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Sevilla celebra la excelencia en responsabilidad social empresarial
Protesta ciudadana
A Eduardo Vera, director gerente de los arroceros de Sevilla, los datos no le cuadran. La quema de los rastrojos del arroz en la Marisma y el Bajo Guadalquivir es una práctica tradicional "y necesaria" que está regulada por una normativa en Andalucía y para la cual los agricultores solicitan cada temporada una media de 500 autorizaciones.
No toda las hectáreas de este cultivo, en la que Sevilla es líder nacional, experimentan esta práctica para eliminar los residuos tras la cosecha. Este año, en La Puebla del Río, donde se concentra la mayor parte de las quejas por las molestias que causan la quema, han ardido trece hectáreas, según los datos de la federación, y se han registrado un puñado de denuncias, cinco según los datos aportados hace unas semanas por el propio Ayuntamiento, cuyo alcalde ha cifrado en un 15% la tasa de arroceros que incumplen con las normas que se recuerdan cada temporada a través de bandos municipales y cuyo objetivo es aminorar las molestias para la población. En la zona hay casi un millar de explotaciones.
Al margen de los números, Vera es consciente de que hay un problema que también se cifra en las más de 2.700 personas que se han adherido en el último mes a la plataforma ciudadana "Unidos contra la quema de pastos", con gran actividad en las redes sociales, donde se pueden ver algunas imágenes frecuentes en estos municipios marismeños en los meses de septiembre y octubre, cuando huele a quemado y el humo da a las calles un aspecto de densa niebla.
Vera admite que esta actividad afecta, la movilización es la prueba, y que hay que ver cómo se pueden corregir sus efectos. Los arroceros se muestran abiertos a mediciones del aire, como apuntan los ciudadanos que protestan, o los informes que sean necesarios. "Colaboramos en todo eso, estamos más que acostumbrados a las auditorías", comenta Vera que no entiende la dimensión que ha tomado un asunto con el que todos los vecinos de estas comarcas han convivido siempre y que ahora precisamente "está más controlado que nunca".
El 98% del cultivo de arroz en la provincia de Sevilla está realizado bajo la normativa de Producción Integrada. Y técnicos está supervisando constantemente el campo y asesorando a los agricultores. Se trata de una técnica más respetuosa con el medio ambiente que, por ejemplo, debe ajustarse a la utilización de fertilizantes y fitosanitarios al mínimo posible. Esta técnica se inició en Sevilla en 1998. "Nos ajustamos a estas normas, no tenemos fungicidas para tratar la semilla ni insectidas por si viene, por ejemplo, una plaga de pudenta, que es el insecto que más nos afecta. Usamos medios materiales: trampas de luz, parcelas-cebo en invierno, tratando de la forma más natural posible evitar las enfermedades y la quema de pastos es una de estás técnicas".
El director gerente de los arroceros sevillanos explica que necesitan la quema como práctica para controlar las plagas en un cultivo de cereal que es excepcional, porque las explotaciones están inundadas la mayor parte del año. Hay que retirar los rastrojos y la paja sobrante de la cosecha para evitar casos de fisiopatías conocidas como akiochi y el sclerotium, entre otras.
El buen manejo de los restos de cosecha es clave para preparar el terreno de la próxima campaña, según los expertos. Tras el paso de las cosechadoras en un cultivo que está muy mecanizado queda sobre el terreno, además del rastrojo, una cantidad significativa de paja procedente de la trilla. La paja queda alineada en cordones, según la suelta la cosechadora sobre el terreno. Hay dispositivos adicionales (molinetes) que la distribuyan uniformemente es cada vez más frecuente.
¿Y qué se hace con la paja? Se quema, se incorpora al suelo mediante técnicas de fangueo o se empaca. "Se fanguea en el 100% de las parcelas y un 80% de agricultores realizan la quema de los cordones de pasto que suponen una superficie del 40% de la parcela", apunta Vera, que defiende que la quema es menos perjudicial ambientalmente. Lo hace basándose en estudios de autores como Manuel Aguilar. De hecho, cuando se entierra la paja, ésta fermenta y emite uno de los gases más perjudiciales, el metano, que se acumula en la atmósfera y contribuye al aumento del efecto invernadero.
La quema es la técnica más barata, pero tiene otros contras, sin contar con la contaminación y molestias provocadas por los humos. Al arder se desaprovecha una fuente de materia orgánica buena para la estructura del suelo, que lo enriquecería con ciertos elementos minerales.
"Llevamos desde el año 1940 sembrando y nunca hemos visto estas protestas, ni que haya pasado nada malo tampoco. En la marisma hay más de 70 técnicos que analizan el campo y, con su ayuda, cada año intentamos hacerlo mejor. Y hay veces que nos indican que hay que quemar", insiste Vera, convencido de que a veces el agricultor que puede ser denunciado, porque los humos estén afectando a la población, ha actuado con responsablidad. "Incluso con la paja seca, como debe ser, sin viento, se ponen a quemar y de repente cambia el aire y en esos minutos mientras se apagan los liños de fuego, el humo ha afectado y eso pasa y asumimos, es mala suerte", apunta.
No piensan lo mismo los vecinos agrupados en la citada plataforma de protesta que a diario cuelgan fotos y vídeos donde se puede observar cómo el humo llega a las poblaciones y carreteras a horas (siete y ocho de la tarde y de noche) en las que la quema debería estar prohibida, según se recoge en los bandos. El más restrictivo en este sentido es el de Los Palacios que indica que el horario debería ser desde la salida del sol hasta las dos de la tarde. Los manifestantes también se quejan de que los fuegos no estén suficientemente vigilados.
Para la federación de arroceros, más que hacer un problema generalizado, habría que intentar poner soluciones para mejorar y evitar estas situaciones. "Estamos concienciados", garantizan.
Hay otros métodos, como la recogida de la paja en alpacas. "Para ello haría falta una maquinaria especial que no tenemos. La paja del arroz no tiene valor nutricional, sin echarle aditivos, no merece la pena ni siquiera para el ganado. Y a día de hoy os márgenes están muy justos: si nos poneos a recoger paja sin valor, con una maquinaria costosa... el cultivo deja de ser rentable", asegura Vera, que apunta que, a pocos días de terminar la cosecha, calculan que hay muchas familias que lo van a pasar mal este invierno.
El exceso de salinidad en el río este verano ha afectado al cultivo este año, sobre todo en la margen derecha, donde ha habido que parar las bombas de riego más tiempo, y los datos de algunas cooperativas apuntan que la cosecha podría ser un 20% inferior.
Hay otros métodos que están experimentando en otras zonas arroceras de España, como la Albufeira de Valencia, por ejemplo. Reciclaje, energía limpia... "La paja no tiene mucho poder calorífico, por lo que una planta de biomasa tampoco sería muy rentable y desconocemos si hay otros proyectos", comenta Vera.
Los alcaldes de los municipios La Puebla del Río, Isla Mayor, Los Palacios, Gelves y Coria del Río registraron formalmente el pasado viernes un escrito en la Consejería de Salud y Familias para solicitar una reunión "a la mayor brevedad posible" del consejero con los cinco alcaldes y representantes de la plataforma ciudadana, que ya hace semanas que cuenta con el respaldo institucional de los ayuntamientos y que se ha manifestado en dos ocasiones.
En el escrito no sólo se hace referencia a la quema de pastos, también a la fumigación aérea en estas comarcas marismeñas, "con bastantes quejas por el vuelo de aviionetas por encima de las viviendas y la caída de productos en sus patios". Y se piden "medidas y alternativas técnicas y económicas viables a estas prácticas del cultivo del arroz que eviten los problemas en la próxima campaña".
En todo momento, los manifestantes han insistido en que no están en contra de un cultivo, que el sustento de muchas familias de la comarca y que sustenta a gran parte de la avifauna que habita en Doñana. Y se ha intentado despolitizar la plataforma evitando en la mayor medida posible los mensajes que responsabilizan a determinados políticos o agricultores.
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