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La Policía registra por última vez el piso de la familia intoxicada

La juez, que espera que Toxicología elabore su informe de los cuerpos, autoriza la limpieza y desinfección de la vivienda.

La entrada del bloque de la calle Pesadora en el que residía la familia Caño Bautista, ayer por la mañana.
Fernando Pérez Ávila

17 de enero 2014 - 05:01

La Policía Nacional registró este jueves por última vez la vivienda de Alcalá de Guadaíra en la que fallecieron tres miembros de una familia por una intoxicación, el pasado 14 de diciembre. La juez que investiga el caso ha ordenado que se proceda a la desinfección y limpieza de la vivienda de la calle Pesadora en la que residía la familia Caño Bautista. Antes de autorizar la limpieza del piso, la juez pidió a la Policía Nacional que hiciera una última inspección para comprobar que no se eliminaría ninguna prueba.

Esta orden de la magistrada responde a una queja de los vecinos, que habían puesto de manifiesto el mal olor que expelía piso en las últimas semanas. Después de las muertes, se cortó la luz eléctrica en la vivienda y los alimentos perecederos que se guardaban en la nevera se han descompuesto, por lo que se hacía necesario proceder a una limpieza a fondo de la casa.

Mientras tanto, la juez está a la espera del informe del Instituto Nacional de Toxicología sobre los cuerpos de las víctimas, que aún no ha sido concluido ni, por tanto, remitido al juzgado. Los análisis de vísceras y restos no han conseguido identificar, un mes después, la sustancia que mató a Enrique Caño, de 61 años, Concepción Bautista, de 50, y la hija mayor de ambos, de 14. Ninguno de los análisis practicados hasta ahora ha podido identificar el causante de la muerte, por lo que los expertos se inclinan hacia una sustancia volátil, como un plaguicida o fungicida, una fosfina, que tras causar sus efectos mortales se degradó en otra sustancia sin toxicidad.

Hasta ahora, los únicos resultados se han podido obtener descartando otras sustancias venenosas como metales pesados o cianuro y los expertos se encuentran a la espera de concluir esos análisis por exclusión. Es posible, por tanto, que las diligencias abiertas por el juzgado número 3 de Alcalá de Guadaíra acaben archivadas sin causa conocida.

Por la sintomatología y rápido fallecimiento, los expertos descartaron una toxiinfección alimentaria y se inclinan por un envenenamiento químico, aunque también se desconoce si lo ingirieron con la comida o fue mediante alguna otra vía, como la inhalación. En el domicilio se encontró la etiqueta de un producto utilizado en secaderos de jamones que es otra de las hipótesis abiertas en la investigación.

Los investigadores descartan desde los primeros días el suicidio u homicidio y se inclinan por la posibilidad de que la familia pudiese haber introducido el producto por error en los alimentos que cenaron. El padre de familia dio aviso en dos ocasiones a lo largo de la noche del día 13 y la mañana del 14 a los servicios de emergencia sanitaria por los síntomas que presentaban él mismo, su esposa y su hija.

La Fiscalía de Protección de Menores abrió un expediente sobre la tutela de la otra hija del matrimonio, que fue otorgada a otra hermana mayor de edad, residente también en Alcalá de Guadaíra y fruto de un matrimonio anterior de su padre. El relato de la superviviente avala la teoría de la intoxicación por accidente. La menor fue interrogada el pasado día 9 por la juez y la fiscal del caso relató las horas previas a la muerte de su familia, tras la cena del 13 de diciembre.

La menor superviviente salió aquella tarde y no cenó con su familia, que tomó cazón en adobo y flamenquines, porque esa comida no le gustaba. Cuando regresó a casa se hizo un bocadillo de jamón, de ahí que no presentase ningún síntoma. La niña relató lo sucedido luego a lo largo de la noche, cuando sus padres y hermana comenzaron a vomitar y a sentirse mal y llamaron dos veces a los servicios de emergencias.

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