Dani el Uruguayo, el asesino frío que ha tardado diez años en caer
Crimen en El Viso del Alcor
El asesino de un vigilante en El Viso del Alcor se escapó de la cárcel en su país tras matar a un joyero, vivía en Montequinto con identidad falsa y cometió un error en su último atraco
Diez años ha tardado la Guardia Civil en dar con el asesino del vigilante de seguridad del Viso del Alcor. En realidad dio con él hace más de un año, pero los trámites legales y la burocracia han retrasado la detención hasta ahora. Por una vez no había demasiada prisa. El asesino ya estaba en prisión. Lo había detenido la Policía Nacional en el año 2015 después de que cometiera un atraco parecido. Ocurrió en el polígono Parsi, en Sevilla capital, el 22 de enero de aquel año, a plena luz del día, las cuatro menos veinte de la tarde.
El atracador abordó a un camionero y le pegó dos tiros en las piernas para robarle dos carpetas, en una de las cuales había dinero. A los investigadores les llamó la atención la violencia empleada por el ladrón, que abrió fuego cuatro veces (aunque sólo le alcanzaron dos balas) pese a que el transportista apenas opuso resistencia. Había testigos y el suceso quedó grabado por las cámaras de videovigilancia del polígono. El atracador se dio a la fuga en una motocicleta. Y lo más importante: había dejado una huella dactilar.
Los policías del Grupo de Atracos introdujeron la huella en la base de datos pero no hubo suerte. En España, al menos, no estaba fichado. Los investigadores sabían ya que estaban ante un atracador especial, que no tenía reparos en tirar de pistola en un polígono a plena luz del día y delante de testigos. Eso no lo haría un delincuente con antecedentes en España.
Modus operandi similar
El modus operandi era muy similar al empleado siete años antes, el 15 de julio de 2008, en El Viso del Alcor. Aquella mañana, sobre las once menos veinte, disparó a los dos vigilantes de seguridad que portaban unas sacas con dinero de una sucursal del Banco de Santander ubicada en el mercado de abastos. Mató a uno de ellos, Jerónimo Luna Torres, de 48 años, alcanzado por una bala en el abdomen; e hirió de gravedad a otro, Diego Castillo, a quien le disparó cinco veces. Tras el tiroteo, robó varias sacas con 100.000 euros y se marchó a bordo de una motocicleta de gran cilindrada.
Los investigadores tardarían aún en relacionar ambos sucesos. Influyó sin duda el hecho de que el atraco del polígono Parsi lo investigara la Policía Nacional y el otro lo llevara la Guardia Civil. Pero la colaboración entre ambos cuerpos terminaría dando sus frutos.
La Policía examinó la dirección de huida del atracador, que se había dirigido hacia la SE-30 en dirección Cádiz tras el atraco al camionero. Se peinaron los barrios próximos, como el Cerro del Águila, Su Eminencia y las Tres Mil Viviendas. Nada. Una pista llevó hasta Montequinto y hasta un ciudadano argentino que residía en este barrio.
Una pista en Montequinto
Pronto los policías conocerían que no era argentino sino uruguayo, que se relacionaba con algunos futbolistas de esta nacionalidad que jugaban en el Sevilla y en el Betis, que salía relativamente poco y que trabajó algún tiempo en un bar. Iba todos los días a un gimnasio de la calle Calígula en el que se pasaba unas tres horas y también era quien llevaba y recogía a los hijos de su pareja del colegio.
Aquel tipo se llamaba Daniel Glisenti y era conocido en Montequinto como Dani el uruguayo. Y aquí surgió una nueva pista más fiable aún. Un pasaporte a nombre de Daniel Glisenti había sido robado en Uruguay en el año 2005. En agosto de aquel año se había fugado de la cárcel de Rocha (a unos 200 kilómetros de Montevideo) Sergio Fernando Lima Moreira, un preso de 26 años condenado por matar a puñaladas a un joyero en un atraco ocurrido en el verano de 2001. Sobre él pesaba una orden internacional de búsqueda y captura emitida por las autoridades uruguayas.
Las descripciones coincidían. Un hombre de complexión fuerte, de tez clara, pelo corto castaño claro y una estatura aproximada de 1,85 metros. Las piezas del puzle fueron encajando. Todo de manera muy lenta porque había que hacer trámites internacionales con la Justicia uruguaya y cada paso se demoraba como mínimo un mes. El riesgo de que el sospechoso se fugara era alto. Pero el tipo parecía tener arraigo en Montequinto. Llegó a casarse y a tener hijos, todo con su identidad falsa.
Las últimas piezas del puzle
Finalmente llegó la prueba definitiva: la huella dactilar encontrada en el polígono Parsi coincidía con las que tenía la Policía uruguaya de Sergio Fernando Lima, el preso fugado. La Policía lo detuvo el 17 de septiembre de 2015 y desde entonces se encuentra en prisión.
La Guardia Civil mantenía abierta la investigación del crimen del Viso, pese a que habían pasado más de siete años. Los investigadores del Grupo de Patrimonio de la comandancia de Sevilla tenían incluso un retrato robot elaborado en base a las descripciones de los testigos. Y el parecido del uruguayo era más que evidente.
Los agentes mostraron la foto de Sergio Fernando Lima a un testigo que había visto al atracador en el momento antes de colocarse el casco y cometer el atraco. Y lo reconoció sin ningún género de dudas. En marzo de 2017, tras varias pruebas más, los investigadores comunicaron al juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Carmona que Sergio Fernando Lima era el hombre que mató a Jerónimo Luna.
Ahora, un año después de la identificación y diez de los hechos, se ha dado por finalizada la investigación y se ha practicado una nueva detención del sospechoso en prisión.
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