"Hasta que no intervinieron ellos no me hicieron caso"
C.A. es una mujer de 30 años, madre de cuatro hijos (el mayor de cinco, la menor de uno) que hace varios años se compró con su pareja un piso en San Juan. Le iban bien las cosas. Era dependienta de una tienda. Él vendía en mercadillos. Pudieron pagar una hipoteca de 700 euros durante un tiempo. Hasta que ella se quedó en paro y el comercio ambulante se resintió.
Cuenta que, durante meses, fue a diario a su banco, le explicaba su situación, pedía una carencia (un término que cogió de las noticias y los programas de televisión que le gusta ver). Pero se topaba con un muro. Como mucho, le decían que la comprendían, pero que la ley es igual para todos. Tiene marcada a fuego una fecha, el 1 de marzo, cuando se fijó su desahucio.
Cuenta esta mujer, resuelta en su sencillez, que iba cohibida cuando acudió por primera vez a los Servicios Sociales. "Nunca he pedido", dice. Tras la primera entrevista, la mandaron a hablar con la concejal María José Quesada, que con su experiencia de mediadora ha asumido un papel más técnico que político en el programa contra los desahucios. C.A. lloró, explica que encontró "sensibilidad y humanidad"; que pasó de la depresión, a ver cómo se abría una "ventanita". El 1 de marzo, llamó al banco y el desahucio estaba suspendido "sin que estuviera nada firmado". "Hasta que ellos no se metieron por medio (dice sobre el Ayuntamiento), el banco no dio la cara, no me hicieron caso".
La familia de C.A. es una de las 25 que han logrado permanecer en una casa que, formalmente ya es del banco, con un alquiler social. De los 700 u 800 euros que pagaba (según el retraso con que lo hacía) ahora abona 200, la cantidad a la que más o menos puede hacer frente con los ingresos que la familia logra de los mercadillos. Sin traumas para sus hijos, sin tener que buscar un alquiler imposible. Explica su experiencia -dice- porque quiere animar a otras familias a pedir ayuda, a que se conciencien de que se puede hacer algo. De todas formas, cree que algo ha cambiado, que ya se habla de abiertamente de un problema que antes se vivía como un estigma.
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