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José González Medina lleva 11 años viviendo una pesadilla. El 26 de mayo de 2003 fue la última vez que vio a sus hijos. Entonces, el mayor era un niño y la menor, un bebé. Ahora, el varón es ya mayor de edad y la más pequeña ha cumplido 13 años. Todo fue fruto de una denuncia de su ex mujer por malos tratos y violación, cargos de los que lo absolvió el Tribunal Supremo en 2009.
Durante ese periodo, y por acuerdo del Juzgado de Primera Instancia número 4 de Dos Hermanas (localidad en la que vivía el matrimonio), se decidió la suspensión del régimen de visitas mientras se resolvía el proceso penal, al que se unía el civil de divorcio. Sin embargo, tras la sentencia del Supremo todo ha seguido igual. Ni el fallo de la Audiencia Nacional en junio de 2013, que exigió que a González Medina se le indemnizara con 50.000 euros por "el mal funcionamiento de la Administración de Justicia", ha hecho posible que esa relación se recupere.
"Ni ese dinero ni cualquier otra cifra serviría para compensar el enorme sufrimiento de este padre". Estas palabras las expresa el abogado Luis Romero, quien ha defendido la causa de este vecino de Dos Hermanas. Su despacho consiguió que no pisara la cárcel, pero aún queda el reto más difícil: que González Medina vuelva a ver a sus hijos. Este letrado hace responsable de la situación no sólo a la ex mujer por "inculcarle" a sus hijos el odio hacia el padre, sino también al citado juzgado, a la Fiscalía y al equipo psicosocial por no haber atendido las peticiones de su defendido y no poner las medidas necesarias para que dicho encuentro se produzca.
La única posibilidad que González Medina y su hijo mayor tuvieron de verse de nuevo, al cumplir éste los 18 años, acabó frustrada. Su hijo se negó a hablar con él. Las razones que expuso fueron las de ser "un mal padre", "no haberse acordado de su cumpleaños" y "no pagarle la manuntención", extremo que González Medina demostró que era falso al presentar las facturas de dichos abonos selladas por el banco. Esta documentación siguió sin convencer al hijo, que se aferró a la opinión de su progenitora para seguir sin creer al padre: "Si mi madre dice que no nos ha pasado dinero, yo la creo a ella".
González Medina no quiere que con su hija, que tiene ahora 13 años, le ocurra lo mismo. Pero el tiempo juega en su contra. La menor se niega a mantener un encuentro con él, algo a lo que -a juicio de sus abogados Luis Romero y Enrique Carrasquilla- ha contribuido la actitud "pasiva" del Juzgado de Dos Hermanas, la Fiscalía y el perito del equipo psicosocial que ha elaborado el informe, quien aseguró que su defendido tenía una personalidad "incompatible para ejercer como padre".
Por tal motivo, han planteado varias alternativas, como el cambio de perito para elaborar un nuevo informe, que se logre el encuentro con la menor a través de un centro de mediación familiar y una intervención terapéutica de padre e hija, pues es "imposible" que la niña guarde ningún mal recuerdo de él, pues sólo tenía dos años cuando su madre presentó las denuncias que luego se demostraron falsas. Todas estas peticiones están recogidas en un escrito que el letrado Luis Romero ha presentado al citado juzgado. En caso de que no se lleven a cabo, emprenderán acciones administrativas, civiles y penales contra los responsables de esta situación, "en las que se incluiría a la Consejería y al Ministerio de Justicia", afirmó el abogado.
En estos 11 años, González Medina, pese a todo lo sufrido, sigue creyendo en la Justicia y mantiene dos principios intactos: "Nunca denunciaré a mi ex mujer para no dañar a mis hijos y seguiré luchando por ellos mientras me quede un suspiro de vida".
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