Cuando se desata la rumorología

Horror en el Aljarafe

El hallazgo del segundo bebé dispara un catálogo de bulos, elevados por la mensajería móvil y las redes sociales.

Una mujer, con decenas de personas tras ella, increpa a Sara en el momento en que ésta abandonaba la calle Beatriz de Cabrera en ambulancia.
Una mujer, con decenas de personas tras ella, increpa a Sara en el momento en que ésta abandonaba la calle Beatriz de Cabrera en ambulancia.
Fernando Pérez Ávila / Sevilla

28 de noviembre 2012 - 05:03

Todo tipo de rumores corrían este martes por Pilas. Que si detrás del caso de los bebés congelados había una organización dedicada al tráfico de órganos, de placentas y de cordones umbilicales, que si estaba implicado un médico, que si habían aparecido dos nuevos fetos ocultos en la finca que la familia de Sara tiene a la salida del pueblo, en la carretera de Villamanrique, que si alguien de la familia había dicho en un bar que esto no era nada para lo que tenía que llegar y que tendrían que salir muchas más cosas aún...

Y así sin fin. En cada esquina había una tertulia improvisada, se revivía una y otra vez el horror, lo que tuvo que pasar ese hombre al encontrarse, no sólo uno, sino dos recién nacidos en sendos congeladores de su casa. "Todo lo que está pasando es muy raro", decía el alcalde, Jesús María Sánchez, al que la noticia le sorprendió en Sevilla y llegó tan pronto como pudo al lugar de los hechos. "La población está muy afectada, estamos todos estupefactos. Si la gente estaba ya compungida hace tres semanas, para lo de hoy no hay palabras. A nadie le gusta que el nombre de su pueblo pase a la historia negra de los sucesos en este país", explicaba el regidor a la prensa a escasos metros de la puerta del número 51 de la calle Beatriz de Cabrera.

"Todo es muy extraño", insistía el alcalde, ansioso de que se esclarezca lo ocurrido y se sepa con certeza qué fue lo que movió a Sara a congelar presuntamente a sus bebés. A unos metros, decenas de pileños se agolpaban tras el cordón policial. Se había corrido la voz de que el juez había ordenado el registro de la vivienda y que la Guardia Civil traería a la presunta parricida. Los agentes ampliaron el cordón para facilitar el acceso a la ambulancia que trasladaba a Sara. La mujer salió del vehículo, apesadumbrada y cansada según algunos de los presentes en el registro. Algunos de sus vecinos, los mismos que la definían como una persona normal y atenta con sus hijos hace tres semanas, ahora le gritaban asesina.

Corrían más rumores, se describían con detalle horrores fruto de la imaginación más retorcida, funcionaba a todo tren el whatsapp con comentarios de lo más perverso. Pilas copó los temas más comentados en las redes sociales. Fue tendencia, o trendingtopic, en Twitter a nivel nacional. Periodistas, curiosos y vecinos colgaban fotos de la puerta de la vivienda, convertida ya en la casa de los horrores.

"Oiga, ¿y cuántos años le caerán? Por lo menos veinte, ¿no?", preguntaba una chica. "Capaz es de volver cuando salga, ¿dónde va a ir si no?", respondía su acompañante, casi en la primera línea tras el cordón policial. Unos describían a otros los movimientos en la puerta de la casa, si llegaba el marido de la parricida, los padres o la hermana de éste. "No podemos decir nada ahora mismo porque nos han echado de la casa y no sabemos lo que ha pasado", dijo a este periódico la hermana de Francisco Antonio.

Sólo el alcalde trataba de poner algo de cordura y recordaba que la familia tiene dos hijos menores, una niña de 14 años y un niño de 11. "Los dos estudian y viven en el pueblo, y se pueden ver muy afectados por comentarios que no ayudan a nada".

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