Un fontanero que se manejaba entre fogones
Tragedia en Alcalá
El padre fallecido fue también cocinero en buenos hoteles de Madrid y Sevilla y conocía bien los alimentos.
Eran muy pocos los familiares y allegados de Enrique y Concepción y de sus hijas Tamara y Vanessa que este lunes, en los dos tanatorios de Sevilla por los que pasaron los cuerpos, querían hablar con la prensa. Es gente sencilla, intimidada por la repercusión que ha tenido este drama familiar. El caso ha puesto rostro a la situación por la que pasan miles de familias. Miguel Ángel López Rosa, el sobrino que hizo de portavoz, habló de un Enrique que, a sus 61 años, era una persona "activa", que estuvo muchos años de autónomo, que también trabajó para Mapfre, de fontanero.
López insistió en que cuando su tío se quedó en paro, consciente de que a determinada edad no es fácil que vuelva a salir un contrato solvente para mantener holgadamente a su familia, no se le cayeron los anillos para trabajar en lo que le salía: chapuzas de albañilería o fontanería. Por último iba a coger cartones y chatarra. Cada día se levantaba, metódicamente, a las siete de la mañana para ello. Con esos ingresos iba completando lo que cobraba. "Pero no estaban en la indigencia", insistió. "Conchi, su mujer, ayudaba también en lo que podía". Las hijas asistían cada día al instituto Tierno Galván de Alcalá. Vanessa ha contado en el hospital que el padre les habló de regalos para Reyes y de un próximo viaje para ver a la familia de Badajoz.
Una cuñada de Enrique, ya en el tanatorio de la SE-30, apuntaba que Enrique, de joven, trabajó también durante algunos años de cocinero, en "buenos hoteles" de Madrid, donde la familia residió muchos años, e incluso aquí en Sevilla, que se manejaba entre fogones. No se hubiera confundido con un alimento en mal estado si hubiera sido medio evidente.
El oficio de fontanero, por el que se le conoce, vino después y le fue bien. No sólo estuvo de autónomo, sino que tuvo trabajadores contratados. Es de la capital de España de donde se trasladaron, hace décadas, a Sevilla, aunque la familia es oriunda de Azuaga, Badajoz.
En el municipio sevillano de La Algaba vive todavía, con más de 90 años, la madre de Enrique, que, según algunos allegados, no sabe nada de la tragedia de los suyos.
Hasta este lunes tampoco se le había comunicado a Vanessa, la hija de 13 años que ha sobrevivido a la intoxicación y que sigue en el hospital Virgen del Rocío, la muerte de sus padres y de su hermana. Los psicólogos habrían aconsejado esperar un poco. Algunos allegados comentaban que la chica pregunta por sus padres, pero, sobre todo, por su hermana y de forma insistente, porque la vio "desmayada" y porque fue consciente de que estaba más grave cuando los sanitarios de emergencias acudieron por segunda vez a la casa, pasadas las nueve de la mañana del sábado. La adolescente de 14 años ya estaba en parada cardiorrespiratoria en ese momento. Le han dicho que está en otro hospital.
Al parecer, su hermana mayor paterna, uno de los dos hijos que Enrique Caño tiene de un matrimonio anterior y que también reside en Alcalá de Guadaíra, se va a hacer cargo de ella por ahora, dado que es menor de edad.
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