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La explosión de la batería de un teléfono móvil provocó la tragedia de Guillena

La Guardia Civil concluye que el origen del fuego estuvo en un dispositivo que se estaba cargando depositado sobre un sofá

Guillena despide a la familia muerta en el incendio: El pabellón se quedó pequeño

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La vivienda incendiada en Guillena. / Foto: José Luis Montero / Vídeo: Europa Press

Un teléfono móvil que estaba cargando apoyado en un sofá en la planta baja de la vivienda provocó el incendio que acabó con la vida de los cuatro miembros de una familia en Guillena el pasado domingo. Es la conclusión a la que ha llegado la Guardia Civil tras finalizar la inspección técnico ocular en el interior de la casa. Aunque en un primer momento la investigación policial apuntaba a un patinete eléctrico que estaba cargándose como posible causa del fuego, los especialistas del Equipo de Incendios de la Zona de la Guardia Civil descartaron esta hipótesis tras las pruebas realizadas durante el día de ayer en la vivienda.

El origen del fuego fue, por tanto, eléctrico pero no tuvo el foco en el patinete, sino en la explosión y combustión de la batería de un teléfono móvil que se estaba cargando depositado sobre un sofá. Éste prendió una vez que explotó el móvil y el incendio se propagó con gran rapidez por toda la casa, una vivienda unifamiliar adosada de dos plantas y azotea ubicada en el número 20 de la calle Fernando Martín. Había objetos que ayudaron a la propagación, como el propio patinete, que fue encontrado calcinado, o numerosas cajas. La familia fallecida se había dedicado toda su vida a la fruta.

El incendio comenzó sobre las ocho de la mañana del domingo. La primera llamada que recibieron los Bomberos de la Diputación fue a las ocho y seis minutos. Acudieron tres dotaciones, dos del parque de Santiponce y una de El Ronquillo. Cuando llegaron, el incendio estaba completamente desarrollado, con las llamas saliendo por las ventanas y una gran cantidad de humo. Los profesionales no pudieron hacer nada por salvar la vida de la familia.

Funeral de la familia fallecida en el incendio de Guillena / José Luis Montero Ramos

Antes, varios vecinos habían intentado entrar a rescatar a las cuatro personas atrapadas, pero fue completamente imposible. Uno de ellos intentó cortar las rejas de la planta baja con una radial, sin éxito. Otros intentaron abrir la puerta, pero era una puerta blindada y tampoco fue posible abrirla. Todas las ventanas tenían rejas y la casa se convirtió en una ratonera. Algunas de ellas tenían apertura con llaves, pero las víctimas no lograron abrirlas, bien porque no las encontrara bien porque, con la alta temperatura alcanzada en el interior de la casa, los metales se doblaran y no se pudieran utilizar.

Los Bomberos encontraron los cadáveres del matrimonio formado por José Antonio Rendón, de 47 años, y Antonia Hidalgo, de 52, en la primera planta. En la planta baja estaban los hijos, Adrián, de 16, y José Antonio, de 20. Una vecina asegura que este último llegó a la casa con el incendio en marcha, tras haber pasado la noche fuera, y entró tratando de salvar a sus padres y hermano. De ser así, fue directo a una muerte segura. Los cuatro fallecieron por inhalación de humo. El matrimonio estaba más afectado por las llamas, que los abrasaron después de morir asfixiados, mientras que los cuerpos de los dos hermanos no estaban quemados.

Los cuatro fallecidos de Guillena recibieron sepultura sobre las nueve de la noche de ayer en el cementerio municipal, tras un funeral multitudinario celebrado en el pabellón polideportivo municipal Christian Hernández, a las siete de la tarde. El pabellón se quedó pequeño para despedir a esta familia tan querida en Guillena, y fueron miles las personas que pasaron antes por la capilla ardiente, instalada en el mismo pabellón, para dar un abrazo a los familiares de los muertos y darles una palabra de consuelo. El obispo auxiliar de Sevilla Teodoro León ofició el funeral en un pabellón repleto en el que el silencio era tal que se oían las gotas de la lluvia rebotando sobra la cubierta.

/ José Luis Montero Ramos

Los féretros fueron sacados a hombros del pabellón y depositados en cuatro coches fúnebres, un momento en el que los amigos de los hijos soltaron globos de color azul (el del equipo de fútbol de Guillena, donde jugó José Antonio hijo) y verdes y blancos (del Betis, el equipo de la familia, y que Adrián seguía con especial fervor). Los vehículos trasladaron los restos mortales de la familia Rendón Hidalgo hasta la parroquia Nuestra Señora de la Granada, la Patrona de Guillena. Desde ahí, los familiares y amigos de las víctimas portaron a hombros los cuatro ataúdes caminando por la calle Real hasta acabar en el cementerio.

El incendio de Guillena es el segundo más grave de lo que va de año en España después del registrado en Valencia el pasado mes de febrero, que se saldó con diez muertos. Es también el tercero con mayor número de víctimas de los últimos veinte años en la provincia de Sevilla, después del incendio de un asilo de Nervión en 2010, en el que fallecieron siete personas, y del fuego en una casa de Écija en 2008, en el que perdieron la vida seis miembros de una misma familia. En Arahal, en 2014, hubo otro incendio con cuatro muertos, dos abuelos y dos nietos.

En aquella ocasión, fue un ordenador portátil que se estaba cargando sobre un sofá el que originó el fuego. En Écija, el foco estuvo en un brasero, cubierto por la ropa de uno de los jóvenes de la familia que llegó de noche con sus prendas húmedas porque había llovido. En el asilo de Nervión, la causa fue un cortocircuito en una cama articulada, que llenó de humo toda la planta y provocó la asfixia de siete personas.

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