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Ortega Cano casi triplicaba la tasa de alcohol permitida cuando se produjo el accidente

Los análisis de Toxicología arrojan una tasa de 1,26 gramos, cuando el límite legal es de 0,50.

José Ortega Cano, en el stand de su ganadería Yerbabuena de la VIII Feria Mundial del Toro, en 2005. / Juan Carlos Vázquez
Jorge Muñoz

29 de junio 2011 - 13:50

El análisis de la muestra de sangre extraída al torero José Ortega Cano el día del accidente ha revelado que presentaba una tasa de alcoholemia de 1,26 gramos de alcohol en sangre, lo que supone que el ex matador casi triplicaba la tasa permitida por la legislación vigente, que es de 0,50 gramos por litro en sangre.

Las muestras de sangre fueron enviadas por el juez de Instrucción número 9 de Sevilla al Instituto de Toxicología, que ahora ha remitido al juzgado el resultado de los análisis, que señalan que el torero dio positivo en alcoholemia.

Según el informe toxicológico, la muestra de sangre del torero -que fue recogida en el hospital Virgen Macarena a su llegada la noche del 28 de mayo-, presentaba una tasa de alcohol en sangre de 1,26 gramos por litro, por lo que casi triplicaba la cantidad permitida. En la actualidad, el límite legal permitido se sitúa en 0,50 gramos por litro en sangre o en 0,25 miligramos por litro en aire espirado.

El resultado de estos análisis contrasta, no obstante, con las apreciaciones que el mismo día del accidente tuvieron los guardias civiles que atendieron en un primer momento al torero, que no pudieron hacer la prueba de alcoholemia porque el interés prioritario era salvarle la vida, pero que señalaron que no vieron síntomas de que Ortega Cano se hallara bajo los efectos del alcohol. A la misma conclusión habían llegado los sanitarios que asistieron en los primeros momentos al matador antes de su traslado al hospital.

En cualquier caso, el servicio de emergencias del 112 recibió hasta tres llamadas de personas que alertaban de que un coche como el de José Ortega Cano circulaba de manera temeraria por las calles de Burguillos y por la carretera que une este municipio con Castilblanco de los Arroyos. Las llamadas se produjeron entre las diez y cuarto y diez y media de la noche del sábado 28 de mayo, hora en la que se produjo el accidente que le costó la vida a Carlos Parra, de 48 años y vecino de Castilblanco, y que mantiene al torero debatiéndose entre la vida y la muerte en el Hospital Macarena.

Ortega Cano podría haber estado esa tarde en un hotel de Burguillos -precisamente en el que trabajaba la víctima del accidente- presenciando la final de la Liga de Campeones entre el Barcelona y el Manchester United. Una vez terminado el partido, el diestro se disponía a regresar a su finca Yerbabuena, en Castilblanco.

Quienes lo vieron subirse al coche alertaron de que no se encontraba en condiciones para conducir. La primera llamada, realizada por un vecino de Burguillos que se identificaba como tal, decía que el coche circulaba presuntamente de forma temeraria por el casco urbano de este municipio. Las otras dos llamadas previas al accidente habrían sido realizadas por personas que se cruzaron con el coche de Ortega Cano en la A-8002, la carretera que une Burguillos y Castilblanco y, por tanto, tuvieron menos tiempo para poder retener detalles como la matrícula del vehículo del torero.

Una de estas personas habría estado a punto de chocar con el Mercedes 320 de Ortega Cano en la misma carretera en la que se estrelló unos kilómetros más adelante, pero logró esquivarle llevando el coche hasta el borde de la calzada. La tercera llamada sería la de otro conductor que circulaba por la misma vía y aseguraba que un coche oscuro, din dar más detalles, circulaba presuntamente haciendo eses.

El 112 recibió una última llamada, en la que otra persona alertaba de que se había producido un accidente muy grave entre el Mercedes 320 de Ortega Cano y el Seat Altea de Carlos Parra a la altura de la urbanización la Colina. Desde el principio se apunta a una velocidad inadecuada como causa del accidente, en el que el vehículo del torero invadió el carril contrario.

Al diestro no se le practicó la prueba de alcoholemia ni en el lugar del accidente ni en el hospital, puesto que la prioridad de los agentes que intervinieron fue en todo momento la de rescatarle del coche en el que había quedado atrapado y salvarle después la vida, para lo que se precisaron varias transfusiones de sangre.

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