Una moción de censura marcada por la 'burbuja'

Bormujos

El cambio de gobierno de 2005 estuvo marcado por las denuncias de supuestos intereres urbanísticos que no se demostraron en los tribunales.

Ana Hermoso (PP), junto a José Sánchez, conversa con Gaviño en el Pleno de la moción de censura de 2005.
Ana Hermoso (PP), junto a José Sánchez, conversa con Gaviño en el Pleno de la moción de censura de 2005.
Trinidad Perdiguero

14 de febrero 2014 - 05:03

Cuando un 5 de enero de hace nueve años los concejales de Bormujos que habían firmado una moción de censura contra el PSOE entraron en la sala de plenos, alguien, desde el público, arrojó un puñado de monedas. Fue un gesto impactante, después de unas semanas en las que se habían sucedido los pasquines y pintadas, que denunciaban que detrás había supuesta compra de voluntades e intereses urbanísticos, que nunca se concretaron. Eran los años del boom y la especulación, de la "burbuja", de los PGOU -el avance del de Bormujos se había presentado días antes- y el Aljarafe estaba casi siempre en el punto de mira.

En la moción de censura que ahora se vuelve a investigar recuperó la Alcaldía el histórico líder Baldomero Gaviño. Había sido regidor entre 1991 y 2003. Ese año perdió la mayoría absoluta y el gobierno. Su partido, la Agrupación Independiente-La Paloma tuvo una escisión y sus críticos le ganaron las siglas en los tribunales. Él concurrió con el Partido para el Desarrollo de Bormujos-Aljarafe y fue el más votado otra vez. Pero la "confusión", decía él, hizo que su ex compañeros de La Paloma arañaran votos y concejales y le dieran la Alcaldía al socialista Juan Antonio Iglesias, quien sólo estuvo 18 meses en el sillón.

La investigación de la supuesta compra de voluntades en Bormujos, que ya fue objeto de denuncia al hilo del caso Camas que estalló nueve meses después, se ha reabierto por una grabación que se le habría hecho a una de las firmantes, la hoy alcaldesa Ana Hermoso, que entonces era la única concejal del PP (hasta hace muy poco Baldomero Gaviño acaparaba todo el voto conservador en la localidad). En aquel Pleno, Hermoso apenas pudo hablar por los gritos, pero las iras se centraban sobre todo en el edil tránsfuga, el que dejó su formación para cambiar el gobierno.

Era José Sánchez, un profesor de Religión que perteneció a La Paloma y había sido incluso secretario personal de Gaviño. Pero antes de las elecciones de 2003 se alineó con sus críticos y alimentó las sospechas sobre los intereses urbanísticos que se movían en Bormujos al afirmar en un mitin, que luego el PSOE se encargó de airear, que en el despacho del alcalde, cuando trabajó para él, había visto entrar a muchos constructores con "maletines" -la palabra maldita-. Cambió de criterio para volver a darle la Alcaldía a su mentor y le acusaron de venderse. "El arrepentimiento es una atenuante de cualquier culpa", le exculpaba Gaviño. El regidor culminó el mandato y, en 2007, revalidó su mayoría, aunque tuvo que pactar con Hermoso, que pasó de uno a tres ediles y con la que se alternó en la Alcaldía. Pese a una grave crisis en el Grupo Popular, el PP confirmó su pujanza en Bormujos, ganando con ocho concejales en 2011, aunque se sigue apoyando en el partido de Gaviño para garantizarse la mayoría absoluta.

En el avance del PGOU que se había presentado antes de la moción, el PSOE y La Paloma, habían hecho modificaciones sobre lo previsto. En Valencinilla del Hoyo se pasó de los chalés a dibujarse como zona empresarial, y también hubo cambios junto al Riopudio, que Gaviño minimizó entonces. Pero se trata de proyectos que luego los recortes del POTA o la inundabilidad de los terrenos han ido dejando fuera. Justo este jueves, el PGOU volvió a pasar por el Pleno. Gaviño siempre ha insistido en que en Bormujos no han primado intereses particulares -"todo lo que tengo lo heredé de mi padre", solía decir- y apuntaba a que la corrupción era un "bulo" que al PSOE le interesaba inflar. Aunque era consciente de que se investigaba al Ayuntamiento, antes y después del caso Camas, recordaba que nada había llegado lejos en un juzgado.

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