El joyero fue torturado hasta la muerte
Asesinato en Carmona
El cadáver de Francisco Cintado estaba amarrado junto a la caja fuerte del local y presentaba numerosos golpes
Un testigo vio a tres personas salir de la tienda con bolsas
El joyero asesinado la noche del lunes en Carmona, Francisco Cintado, murió tras recibir una brutal paliza. El cadáver del comerciante se encontraba atado a una silla y amordazado y presentaba numerosos golpes por todo el cuerpo. Todo apunta a que fue torturado por sus verdugos, que lo interrogaron a golpes antes de robarle. El cuerpo estaba situado junto a la caja fuerte, lo que podría revelar que los asaltantes intentaron sacarle la clave de la misma propinándole una brutal paliza. Toda la escena del crimen estaba llena de sangre. La Guardia Civil ha descartado ya que se hayan utilizado armas de fuego o armas blancas para cometer este brutal asesinato.
Cintado, de 60 años, fue asesinado en el interior de su joyería, ubicada en la calle Pablo Neruda de Carmona. El crimen pudo cometerse antes de las siete de la tarde. Desde esa hora, su mujer lo estaba llamando al teléfono móvil sin obtener respuesta. La familia vive en la misma calle del negocio, a unos 150 metros de la joyería, en una casa que hace esquina. La mujer, al ver que estaba la luz encendida en el local, envió a una de sus hijas a buscar al joyero. La joven fue la que descubrió el cadáver de su padre y comenzó a chillar. Los gritos desgarradores de la hija del joyero sacaron de sus casas a los vecinos de la calle Pablo Neruda.
En el interior de la tienda había tres cámaras de seguridad. Una de ellas había sido arrancada por los asesinos, que no se percataron de que había otros dos equipos de filmación en el local. La Guardia Civil está visionando ya las grabaciones de estas cámaras, que podrían aportar algún indicio para esclarecer este brutal crimen.
Los asaltantes podrían ser tres. Así lo declaró un testigo que se cruzó con ellos y los vio salir de la joyería portando bolsas. Según el relato de este hombre, los atracadores podrían haber aparcado su coche en una calle cercana a la joyería, por lo que habrían recorrido a pie unos metros cargando con su botín. El hecho de que los tres llevaran bolsas llamó la atención del testigo, al que resultó extraño ver a tres hombres saliendo de la joyería con bolsas. Los tres iban a cara descubierta, al menos en el momento en que se marchaban hacia el coche.
Se investiga también cómo entraron en la joyería. Cintado solía trabajar a puerta cerrada y los clientes tenían que pulsar el timbre para que él les abriera. Puede ser que no sospechara de ellos y le franqueara el paso, o también que éstos forzaran de algún modo la entrada. La teoría de que lo esperaron a primera hora de la tarde y lo obligaron a entrar en el local se desvanece, puesto que hubo otras personas que hicieron compras poco antes del crimen.
Un familiar de la víctima, que se identificó como Luis, atendió a algunos periodistas que se encontraban en las inmediaciones de la joyería ayer por la mañana. Este portavoz explicó que Francisco Cintado era un profesional de la joyería con muchos años de experiencia y que guardaba siempre sus protocolos de seguridad. No le hubiera abierto la puerta a alguien que le hubiera resultado sospechoso. Al mismo tiempo, apuntó que desconoce qué pensaban los atracadores que podía guardar en la joyería para comportarse con una violencia tan extrema, hasta el punto de matar a golpes a Cintado.
La Guardia Civil ha enviado a un equipo especial de Madrid experto en inspecciones oculares para realizar un análisis exhaustivo de la escena del crimen y tratar de localizar alguna huella o perfil biológico de los asesinos. Al emplearse con tanta violencia y sin armas, es muy posible que dejaran algún resto de ADN que podría ayudar a localizarlos en el caso de que sean personas con antecedentes. También se ha examinado a fondo el cadáver para tratar de extraer algún resto que pudiera contener perfil genético de los asesinos.
La unidad que vino desde la capital de España es el Equipo Central de Investigaciones Oculares (ECIO), un grupo puntero en esta materia. Ya desde primera hora de la tarde, los guardias civiles de esta unidad han estado revisando la escena del crimen, con el apoyo del equipo de Policía Judicial de Sevilla, que se encarga de la investigación del caso. Los agentes han desplegado un toldo en la puerta de la joyería para que nadie ajeno a la investigación pudiera presenciar su trabajo. Durante toda la mañana, el tramo de calle en el que está el negocio estuvo precintado y bajo custodia de la Guardia Civil.
También durante la noche se montó guardia para que nadie pudiera entrar en la joyería y contaminar la escena. El cadáver de Francisco Cintado fue levantado sobre la una y media de la madrugada del lunes al martes. Algunos familiares se encontraban a unos metros del precinto policial. El alcalde, Juan Ávila, estuvo en contacto con ellos y también con los agentes de la Guardia Civil que estuvieron en los primeros momentos de la investigación. El cuerpo del joyero fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Sevilla, donde ayer se le practicó la autopsia. Por la tarde fue llevado de nuevo a Carmona. A las siete de la tarde de este martes se ha celebrado el funeral en la iglesia de San Antón, al que han asistido cientos de carmonenses, y después ha sido enterrado en el cementerio municipal.
Después del sepelio, la mayoría de los asistentes al mismo acudieron a una concentración en la plaza de San Fernando, junto al Ayuntamiento, que sirvió de homenaje al joyero asesinado y de repulsa del horrible crimen que acabó con su vida. Los comerciantes de Carmona convocaron esta manifestación, a la que invitaron a todos los ciudadanos que quisieran sumarse al homenaje a Cintado. Muchas de las tiendas de la localidad colocaron crespones negros en sus escaparates en señal de duelo. También la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES) y la Cámara de Comercio mostraron su repulsa “ante un hecho tan violento que ha acabado con la vida de un joyero indefenso ante la brutalidad de sus asaltantes”
El joyero era muy querido en Carmona. Era también orfebre y había trabajado con las hermandades de la ciudad. Era, además, el relojero de la iglesia de Santa María. Cintado pertenece a una saga de joyeros y su hermano ejercía la misma profesión. De hecho, sufrió recientemente otro atraco en su negocio.
El del lunes era su último día de trabajo antes de marcharse de vacaciones. Deja viuda y dos hijas. La hija pequeña se encontraba de vacaciones y regresó a Sevilla en el primer vuelo que pudo tomar. Llegó a Carmona a las dos de la madrugada. El Ayuntamiento carmonense ha decretado tres días de luto oficial y ha suspendido todas las actividades previstas para los próximos tres días. El alcalde presidió un emotivo minuto de silencio celebrado a mediodía en las puertas del Consistorio, que terminó con un fuerte aplauso en memoria de la víctima. Las banderas han ondeado todo el día a media asta en los edificios oficiales.
Bulos, desinformación y una pizza
Desde la noche del lunes corren decenas de bulos y rumores por Carmona. Primero se relacionó con el crimen el apuñalamiento de un delincuente habitual de la ciudad, apodado el Gandinga, del que se llegó a decir que había muerto. En realidad, el Gandinga había sido herido leve en una pelea en un bar en otro extremo del municipio. Su agresor fue detenido inmediatamente.
Luego se habló de que los sospechosos eran rumanos y que se habían marchado en un coche con una determinada matrícula, algo que no está confirmado. Después se escuchó que el cadáver estaba degollado y que tenía un tiro en la cabeza, noticias que tampoco correspondían con la realidad. También se dijo que los asaltantes estaban atrincherados en una vivienda del barrio de León y luego que se habían marchado a un chalé de la urbanización Torrepalma. Nada más lejos de la realidad.
La noche del lunes tuvo también su momento surrealista. Con los investigadores trabajando en la escena del crimen y con el cuerpo del joyero dentro del local, apareció un repartidor de pizzas en moto, que venía a dejar un pedido a uno de los pisos ubicados encima de la joyería. Lógicamente, los guardias civiles no dejaban pasar al perímetro acotado a nadie ajeno a la investigación. Finalmente, el vecino que había realizado el encargo bajó a la esquina a recoger su pizza y el repartidor pudo seguir su ruta.
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