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El médico de familia Carlos Máiquez Romero es la voz de muchos. La de esos profesionales sanitarios a los que le ha tocado vivir el lado más amargo de su profesión, el de las agresiones de pacientes o familiares que no respetan la autoridad de un médico ni aceptan las normas. Y todo, mientras ejercía su profesión en su consulta. Ante sus pacientes, quienes también tuvieron que sufrir las consecuencias de la reacción violenta de un usuario contra el facultativo que les atendía y que acabó destrozando parte del mobiliario de la sala.
"Los médicos tenemos que soportar a diario desplantes, malas caras, cuestionamiento de nuestras aptitudes, capacidades y conocimientos y somos personas con sentimientos, dudas, miedos e incertidumbres al igual que vosotros", sostiene el facultativo.
El doctor Carlos Máiquez fue agredido por un paciente y su madre en su consulta en el centro de salud de Burguillos, donde trabaja hace año y medio. Los hechos fatídicos ocurrieron el pasado lunes cuando, tras llegar de la pausa del desayuno, una usuaria le dijo que tenía que atender a su hijo porque tenía molestias en el pecho desde el día anterior, a lo que el facultativo respondió que así sería. Hasta aquí todo normal.
A la entrada en la consulta, el médico asegura que comprobó que había otro paciente antes que él esperando atención de Urgencias y que, según el triaje, "el citado caso no tenía criterios objetivos para priorizar su atención frente al otro que llevaba unos 20 minutos esperando". "Al llamar al primer paciente ya pude percatarme de cómo esa misma mujer empezaba a jalear en la sala de espera gritando expresiones como luego nos extrañamos de que haya agresiones y vaya médico", reconoce el facultativo y así consta en la denuncia que presentó ante la Guardia Civil.
Carlos cuenta que lo dejó pasar, pese a sentirse "increpado a gritos, maltratado y ninguneado" en su ejercicio profesional, pero, cuando llegó el turno del paciente conflictivo, se abalanzó sobre él "con mirada de rabia", a lo que su madre pudo interponerse entre ambos para evitar una agresión física. "Continuó haciendo fuerza hacia mí con dos muletas alzadas intentando golpearme con ellas, mientras yo retrocedía de espaldas hacia la puerta que comunica con la consulta de al lado y así pude salir corriendo hacia el pasillo ante la incrédula mirada de los pacientes en las salas de espera", asegura el doctor, que indica que, una vez en la calle, ayudado por un profesional de la industria farmacéutica, buscó refugio y llamó al 112 para alertar del intento de agresión.
Lo siguiente que vio al volver a entrar en el centro de salud, ya con la Guardia Civil, fueron "sillas volcadas, restos de cristal en el suelo de un mueble, el papel de la camilla revuelto y restos de rozaduras en las paredes y frigorífico de vacunas".
El facultativo, que lleva diez años pasando consulta en atención primaria, cuenta que, "por primera vez", ha temido por su salud en su mismo puesto de trabajo. "Porque otra persona ha decidido que merezco ser golpeado", relata. No se llegó a la agresión física, pero "las heridas llegaron a planos mucho más profundos que la piel", reconoce el facultativo, que ha decidido contar su historia.
"Nunca es a ti. El despido improcedente, el accidente de tráfico, el hijo ludópata, el vecino que te amarga, el diagnóstico de una enfermedad jodida, la agresión gratuita. Lo ves en prensa desde la distancia, como algo lejano, sabiendo que existe pero sin salpicarte. Ayer me tocó a mí", sostiene.
Explica cómo la pandemia del Covid-19 puso a los sanitarios en el punto de mira de la sociedad. "Se nos endiosó y nos vistió con aplausos a las 20:00 para luego dejarnos caer y machacarnos con rabia. Ni somos héroes ni somos escoria", relata. "Simplemente somos personas, iguales que tú, que intentamos hacer nuestro trabajo con mayor o menor fortuna, pero siempre teniendo en cuenta que en frente tenemos a un ser humano que siente y sufre", añade.
El médico agredido explica cómo hay circunstancias que han cambiado en los últimos tiempos la relación entre paciente y profesionales. "Es un orgullo poder vivir de algo tan bonito, pero por ello día a día voy pagando peajes con los que no contaba. Observo y padezco el desmantelamiento del Sistema Público de Salud, los recortes de personal, las externalizaciones de servicios, el aumento de la demanda asistencial en una sociedad cada vez más infantilizada y dependiente, que busca en el otro la responsabilidad de su insatisfacción vital y su frustración por un derecho, el derecho a la Salud, que le ha sido robado. Todo esto lo sé porque lo sufro también igual que tú", afirma.
El facultativo aprovecha para poner en valor la labor de todos los compañeros que hacen posible la Atención Primaria más allá del médico y que tampoco escapan a los "desplantes y ninguneos a diario por ser considerados inútiles o incompetentes por no ser médicos".
"El personal de seguridad y limpieza recibe a diario amenazas, desplantes y desprecio y muchas veces son considerados y tratados como menos merecedores de respeto que el resto del personal del centro. El personal de administración es la primera cara que ven los pacientes al llegar a un centro de salud y contra ellas volcáis las frustraciones que compartimos con vosotros, y que no dependen de ellos, como los tiempos de espera dilatados, sensación de desprotección, meses esperando pruebas que no llegan, citas a otros especialistas que hace meses pasaron la barrera de lo legal. Sin los enfermeros, los médicos no serviríamos para nada porque nos complementamos para ayudar a que vosotros optéis a tener el mejor estado de salud posible", sentencia.
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