Trabajando sin sueldo 15 meses

Utrera

Antonia Durán y Encarnación Lucenillas, camino de los juzgados de lo Social.
Antonia Durán y Encarnación Lucenillas, camino de los juzgados de lo Social.
Trinidad Perdiguero

26 de diciembre 2012 - 05:03

Antonia Díaz no ocultaba sus nervios el 18 de diciembre, antes de los juicios por demanda de cantidad -la última nómina que cobró fue en agosto de 2011- y por extinción de contrato con Produsa, sociedad de desarrollo de Utrera, en concurso de acreedores. Es una de los dos trabajadores que quedan (nueve fueron despedidos tras rechazar el juzgado un ERE, dos salieron con acuerdos) sin internet ni teléfono apoyando al administrador concursal. A sus 50 años y pese al páramo del mercado laboral, quiere irse, dejar atrás meses de frustración, "machacada emocionalmente". La arropan varios compañeros. Como Encarnación, 53 años, 23 en Produsa, desde su fundación, personal laboral fijo desde 1998 hasta su despido. Son ejemplo de muchos trabajadores de empresas que han sido un brazo más de los ayuntamientos pero las primeras en caer con la crisis. La reducción de ingresos urbanísticos junto a la tardanza de los políticos al tomar la decisión de cerrarlas o darles otro enfoque han llevado a un final desastroso: deudas y trabajadores que tienen que esperar a juicios que se demoran. En octubre de 2011 el Ayuntamiento de Utrera trasladó una subvención a Produsa para intentar pagar las nóminas, pero fue embargada por la deuda con Hacienda y Seguridad Social. Las cuotas no se pagaban desde 2008. La plantilla cree que ha habido mala gestión. Utrera no es uno de los ayuntamientos que están peor.

"Por muy mal que vaya la empresa no se puede tener a la plantilla meses sin cobrar y sin que pueda buscarse la vida", dice Antonia, personal administrativo de Produsa, el que se siente el más perjudicado. En casa sigue trabajando su marido, tiene una empresa en la que ha empezado uno de sus hijos de 26 años. La mayor está independizada. Pero han tenido que ajustarse a un presupuesto que es la mitad de lo que fue y sobre el que habían planeado su vida. "Voy a buscar trabajo", dice aunque admite que renunciaría para que lo hallara su otro hijo, informático en paro. También la arropa José Rodríguez, aparejador, en Produsa desde 1994. "La sociedad nace para dar flexibilidad al Ayuntamiento, actuábamos por su encargo y hemos seguido haciendo una labor cuando han caído los ingresos urbanísticos". Él ha pedido la subrogación en el Ayuntamiento. Dicen sentirse abandonados hasta por los compañeros municipales. "No tenemos concurso oposición, pero hemos hecho exámenes, nos hemos ganado a pulso el empleo, no ha sido un regalo", insisten.

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