La indefensión de las víctimas del Dioni de Almensilla

El desfalco ha dejado a los afectados, en su mayoría jubilados, endeudados y a seiscientas familias viviendo en una urbanización abandonada sin agua corriente.

La indefensión de las víctimas del Dioni de Almensilla
La indefensión de las víctimas del Dioni de Almensilla
EFE

23 de agosto 2016 - 12:17

La presunta estafa del Dioni de Almensilla ha dejado a los afectados, jubilados en su mayoría, en una situación de indefensión total: endeudados y abandonados a su suerte, sobreviven como pueden en mitad del desastre urbanístico que el desfalco dejó tras de sí. El Sector F de Almensilla parece a simple vista una urbanización abandonada. Las calles están sin asfaltar, la hierba seca se apodera sin control del acerado a medio construir y en los muros de las viviendas los desconchones compiten con el ladrillo vivo de las paredes sin estucar. Sin embargo, este paisaje desolado acoge en su seno a cerca de seiscientas familias, compuestas por jubilados en su mayoría, que se han visto obligadas a sobrevivir como pueden en condiciones que los vecinos de la zona califican como "tercermundistas".

Y es que a muchos de los residentes del Sector F no les ha quedado más opción que residir en una urbanización a medio construir tras perder todos sus ahorros en el presunto desfalco por el que ha ingresado en prisión provisional Julio Mateos, conocido como el Dioni de Almensilla, y por el que hay hasta doce imputados más. "Yo estoy todavía pagando un crédito del primer pago, para el siguiente tuve que pedir dinero a mi familia, y se lo llevaron, y ahora otro pago" ha relatado María del Carmen Luque, de 69 años, que vive junto a su marido, también jubilado, en una parcela que se alza al final de una cuesta de tierra llena de baches, escombros y matojos secos que arañan la carrocería del coche.

A esta situación se enfrentan muchos de los parcelistas más antiguos, que han tenido que pagar hasta en tres ocasiones y ahora, más de diez años después del primer desembolso, están endeudados y abandonados a su suerte en una urbanización sin agua corriente, con un abastecimiento eléctrico precario y graves problemas de seguridad y salubridad. "Vivimos con miedo de cómo estamos. Porque aquí no entra una ambulancia, nos pasa algo y nos morimos aquí", ha dicho Luque mientras, a pocos metros, los cables eléctricos discurren sin ningún tipo de control de seguridad entre los matojos resecos, con empalmes precarios y que parten de contadores oxidados cuyas tapas de protección desaparecieron hace ya tiempo. La seguridad ciudadana también se echa en falta en una zona sin iluminación en las calles y que se ubica "en uno de los pueblos con más robos de Andalucía", según los vecinos, que además "no tiene Policía Local y tiene que pedirla 'prestada' a localidades vecinas". Este problema resulta particularmente grave para algunos de los residentes que, tras los problemas acaecidos en la junta de compensación, recibieron amenazas y fueron intimidados por "sicarios del entorno del extesorero", que llegaron a pinchar las ruedas y romper las lunas de sus vehículos, hechos sobre los que pesa una sentencia del Juzgado tres de Primera Instancia de Coria del Río.

Por otra parte, la falta de agua corriente es una amenaza constante para la salud de los vecinos, ya que las fosas sépticas en las que vierten sus desperdicios están muy cerca de los pozos que los proveen de agua limpia. "Nos han dejado tirados, y ahora lo que quieren es llevarse todo esto", ha afirmado Purificación Luque, de 80 años, en referencia a que el banco amenaza a muchos de ellos, unos 215 a los que la junta de compensación colocó "sin autorización" como avalistas del crédito hipotecario de 2004, con el desahucio. Su indignación la comparten otros muchos vecinos, personas humildes y pensionistas en su mayoría, que afrontan el pago de la deuda con una "incertidumbre total", ya que tras tres importantes desembolsos carecen de recursos para seguir afrontando los pagos.

Esta situación ha provocado problemas de salud en muchos de ellos, como ha explicado María del Carmen Luque, que se ha sometido a tres operaciones "por culpa de lo que estoy pasando, dicho por los médicos, no puedo conciliar el sueño. Así no hay quién viva". Otro de los vecinos, que tampoco ha querido dar su nombre, concluía, resignado, "yo compré una parcela para poder disfrutar de mis hijas cuando eran pequeñas, o de mis nietos ahora, y resulta que lo que voy a hacer es dejarles una deuda enorme".

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