La amenaza de la Sierra Norte de Sevilla: perderá 2.000 habitantes más en 15 años
Demografía
Casi 5.000 personas han abandonado la comarca desde que comenzó el siglo XXI
Localidades como La Puebla de los Infantes se aferran al turismo para crear empleo y retener población
El área metropolitana de Sevilla eclipsa el aumento de la población en la capital
La Sierra Norte se desangra. Pierde población. Desde que empezó el siglo XXI, el conjunto de localidades que conforman esta comarca (ahora denominada Sierra Morena de Sevilla) ha dejado de contar con 5.000 habitantes, merma que puede llegar a 7.000 en 2040, según las proyecciones del Instituto de Estadística de Andalucía. La falta de oportunidades laborales se convierte en el primer escollo para estabilizar el padrón, de ahí que municipios como La Puebla de los Infantes (el pueblo que más vecinos ha dejado de tener en la última estadística del INE) se aferren al turismo para crear empleo juvenil en la zona. Un ejemplo de la España vacía en un paraíso natural.
La Puebla de los Infantes, puerta de la Sierra Morena de Sevilla. Así lo proclama el eslogan que usa el Ayuntamiento de esta localidad para atraer visitantes. Al municipio se puede llegar desde Peñaflor (aún en la Vega) o directamente desde Lora del Río, a través de una carretera que circunda el pantano de José Torán. Las vistas de esta última vía son de gran belleza, especialmente en invierno, cuando las lluvias del otoño han cubierto el campo con un manto verde. El municipio se encuentra a hora y cuarto de la capital. El día está desapacible y hay poca gente en las calles. El mayor movimiento se percibe en los bares cercanos a la plaza donde se encuentra la Casa Consistorial, como reza en el letrero de entrada al edificio.
Allí nos espera Miguel Martínez, concejal socialista de Turismo, Festejos y Patrimonio. Su despacho, en la planta alta, está climatizado con calefacción, más que necesaria cuando el frío se cuela en la estancia. El gobierno local es consciente del principal reto al que se enfrenta el pueblo: retener población y no seguir retrocediendo. Según el padrón actualizado del INE, La Puebla de los Infantes ha perdido 39 habitantes en un año. Actualmente cuenta con 2.966. Desde hace tres ejercicios no se alcanzan los 3.000. “De media, cada año el número de fallecidos supera en una decena a los nacimientos”, abunda.
Lugar de retiro
Fuera sigue lloviendo. Una llovizna que recuerda la del norte de España. Poca agua y pegajosa. Huele a leña. Un pequeño paseo evidencia la realidad de la comarca. Apenas hay jóvenes en sus calles. Y no porque sea horario laboral, sino porque la mayoría, cumplida la mayoría de edad, emigran. Sacramento lo hizo con cuatro años. Sus padres se fueron a Cataluña a trabajar. Allí ha permanecido hasta que pasados los 60 años se jubiló. Decidió entonces volver a su localidad natal. Lo hizo con su hermana Elisa, "catalana cien por cien", pues nació en aquella tierra.
"De aquí no nos movemos más", rafitican ambas al unísono. "Sólo volvemos a Cataluña cuando queremos ver a la familia", refiere Sacramento. Los motivos de este regreso indefinido, la calidad de vida que ofrece este pueblo serrano. Valores que se concretan en la tranquilidad, la naturaleza y, muy especialmente, el coste de residir en él. "Con mi pensión de viuda -explica Elisa- no tenía para pagar el alquiler de un piso con un dormitorio, me hacía falta dinero. Aquí sí me da para vivir con cierta comodidad". El alquiler en Cataluña (residía desde que se casó en un municipio costero de Tarragona) superaba los 700 euros mensuales. Su hogar disponía de lo mínimo. En La Puebla, en un inmueble más amplio, paga menos de la mitad.
Sacramento se vino con su hijo, de más de 40 años. Abrió una tienda de golosinas y aquí permanece. "Le dije que, con su edad, no me hubiera quedado a vivir aquí. Es un pueblo para personas que ya están jubiladas, como mi hermana y yo", admite.
El asidero turístico
Junto a ellas se encuentran "dos cucharras de pura cepa". Es uno de los gentilicios del pueblo. "El otro es puebleños", precisa el concejal de Turismo. Mariloli nunca se ha ausentado de La Puebla de los Infantes. Ha permanecido toda la vida aquí, trabajando en el campo, el principal motor económico. Un empleo temporal. La industria con mayor peso relacionada con el sector es una cooperativa de aceite, que en temporada de recogida de la aceituna llega a contratar 30 personas. Junto a esta fuente de riqueza se encuentra el turismo, especialmente los fines de semana.
La localidad cuenta con 45 alojamientos turísticos legalizados, el doble que Cazalla de la Sierra, según señala Martínez. Luego existe otro listado de viviendas que ofrecen el mismo servicio, pero sin estar dadas de alta para desarrollar tal actividad. La temporada de mayor afluencia es el verano, cuando acuden numerosos visitantes. La mayoría de estos inmuebles cuentan con piscina y barbacoa, reclamo para muchas familias. El turismo que tanto devora los cascos antiguos de la ciudades es aquí un asidero al que se aferra la población más joven. "Generan empleo, pues cuando hay que realizar una reforma o labores de limpieza, las acometen gente de aquí", señala Martínez.
Uno de los principales sectores beneficiados es la hostelería. "Aunque los visitantes vienen con víveres, raro es el día en que no se acercan a comer a alguno de nuestros bares", indica el edil. La Posada del Infante constituye todo un referente culinario del municipio. Aún se conserva el contrato de traspaso que el abuelo del actual propietario, Antonio Rodríguez, firmó en 1923, hace más de un siglo. Estos días preparan, con sumo detalle, las comidas navideñas. Además de cuidadadas elaboraciones como el revuelto de setas y el pastel de berejenas, este negocio siempre ha sido famoso por la casquería, tan demandada actualmente. Sesos, criadillas, riñoñes, mollejas... Para las fiestas ya está colgado el cartel de completo. No queda reserva libre alguna.
Nuevos proyectos
La Posada del Infante ofrece también servicio hotelero. Durante la semana registra un 30% de ocupación, especialmente por parte de trabajadores de la zona. En las casas rurales, tal porcentaje llega los fines de semana al 80% y en verano, al 100%. Para intentar atraer más visitantes, el Ayuntamiento plantea instalar en la antigua fábrica de aceite un centro de interpretación de la oleicultura. También se pondrá a punto el Museo de Artes y Costumbres de la localidad. Todo ello con la finalidad de crear trabajo que retenga población en el pueblo.
La apuesta más fuerte en este sentido y que más años lleva tramitándose es el desarrollo de un polígono industrial en la zona de El Ganchal. Con tal fin, ya se cuenta con una subvención de la Diputación, a través del proyecto Reto Demográfico, de Prodetur. Se está a la espera de la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que permita destinar tales terrenos a dicha actividad. La intención del Ayuntamiento es que las naves que lo integren puedan cederse o alquilarse a empresas a precio bastante asequible, a cambio de que se contraten trabajadores locales.
Martínez nos acompaña en un paseo por el pueblo, con un importante patrimomio. Los principales monumentos son la parroquia de la Virgen de las Huertas (uno de los mayores referentes devocionales de la comarca), la ermita de Santa Ana y la de Santiago, los lavaderos públicos del siglo XIX (los mejor conservados de la provincia) y el castillo medieval del siglo XIV, situado en lo alto del municipio, al que se llega por un laberinto de cuestas estrechas, bellamante decoradas por los vecinos con macetas. La soledad es la nota común de estas calles cuando el reloj aún no ha dado la una de la tarde. Ni un alma. Sólo nos topamos con un vehículo (a contramano) cuyos ocupantes transportan material agrícola.
"También vienen muchos visitantes a recorrer nuestros caminos rurales. Fuimos el primer pueblo de la provincia en disponer de un mapa de senderos de la Diputación", subraya el concejal de Turismo durante el recorrido. La pandemia –con sus restricciones de movilidad– se convirtió en una buena oportunidad para que los propios sevillanos conocieron esta localidad, la tercera Puebla de la provincia.
Sin Bachillerato
Pasamos por delante de Villa Emilia, casa señorial con fachada de ladrillo visto, diseñada hace un siglo por Aníbal González, otro de los atractivos de la localidad. En el domicilio de enfrente, por un amplio ventanal, se asoma Rosa Sánchez, cucharra que también emigró en su juventud. Al casarse, se fue a vivir con su marido a Córdoba. Allí ha permanecido 40 años, hasta que, ya jubilados, regresaron a La Puebla de los Infantes. Paco, su hijo veterinario, "está loco por venirse a vivir al pueblo", afirma a través de la reja de su casa, en la antigua calle Mesones.
Rosa confía en que a su nuera le den plaza de profesora en el instituto del municipio. Los jóvenes estudian aquí hasta cuarto de la ESO. Para el Bachillerato, lo habitual es que se matriculen en centros de Lora o de La Palma del Río, ya en la provincia cordobesa. Así le ocurre a la hija de Mariloli, que quiere estudiar Ingeniería. Es consciente de que dentro de poco tendrá que marcharse del pueblo para labrarse un futuro. El éxodo rural que sigue marcando la historia de España en este siglo XXI. La otra fuga del talento.
Las vecinas con las que hablamos están satisfechas con los servicios públicos del pueblo. Sólo lamentan la falta de pediatra y de otros especialistas sanitarios. Se tienen que desplazar a Lora. Por lo que respecta a las carreteras, están en buen estado. Este aspecto es en el que incide Martínez a la hora de explicar uno de los motivos que provocan la pérdida continua de población en la Sierra Norte los últimos 25 años. "La sangría demográfica no es tan grande en la Sierra Sur porque los pueblos en esa comarca están situados a pie de la A-92. Aquí hay que llegar por carreteras convencionales, puesto que una autovía en pleno parque natural es imposible", explica.
El relevo generacional
Sin embargo, para Lidia Díaz, presidenta de la Asociación Española contra la Despoblación, el disponer de unas buenas vías de comunicación no supone un factor fundamental para aumentar el número de habitantes. "Tenerlas siempre es positivo, pero se trata, en todo caso, de un condicionante puntual, para un determinado municipio, no general", detalla Díaz. Esta experta apunta a las causas que más influyen en la sangría que no cesa en la Sierra Morena de Sevilla: la falta de relevo generacional en la agricultura y ganadería, puesto que son las fuentes de riqueza de la comarca; y la ausencia de empleos que no sean autónomos.
Seguimos caminando. El aire de La Puebla de los Intantes trae al mediodía el presagio del almuerzo. El olor a guiso se entremezcla con el de las chimeneas. Las tabernas mantienen sus parroquianos. Jubilados y clientes cotidianos que han acabado la faena en el campo. En las casas son fechas de preparativos. De hacer acopio. En pocos días, volverán para celebrar la Navidad antiguos vecinos y los familiares de los que aquí se quedaron. Hijos pródigos de la Sevilla vacía.
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