Un funeral para exigir un "mundo más justo, fraterno y solidario"

Los familiares, vecinos y allegados de Enrique, Conchi y Tamara, y de su hija y hermana Vanessa que asistieron este lunes al funeral apenas llegaban al medio centenar. Entre ellos, las autoridades del gobierno y la oposición de Alcalá, y representantes de la Junta, como la delegada territorial de Salud. También el director de los Salesianos en el municipio o el sacerdote de la iglesia a la que pertenecía la familia.

El responso se retrasó casi una hora y al final fue una misa de más de 50 minutos. Pedían respeto al pasar. Que no se especulara más. Pero no es fácil, porque el drama de los Caño Bautista es ya un poco de todos, la ejemplificación de la lucha diaria por salir adelante, malograda. Por las razones que sean. Casi da igual.

El sacerdote que ofició la misa no eludió ese hecho en las palabras a los asistentes, a los familiares que soportan ese "dolor intenso en medio del desconcierto", arrancó, y apeló a tener fe en Dios, a buscar consuelo en su palabra. Pero, sin romper ninguna barrera de lo políticamente correcto, también instó a "vivir con los ojos abiertos a lo que tenemos alrededor y a socorrer a los necesitados; un mundo mejor, en el que nos ayudemos y en el que sintamos como propias las necesidades de nuestros hermanos; un mundo más justo, fraterno y solidario".

Como lectura, eligió el Evangelio según San Mateo: "Cada vez que no lo hicísteis por uno de los éstos, los humildes, no lo hicisteis por mí". Tras la misa los cuerpos fueron trasladados al cementerio de San Mateo, donde fueron enterrados.