Más de doscientos años viajando de la uva al vino
Enoturismo. Con más de 200 años de historia, Bodegas Salado puede presumir de haber pertenecido durante cinco generaciones a una misma familia y de poseer cosecha y producción propia. La innovación, con la búsqueda de nuevos vinos, y la inversión en nuevas tecnologías que facilitan el trabajo en la bodega, claves para convertirse en referencia en la provincia.
Cuando septiembre aparece en el calendario y la luz del sol comienza a ser cada vez más dorada, la uva está casi a punto de ser recogida para, en su camino, de mosto convertirse en vino. En Umbrete saben mucho de esto. Bodegas Salado es una de las pocas que continúan con la tradición vinícola del municipio, que hace mucho tiempo surtía de buenas uvas a bodegas del marco de Jerez.
Hoy, con los nuevos tiempos y adaptándose a las nuevas necesidades del mercado, la quinta generación de Salado irrumpe con fuerza buscando, incluso, la elaboración de un crianza. "La sexta generación ya está preparándose para salir, pero conociendo el trabajo de la bodega a fondo y cada uno de sus puestos", afirma.
La época de vendimia y de elaboración del vino es un revulsivo para el empleo en la zona. En la que finaliza en estos días tiene prevista la recogida de 300.000 kilos de uva en sus tres viñas de Huévar del Aljarafe y Carrión de los Céspedes. Estos frutos darán unos 220.000 litros de vino, lo que supone un 5% más que el año pasado. Asimismo en Bodegas Salado esperan incrementar la facturación un 10% respecto al año pasado.
Las diferentes variedades de uva de las tierras albarizas de Salado se reparten en un 80% de la variedad de Pedro Ximénez, un 15% Garría Fina y el 5% restante se reparten en Tempranillo, Verdejo, Chardonnay y Sauvignon Blanc.
Estas cantidades generarán 176.000 litros de Pedro Ximénez, 33.000 de Lagar Blanco y Umbretum, 5.000 de Lagar de Salado y 6.000 del resto de variedades. No son estas las únicas referencias de la bodega, también tienen desde rebujitos embotellados hasta amontillados. Además, el Lagar de Salado es el primer tinto criado y elaborado en el Aljarafe, del que este año apuestan por obtener un crianza. El Umbretum fue toda una revolución cuando se presentó en 2006. Desde este año la demanda ha ido en aumento. Tanto es así que el año pasado se agotó el 15 de diciembre, por lo que en esta campaña han dedicido aumentar la producción hasta 20.000 botellas.
En cuanto a la generación de empleo, la vendimia ha repercutido en 30 puestos de trabajo entre el campo y la bodega. "La viña es el cultivo más social que existe porque necesita mucha mano de obra", explica Rafael Salado.
Pero una bodega como Salado, con más de 200 años de historia en Umbrete va más allá de las cifras. Su presidente, Rafael Salado es capaz de entusiasmar a todo el que le escuche con el vino. No duda en explicar cómo es el trabajo del vino o guiar una cata sencilla entre los visitantes que se acercan a la Bodega Salado, en Umbrete, para visitarla. Este año, está especialmente contento con la vendimia. "La uva es magnífica debido al invierno tan lluvioso que hemos tenido, que ha generado mucha vegetación en la viña, afectándole menos los calores del verano, consiguiendo la uva una excelente maduración".
No es para menos, en Bodegas Salado, se sigue la elaboración del vino desde que es uva. "Criamos el producto, elaboramos el vino y vendemos. Esto le da a nuestros vinos un sello bastante característico. Siempre de cosecha propia", asegura Rafael Salado.
Sus vinos llegan más allá de la provincia de Sevilla, como el de pasas de Abuelo Rafael, que llega hasta Holanda, los olorosos como Tío Pedro suelen viajar a Inglaterra. En España, sus principales puntos de distribución fuera de Andalucía son Madrid y Barcelona, sobre todo con los dos Lagares, el de Salado (tinto) y el Blanco. Ahora bien, el máximo representante de Bodegas Salado es el mosto por su volumen de ventas. "Llegará el momento en el que llegue el boom de esta bebida a nivel de consumidores más allá de los ya habituales y se venda embotellado y etiquetado", afirma Rafael Salado.
Las bodegas fueron fundadas en 1810 por Ramón Salado y ahora están presididas por Rafael y Santiago Salado. Desde siempre ha estado en manos de la familia Salado y también desde el tatarabuelo de Rafael Salado, sus viñedos están situados en el Aljarafe sevillano: La Serrana, Los Clérigos y Las Yegua, en los términos municipales de Huévar del Aljarafe y Carrión de los Céspedes, ambos en la comarca del Aljarafe.
Y es que una de las ventajas que para los amantes del turismo enológico tiene Bodegas Salado es que al tener tanto la cosecha como la producción propia, el visitante pede conocer el ciclo completo del vino. "Dependiendo de la época del año, el viajero podrá vivir in situ las labores en el viñedo y el trabajo en la bodega. Estamos trabajando firmemente para que esto sea posible con la preparación de paquetes turísticos. En cualquier caso, a quien se acerca hasta la bodega, le invitamos a que nos conozca y vea el trabajo que tiene detrás el vino. En la propuesta que estamos preparando apostamos por un enoturismo activo. Algo ya estamos haciendo, consiguiendo que el turista se sienta como parte de mi casa, que es la bodega ", explica Rafael Salgado.
En este sentido, la empresa vitivinícola participa en el parque Corazón del Aljarafe, en el que también se incluyen el Monasterio de Loreto en Espartinas y el palacio arzobispal de Umbrete, antaño residencia de verano del arzobispo de Sevilla.
Una de las preocupaciones de Rafael Salado es conseguir que parte del vino que se sirva en Sevilla sea producido en la provincia. "La asociación de productores de vinos y licores de la provincia está haciendo un gran trabajo al respecto. Hasta ahora, sólo llegamos a un 5%, estamos trabajando con sumilleres y escuelas de hostelerías para que nos conozcan y puedan ofrecer un vino sevillano cuando el cliente pida opciones de vino".
Todo ello unido al empleo de la última tecnología para fermentado del vino, con la técnica carbónica en frío, mucho más limpia, o la adquisición de maquinaria para el prensado de la uva. Esto supone un reciclaje y formación continua tanto para los empleados como para el equipo directivo.
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