Las ferias vuelven para "hacer ciudad"

Espartinas, Bollullos, Gelves o Mairena del Aljarafe han recuperado o quieren retomar su feria como punto de encuentro. En otros pueblos se consolida el formato de fiesta patronal o 'velá'.

El alcalde y otros representantes de Espartinas escuchan a la banda tras el encendido de la Feria, en la noche del pasado viernes.
El alcalde y otros representantes de Espartinas escuchan a la banda tras el encendido de la Feria, en la noche del pasado viernes.
Trinidad Perdiguero

13 de septiembre 2015 - 05:01

No hay quien ponga en duda que, cuando se produce un cambio de gobierno, el que llega quiere dejar impronta y que de ese propósito no escapa casi nada. Así, si tras las elecciones de 2011 los equipos que entraron o renovaron en los ayuntamientos y se encontraron con las arcas a cero apostaron por la austeridad y por anular ferias para priorizar otras cosas, ahora el titular frecuente está siendo otro. Saneadas algo las cuentas, en los discursos se destaca más que, aunque haya que ser imaginativos y no gastar más de lo que se puede, estas citas festivas también son necesarias. No sólo por el movimiento económico más o menos intenso que generan -ventas previas, contratos temporales, consumo en esos días-, sino porque son un punto de encuentro que ayuda a construir, a hacer ciudad, algo que debe ser también un objetivo en la gestión. Sobre todo, en núcleos metropolitanos en los que los nuevos vecinos hacen vida fuera, con pocas ocasiones para conocerse e identificarse. También coinciden en que, en tiempos de malas noticias y oscuros horizontes, no está mal ofrecer una ocasión al año para divertirse.

Son los argumentos que han servido, por ahora, para recuperar en este año las ferias de municipios como Espartinas -se celebra este fin de semana en Tablantes, con un alumbrado modesto y sin farolillos, después de que, en 2011, se adoptara el formato velá para ahorrar-; la de Bollullos de la Mitación, que volverá a llenar a partir del miércoles el recinto ferial tras cuatro años baldío-; o la de Gelves, que se celebró ya a finales del pasado mes de agosto.

Si en Bollullos se ha pasado de 37 a cuatro casetas y, para llenar los vacíos, se modificará la ubicación de los cacharritos; en Gelves se ha optado por volver no al último recinto ferial que se hizo en años de bonanza, sino a otro anterior, más acotado y cercano a la calle Real, con menos casetas: la municipal, las de las hermandades y alguna asociación y hosteleros que han optado por abrir en la zona. Desde el Ayuntamiento gelveño se destaca que se montó en un mes, porque se condicionó a que antes se pudieran pagar las nóminas. La respuesta vecinal ha sido notable tras estos años de paréntesis, en los que la palabra feria se cayó del cartel para volver a su origen de fiestas patronales, con actividades y alumbrado sólo en la calle Real y en la plaza del antiguo Ayuntamiento, donde se montaba escenario.

Estos casos de ferias recuperadas se han dado en municipios donde se ha producido una alternancia en los gobiernos. Pero no serán los únicos. También ha anunciado su propósito de recuperar la feria a lo largo del mandato Antonio Conde (PSOE), reelegido alcalde de Mairena del Aljarafe. Él mismo, como concejal de festejos, impulsó en 2002 una feria que no existía en Mairena y comunicó, ya en su anterior etapa como regidor en 2010, que se suspendía para atender demandas sociales urgentes. Pero ahora recuerda que la feria y la cabalgata eran los únicos "hitos" en los que "toda la ciudad se encontraba" y sigue creyendo que "Mairena necesita de espacios de encuentro en los que los vecinos disfruten y convivan". El edil anuncia que abrirá un debate con los grupos de la oposición y con colectivos ciudadanos sobre el sitio, las condiciones y la fecha más adecuados. Pero tiene claro que, por frívolo que parezca, es "un elemento de cohesión", que "la decisión de suspenderla se tomó en un momento financiero complicado" y se trabajará para recuperarla.

Estas ferias poco tienen que ver e con las previas a las crisis, cuando era raro el pueblo, por pequeño que fuera, que no trajera a un cantante de relumbrón, grandes y buenas orquestas o que no se prodigara en recepciones oficiales, de las que ahora sólo disfruta, con suerte, el colectivo de la tercera edad de cada sitio. Los presupuestos, más cortos -Espartinas se montará con 20.000 euros, Bollullos con 18.700- y se van en las infraestructuras necesarias, en la seguridad y en pagar a DJ o grupos locales, que han salido ganado. Hay más implicación de los colectivos ciudadanos interesados en ellas y ganan peso los patrocinios.

En otros municipios en los que la feria se anuló tras los primeros años de crisis, no hicieron falta cambios de gobierno para que se recuperaran. A lo largo del mandato pasado, ya volvieron a celebrarse las ferias de Aznalcóllar, Bormujos, Olivares o Almensilla, que formaron parte de esa cascada de anulaciones que hacían temblar a los empresarios de los cacharritos, para los que lo peor de todo es que la feria a la que tienen previsto acudir no se monte y quedarse en casa. Durante años ha caído el consumo de sus atracciones, pero funcionar les permite al menos cubrir los gastos. De hecho, han hecho esfuerzos por ayudar a los ayuntamientos a pagar el alumbrado y adecuar los recintos. Desde hace algunos años, admiten ya que se va remontando el vuelo.

También se recuperó en estos años la feria de Coria del Río que, a diferencia de otros casos, era una cita histórica, con más de 175 años. Pero justo cuando los cumplía, en 2012, no se celebró. La mayoría de las casetas no iban a abrir y el gobierno socialista, pendiente de un plan de ajuste, la anuló. Un año más tarde, con un cambio de gobierno por la moción de censura, se recuperó con brío.

Otros municipios no descartan del todo recuperarlas en próximos años

Anular la feria no significa, en la mayoría de los casos, renunciar a las fiestas. Hay también algunos ejemplos de municipios que han apostado por volver a los orígenes de las mismas, a las fiestas patronales, en las que barras o los bares de toda la vida suplen a las casetas, cuyo montaje es más costoso, con actividades ubicadas en las zonas céntricas de los pueblos, en lugar de en recintos más alejados. Es el caso de San Juan de Aznalfarache (la última feria se celebró en 2011) o de Castilblanco, aunque en éste último caso el gobierno local socialista no descarta replantearse la posibilidad de recuperar la feria (que se celebró de 1999 a 2011) más adelante. Tampoco se ha recuperado la feria en Palomares, uno de los primeros municipios en reconocer su quiebra y en anularla también. Desde entonces, se han organizado veladas, semanas culturales u otras actividades como alternativa. En Cantillana se sustituyó el formato tradicional para ahorrar costes -sin caseta municipal, actuaciones ni orquestas caras- por lo que se denomina "verbena", una miniferia con cuatro casetas (dos de las hermandades, dos de asociaciones) en la que el Ayuntamiento sigue abonando algunas actuaciones más modestas, de DJ y grupos locales. Pero la alcaldesa, Ángeles García (PSOE), tampoco descarta abrir un debate sobre si se debe, y en qué condiciones, apostar por la feria más formal también con la idea de crear un "espacio de encuentro" para todo el pueblo, más allá de las fiestas de la Asunción y la Pastora.

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