos o la dificultad de discernir el contenedor al que deben ir algunos residuos. Por otro, está el avance de la tecnología que se usa en las plantas de tratamiento para separar. Así, esa separación de materia orgánica (húmeda) por un lado, vidrio y papel (más fácil de diferenciar que otros residuos) y el resto por otro (lo seco: los envases, un pañal, un plato, una sartén rota, los restos de barrer...) son efectivos, por intuitivos, destaca. “O a la gente se lo pones fácil o no reciclará”, señala. A la regla de las tres r a las que se alude en estos procesos –reducir, reutilizar, reciclar– Rethinking añade las tres f: medidas fáciles, factibles y financiables.
La organización ha reclamado además más transparencia e información a los ciudadanos, ya que recuerda que el “estancamiento” que existe en “niveles muy bajos de recogida separada” –de sólo el 12% en Andalucía– se debe principalmente al “desapego de la ciudadanía a la gestión de residuos” por la desconfianza en el sistema de gestión.
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