La Policía imputa cuatro robos con violencia a uno de los atracadores
Juan Marcos G. J. ha pasado esta tarde a disposición judicial · En principio no se le imputa delito de homicidio
La Policía Nacional ha imputado cuatro robos con violencia a Juan Marcos G. J., uno de los atracadores de la sucursal de Cajasol en San Juan de Aznalfarache. El asaltante, que ha pasado a las 17:30 horas a disposición judicial, ha sido imputado por cuatro atracos con violencia, dos en Camas y dos en San Juan de Aznalfarache. En principio no se le imputa delito de homicidio.
Su cómplice, Francisco R. G., de 49 años, que tiene 16 detenciones anteriores, continúa ingresado en estado grave en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Virgen del Rocío, adonde fue trasladado tras recibir dos balazos en el pecho cuando intentaba huir. Este segundo atracador no pasará, por tanto, a disposición judicial hasta que su estado de salud lo permita.
Mientras, el laboratorio de Balística de la Policía Nacional continúa analizando el proyectil extraído a Concepción Barreiro, la mujer que falleció el pasado viernes tras recibir un disparo durante el atraco, para tratar de determinar el origen del mismo, ya que este extremo es fundamental para la investigación.
Las primeras pesquisas policiales apuntan a que el disparo que acabó con la vida de la vecina pudo ser obra de uno de los policías locales que abrieron fuego contra los atracadores, a los que sorprendieron en el momento en que se disponían a abandonar la sucursal de Cajasol ubicada en la calle Antonio Machado del Barrio Bajo de San Juan de Aznalfarache.
En el lugar del tiroteo, la Policía Científica recuperó hasta ocho casquillos de bala que están siendo analizados para ver si se corresponden con las pistolas del calibre 7,65 milímetros que portaban los atracadores o con las armas reglamentarias de los agentes, que son del calibre 9 milímetros parabellum.
Una de las primeras teorías sobre lo que ocurrió consiste en que el proyectil que mató a la vecina rebotara en algún elemento urbano antes de alcanzar a la víctima, lo que explicaría que no hubiera un orificio de salida de la bala, puesto que un disparo directo tendría más potencia y podría atravesar el cuerpo.
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