Funeral de las víctimas de Guillena: El pabellón se quedó pequeño
Cientos de personas acuden al polideportivo municipal para despedir a la familia Rendón Hidalgo, fallecida en el incendio de su casa este domingo
"El pueblo está destrozado, era una familia maravillosa"
El pabellón municipal Christian Hernández de Guillena se quedó pequeño este lunes para despedir a la familia Rendón Hidalgo, fallecida a primera hora del domingo en el incendio de su casa. Cientos de personas acudieron a dar el último adiós a las víctimas y unas palabras de consuelo a los familiares del matrimonio formado por José Antonio Rendón y Antonia Hidalgo, de 47 y 52 años, y sus hijos José Antonio y Adrián, de 20 y 16. El polideportivo acogió la capilla ardiente y el posterior funeral, oficiado por el obispo auxiliar de Sevilla Teodoro León.
A las seis y cuarto de la tarde, tres cuartos de hora antes de la hora prevista para el sepelio, llueve con cierta intensidad en Guillena. Al polideportivo van llegando cada vez más personas. Muchas de ellas ocupan las gradas y otras las sillas colocadas en mitad de la pista. Al fondo, un telón cubre parte de la instalación y se han colocado los cuatro ataúdes delante de un altar con un Cristo a un lado. Varias coronas de flores encima de sus caballetes completan la escena. De familiares, de amigos, de la caseta del Rebrinke, de la hermandad de la Vera-Cruz...
Alrededor de ellas, los voluntarios de Protección Civil tratan de ordenar al público. Las sillas se han ocupado por completo y decenas de asistentes se quedan de pie. Por expreso deseo de los familiares, los medios de comunicación no entran a tomar imágenes del interior del pabellón. Fuera sigue lloviendo y siguen llegando vecinos y allegados. Algunos atienden a los periodistas, sobre todo de televisión, que intentan capturar algún testimonio con imágenes de vídeo.
El mensaje casi siempre es el mismo, redundante, recurrente. "Estamos consternados, ha sido un golpe muy duro", dice una joven. "Era una familia muy conocida y muy querida, de toda la vida", apunta otra mujer. "Ha sido una tragedia muy importante para el pueblo. La fecha de ayer quedará marcada en la historia de Guillena, como ha ocurrido con otros sucesos anteriores", recalca otra persona, que recordaba la trágica muerte del cabo de la Guardia Civil Diego Díaz, en una riada en el año 2018.
El incendio de la casa de la familia Rendón Hidalgo es, de hecho, el segundo fuego más importante del año en España, después del de Valencia, al menos en cuanto a número de víctimas. Y el tercero en las últimas dos décadas en Sevilla y provincia, tras el del asilo de Nervión en 2010, que se saldó con siete fallecidos, y el de una casa de Écija en la que murieron seis miembros de la misma familia, en 2008.
Dentro del pabellón se lee la carta de San Pablo a los romanos y luego el relato de la muerte de Jesús según San Marcos. "Al igual que Jesús, os preguntáis Dios mío, Dios mío por qué les has abandonado, pero enseguida diréis también a tus manos encomendamos sus espíritus", decía el obispo auxiliar sobre la familia fallecida en el incendio. "Si la muerte es siempre dolorosa, más aún lo es cuando despedimos a nuestros hermanos en la plenitud de su existencia".
El silencio es sobrecogedor en el interior del polideportivo. Hace calor y humedad. El público suda. Fuera se oyen las gotas de la lluvia golpeando la cubierta de la instalación. En las gradas se arremolina el gentío, que se sienta incluso en las escaleras. En los descansillos del graderío se forma una bulla. Hay quien llora, hay quien abraza, hay quien sigue la ceremonia, hay quien reza... No hay palabras para tanto dolor.
Termina la misa y se abre una puerta lateral del pabellón. Deja de llover y sale el arco iris. Fuera esperan los cuatro coches fúnebres, listos para llevar los féretos de la familia hasta la parroquia de Nuestra Señora de la Granada. Allí, los allegados sacarán los ataúdes de los vehículos y los llevaran en hombros, caminando por la calle Real, hasta el cementerio. Se arremolina el público en torno a los coches. Salen los féretros y hay una suelta de globos. Primero unos azules, el color de Guillena. Luego unos verdes y blancos, del Betis, el equipo de la familia, por el que especialmente el menor de las víctimas tenía pasión.
De hecho, sobre el ataúd de Adrián va una camiseta del Betis. En la de su hermano una del Guillena, donde jugó durante un tiempo. Abren la comitiva sus padres. Es ya noche cerrada cuando la comitiva se dirige al camposanto. Quedan las calles llenas de charcos y un ambiente fresco. En la barriada de la Vega, muy cerca del pabellón, sigue oliendo a quemado.
La Guardia Civil estuvo este lunes en la casa de la calle Fernando Martín para realizar la inspección ocular de la vivienda y tratar de determinar las causas del incendio, y si se confirman las primeras hipótesis que apuntaban a un patinete eléctrico como origen del mismo. Por el momento, el instituto armado mantiene la cautela y no dará información hasta que no esté terminado el informe y "no se disponga de información verificada y concluyente". Para entonces, quizá Guillena haya empezado por fin a asimilar la tragedia.
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