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Limpieza vecinal en El Garrobo por "decreto"

Un comunicado con polémica

El llamamiento del alcalde divide a los habitantes y aviva el enfrentamiento político en el municipio

Los garrobeños aseguran que llevan años barriendo sus aceras sin que los obligue nadie

Galería gráfica del Garrobo, "un pueblo muy limpio"

Un pueblo de Sevilla pide a sus vecinos que limpien las calles por falta de personal

Los vecinos del Garrobo se rebelan contra tener que limpiar sus calles: "Vergonzoso"

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El alcalde del Garrobo insta a los vecinos a limpiar las calles.

En El Garrobo (Sevilla) no dan crédito al revuelo mediático que ha provocado el último llamamiento del alcalde. Llevan dos días saliendo en las televisiones tras el comunicado firmado por Jorge Jesús Bayot Baz (Sumar), regidor de este municipio serrano, situado a pocos kilómetros de la Autovía de la Plata (A-66). En él, su primer edil insta a los residentes a asumir las tareas de limpieza de la vía pública durante las próximas semanas al encontrarse de vacaciones el trabajador municipal encargado de tal menester. Una publicación que ha generado polémica y un enfrentamiento político en uno de los pueblos con menos población de la provincia, sólo 800 habitantes. Un debate que va para largo.

El bar La Iglesia se convierte en el epicentro mañanero del Garrobo. Buena parte del vecindario desayuna en sus veladores cuando el calor todavía no aprieta y se puede estar en la calle. Desde el pasado lunes se han acostumbrado a ver a fotógrafos y cámaras de televisión en un pueblo que rara vez es noticia. A pocos metros de allí se encuentra el Ayuntamiento y el consultorio, situados en la Plaza de la Constitución. Se trata del principal enclave del pueblo, cuyo nuevo aspecto presagia que la moda del urbanismo duro también invade el ámbito rural. En su diseño no se atisba ningún árbol ni hueco para la sombra.

Mari Ángeles Oporto está "baldeando" su puerta. La ha barrido y ahora la friega. Lo hace todos los días, "con la fresquita". Escoba en mano, responde a las preguntas de los periodistas, a los que pide que la llamen Chiqui, como la conocen en el pueblo. "Soy 'Chiqui' la del Garrobo, no la de 'Sálvame'", advierte como declaración de intenciones. Esta vecina, que celebra este miércoles su onomástica y de cuyo cuello cuelga una medalla de la Virgen de la Estrella (patrona de la localidad), defiende que no hay nada nuevo en este hábito. "Ayer mismo estuve de rodillas limpiando este trozo de acera porque tenía manchas". A ella no se lo ha tenido que pedir el alcalde. "Si queremos nuestras casas limpias, las calles también han de estarlo. Es nuestra responsabilidad", argumenta.

'Chiqui' limpia la acera de su casa. / Juan Carlos Vázquez

Frente a ella vive su cuñada, Mónica, que refresca el trozo de acera que ocupa su vivienda con un cubo de agua. Chiqui es el ojo de Gran Hermano. Todo lo vigila desde su casa. No se le escapa nada de cuanto acontece en el pueblo a esta garrobeña de 54 años "recién cumplidos".

Sin médico desde el Covid

En la fachada del Consistorio luce una pancarta en defensa de la sanidad pública. Ni Nati ni Mercedes, clientas del bar La Iglesia, entienden que los medios de comunicación se hagan eco de la última petición del alcalde y no de los años que el pueblo lleva reclamando que restituyan al médico que les "quitaron". Nati, con un tatuaje de la Virgen del Rocío -de grandes dimensiones- en el hombro, insiste: "los vecinos siempre hemos limpiado las aceras, lo que ocurre es que el trabajador municipal se encuentra de vacaciones y no hay dinero para cubrir la baja".

Junto a ellas, en otra mesa, Plácido toma un café. Pasó su infancia en El Garrobo y volvió ya de mayor. Con camisa desabrochada y cordón de plata en el cuello, sigue el hilo de la conversación. "El pueblo está limpio por los vecinos, que siempre han barrido las calles por voluntad propia. Otra cosa es que se haya formado este revuelo por cómo esté enfocado el comunicado o por una mala interpretación", comenta Plácido, quien apura su tentempié con una sentencia: "Pueblo chico, infierno grande. Cualquier pequeño fallo se aprovecha para crear polémica".

Pancarta en el Ayuntamiento del Garrobo contra los recortes en la sanidad pública. / Juan Carlos Vázquez

Plácido también recuerda que el municipio lleva desde la pandemia reclamando el médico que le quitaron. "A los pueblos los condicionan las comunicaciones con la capital. Aquí sólo hay dos autobuses por la mañana a Sevilla y dos de vuelta por la tarde. Quien quiera volver por la mañana o ir por la tarde a la capital ha de desplazarse a Gerena o llamar a un taxi", lamenta. Una situación que se vuelve muy molesta cuando se trata de problemas sanitarios. La Consejería de Salud aún no les ha comunicado nada sobre la restitución del médico asignado hasta que estalló la crisis sanitaria del Covid.

Del consultorio sale Nazareth, la enfermera que estos días cubre la baja de la profesional con plaza en el pueblo y que disfruta de unas semanas de vacaciones. Esta mañana, a primera hora, se encontró un excremento de perro delante del centro sanitario. Siguiendo las indicaciones de los responsables municipales, lo ha guardado en un bolsa y lo ha dejado a un lado de la puerta, para evitar los malos olores dentro. "En el Ayuntamiento me han dicho que pasarán a recogerlo", explica.

Tensión política

La limpieza urbana en El Garrobo se ha convertido en motivo de enfrentamiento político entre el gobierno local, en manos de Sumar (con cuatro concejales), y el principal partido de la oposición, el PSOE (tres ediles), que envió el martes un duro comunicado de respuesta al llamamiento del alcalde. Bayot no se encuentra en estos momentos en el Consistorio, una sede municipal de reducidas dimensiones que alberga también la oficina de Correos. Una trabajadora del Ayuntamiento reconoce que pudo haber "errores gramaticales" a la hora de instar a los vecinos a hacer "lo que siempre han hecho", pero ni mucho menos para "salir en los telediarios".

Un vecino del Garrobo limpiando la puerta de su casa. / Juan Carlos Vázquez

Cerca de allí una vecina, cuyo nombre no desvela a los periodistas, hace un alegato en defensa del actual regidor. "Desde que entró ha hecho mucho por el pueblo, bastante más que otro que se llevó 20 años gobernando", asevera esta garrobeña de adopción. Le resta, de igual modo, importancia al polémico comunicado. "Hasta en Triana los vecinos limpiaban las aceras hasta hace poco", apostilla.

El sol empieza a pegar fuerte por unas calles con fachadas muy variopintas. Sin sintonía alguna. Abunda la azulejería de los 70 y 80, adversaria en el mantenimiento de la cal. La de Pepe, en el centro del pueblo, es de las pocas que aún la conservan. Unos metros más al este se encuentra la de Josefi. Esta vecina se esconde tras una cortina. Evita salir para que no la veamos con el bambo propio de esta época del año. Una prenda de tejido ligero y flexible que, en esta ocasión, está estampada hasta la colmatación. No cabe un motivo floral más. Horror vacui. Finalmente, Josefi pierde la vergüenza y se echa a la calle. Asegura que todo este revuelo se debe a que "hay política por medio". "Las mujeres de este pueblo, desde que nos levantamos bien temprano, limpiamos nuestro trozo de acera y cuando la vecina de al lado no está, se lo limpiamos a ella. Usted lo podrá ver, que no hay ni una hoja en el suelo", defiende. Cierto es que las calles del Garrobo están limpias. Bastante pulcras. Sin mugre en su pavimento.

Josefi, vecina del Garrobo, habla con los periodistas en la puerta de su casa. / Juan Carlos Vázquez

Como en los tiempos de antaño

Uno de los atractivos de este pueblo es la fuente a la que acuden sus vecinos y los de los municipios cercanos a por agua de manantial. Para ello hay que subir una empinada cuesta con la que se logra quemar todo el desayuno. El sudor hace acto de presencia. En el trayecto aparece de nuevo Chiqui, esta vez con su perra Luci. Nos aconseja beber del líquido elemento. Recuerda que aquello era el centro del pueblo hasta la guerra civil. Al llegar allí, hay varios operarios del Infoca llenando garrafas para consumo personal, debido a la calidad del agua. Saludan a Miguel Ortega, El Nene, pastor de ovejas, con 75 años de edad y 30 en el oficio. La estampa contiene altas dosis bucólicas.

Miguel Ortega, 'El Nene', bebe de la fuente de agua de manantial. / Juan Carlos Vázquez

El Nene tira de memoria. "Hemos vuelto a los años de cuando era crío. Si mi madre no barría la acera, la calle se la comía la mierda. No es normal que en los tiempos actuales el pueblo carezca de barrendero", lamenta. Una crítica que comparte su paisano Mauricio, a quien no le parece "nada bien" el comunicado del alcalde. "Una cosa es que limpiemos la vía pública por voluntad propia y otra muy distinta es que nos lo impongan", asevera.

La parroquia del municipio está dedicada a la Inmaculada Concepción. En su pórtico, un azulejo recuerda que el templo fue saqueado por los franceses. De una vivienda cercana salen Amelia y Thezy. La primera mantiene que la polémica del comunicado se debe a "la falta de noticias que hay en verano". Con residencia en la capital, conoció El Garrobo hace varios años y durante la pandemia fijó aquí su segunda casa, de donde va y viene continuamente. "Sólo se ha advertido de la falta de personal de limpieza por estar de vacaciones y porque ahora llegan las fiestas de aquí. Nada más", aduce. Thezy es de nacionalidad francesa. Nació en Grazalema (Cádiz), pero su padre iba a vendimiar a Perpignan y pronto toda la familia se mudó allí. Le gustaría tener también una vivienda en El Garrobo, "un pueblo muy limpio".

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