Estudiar con discapacidad: sin profesor de apoyo para culminar el Bachillerato
Sanlúcar la Mayor
La madre de una estudiante con discapacidad motora censura que la Junta le haya denegado ese respaldo, aduciendo que ya no cursa enseñanzas obligatorias
El propio instituto ha advertido que supondrá frenar el proceso de aprendizaje de la estudiante, que sí tiene buena capacidad intelectual
“Después de 17 años de lucha y teniendo claro que ella quiere seguir estudiando, no puedo consentir esto”. Con estas palabras y emoción contenida, Ana Herrera, madre de Ana Jurado –una joven de 20 años con parálisis cerebral, que afecta a su movilidad pero no a su capacidad intelectual y que se comunica con un ordenador que maneja con la muñeca izquierda– deja claro que no va a tirar la toalla en su empeño.
Está luchando porque su hija cuente, también en el último curso de Bachillerato que debe iniciar en unos días, con el recurso de apoyo curricular en el área de comunicación que ha tenido durante el resto de su etapa en el instituto: un profesor que la acompañe en las clases y se coordine con los docentes para adaptar contenidos, ayudar a Ana a comunicarse y examinarse para sacar sus estudios, como ha logrado de forma solvente, aunque, por sus circunstancias, dedicando dos años a cada curso.
A pesar de que el IES Lucus Solis, de Sanlúcar la Mayor, había vuelto a solicitarlo, la Consejería de Educación se lo ha denegado esta vez. La madre recibió el dictamen definitivo, tras un recurso que presentó el propio instituto, el lunes, con el argumento de que Ana ya es mayor de edad y cursa una enseñanza no obligatoria. Pero sí tuvo ese apoyo curricular en el primer curso de Bachillerato, en las mismas circunstancias. Sólo le queda asistir de oyente.
La plaza de apoyo que tenía Ana se ha destinado ahora a un alumno con discapacidad auditiva que inicia cuarto de la ESO en la línea científico-tecnológica, distinta a la que ha elegido otro compañero con el que compartía hasta ahora profesor de apoyo.
En el escrito en el que el centro recurrió la decisión inicial de la Junta, en junio, se recuerda que esta alumna “se ha beneficiado del recurso del apoyo curricular durante los dos cursos que lleva en Bachillerato, por lo que no se entiende que ahora, cuando más lo va a necesitar, no lo vaya a tener” y se incide en que “supone frenar su progreso en el proceso de enseñanza-aprendizaje”, con una discapacidad motora del 85%: no anda, tiene poco control del tronco y no tiene movilidad tampoco en brazos ni piernas, ni lenguaje verbal, pero sí “buena capacidad intelectual”.
Fuentes de la Delegación Territorial de Educación consultadas han confirmado que ese recurso que ha tenido y que se reclama todavía para Ana no está previsto para Bachiller, sino para enseñanzas obligatorias.
Añaden que si con anterioridad pudo disfrutar el mismo fue porque no había otro alumno que lo requiriera en ese centro para la enseñanza obligatoria, algo por lo que incluso debería felicitarse, apuntan. “No se le ha quitado nada, porque la alumna se estaba beneficiando de un recurso sin tener que hacerlo”, han reiterado las fuentes.
La joven sólo podrá contar con una monitora (Profesional Ténico de Integración Social, PTIS), pero compartida con el colegio de educación Infantil y Primaria de al lado, con lo que estará con ella sólo unas horas, ni siquiera para toda la jornada escolar, y dependerá de sus compañeros para desplazarse y para todo, según lamenta la madre.
“A ella le gusta estudiar y le gusta ir al instituto, todo el personal la quiere en el centro”, señala Ana Herrera, que trabaja de limpiadora, forma junto a su hija una familia monoparental y recuerda los días difíciles durante el confinamiento.
“¿Es que para acceder al Bachiller no tienes que tener ninguna discapacidad?”, se pregunta ante los argumentos de la Junta.
De momento, ha contactado con los distintos partidos políticos de Sanlúcar buscando apoyos. Públicamente, se ha comprometido con su lucha, Raúl Castilla, del PSOE local, quien ha destacado que “la igualdad de oportunidades siempre hay que garantizarla ymás a quienes más lo necesitan”.
También la está respaldando la fundación Antonio Guerrero y numerosos vecinos de Sanlúcar. Ana madre recuerda que inició esta lucha ya en Primaria, cuando le sugerían llevar a su niña a un centro de educación especial. Fue logrando recursos que parecían novedosos en esos centros y de los que se beneficiaron otros niños después, por lo que dice no estar dispuesta ahora a renunciar, tan cerca de que su hija complete el Bachillerato, una meta volante más. Porque Ana (hija) aspira a seguir estudiando.
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