Muere un piloto de paramotor al estrellarse en Montellano
El impacto calcinó tres coches y provocó el pánico del vecindario de la calle Cervantes
Falleció en el acto y sus restos quedaron irreconocibles. Del paramotor (un parapente con motor) que pilotaba sólo quedó la maquinaria. Era la una y media del mediodía y en la calle Cervantes de Montellano los vecinos se disponían a comer cuando se escuchó un estruendo fortísimo. No les sorprendió demasiado porque se temían lo peor. Casi todo el pueblo llevaba media hora viendo al aparato de color amarillo sobrevolar esta localidad. "Mi madre la vio desde el patio y se asustó", dice Pedro Serrano Padilla, 50 años, dueño de un Ford Fiesta, uno de los tres coches aparcados en la calle que quedó completamente calcinado por el impacto y la posterior explosión del motor de la aeronave, cuyos restos literalmente se evaporaron.
El paramotor cayó sobre el Peugeot 306 de color blanco propiedad de Juan Carlos Romero, el primero de los vehículos calcinados evacuados por el retén de bomberos desplazados al lugar de los hechos. El alcalde de Montellano, Francisco Salazar, interrumpió unas breves vacaciones en el Algarve para seguir de cerca los efectos del siniestro. La primera prioridad era, con ayuda de las Policías Judicial y Local, conocer la identidad del piloto fallecido. Una vecina tenía todas las certezas de que se trataba de su cuñado, pero prefería esperar la fatídica confirmación telefónica.
El cadáver del piloto fue trasladado al Instituto Anatómico Forense de Sevilla y para su identificación se cotejarán pruebas con el ADN de sus supuestos familiares y se seguirá la pista del número de código del motor en el registro que existe en Antequera. "Todos sospechamos de alguien que despegó de Ronda y no volvió", dice el alcalde. Esta hipótesis conduciría a un pancipelado, gentilicio de los nacidos en Montellano, que vivía en Marbella y había despegado de la pista de Ronda.
Sonia Gallardo, 20 años, vio el humo desde el supermercado en el que trabaja. Salió corriendo rumbo a su casa, en los impares de la calle Cervantes. Justo un minuto antes de que el aparato se estrellase contra el Peugeot, detrás había aparcado su coche Gabriel Gallardo, que venía acompañado por sus hermanas Esperanza y María y Carlos, su hijo de dos años y medio. "Se han salvado por un minuto. Ha sido un milagro".
Félix Ceballos, el único vecino de Montellano, aunque nacido en Coripe, que pilota este tipo de naves, con una de las cuales dio la vuelta a España en 22 días desde el Aero-club La Ina de Jerez, no se explica lo ocurrido: "Estos aparatos se pilotan solos. No sé qué le habrá pasado".
Pedro Serrano ve cómo se llevan hecho quincalla y mohína su Ford Fiesta. Cuando oyó el impacto estaba preparándose un zumo de naranja. "Mi madre quitó los fusibles y en vez de eléctrico me hice el zumo manual. Me lo tomé con un huevo frito y langostinos al ajillo". Algunas vecinas vieron al piloto hacerles señas para que se apartasen. "Parece mentira que en un momento así sólo pensara en evitar una tragedia mayor" [...] "De hecho ha caído en la calle, no en las casas", dice la esposa de José Moreno Campanario, enfermero que estuvo de guardia por la mañana. Francisco Moreno, su hermano, se enteró en la Peña Bética.
La Policía acordonó la calle Cervantes y los vecinos veían los efectos del siniestro en coches y fachadas desde la perpendicular calle Morón. Un bombero arrojaba el motor en el interior del Peugeot calcinado. Restos del último vuelo, la última visión del blanco de las casas y el verde de los pinos de la sierra de San Pablo, donde existe una pista para vuelos.
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