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Morón de la Frontera, hacia una base 'low cost'

Vecinos, empleados y antiguos trabajadores aseguran que la empresa norteamericana VBR busca ahorrar en costes laborales al aprovecharse de la crisis que atraviesa España.

Calle Sagasta en Morón de la Frontera. El comercio local también resulta perjudicado por los despidos en la base.
Diego J. Geniz

03 de agosto 2014 - 05:01

Lo que muchos municipios consideraron hace años como un magnífico yacimiento de empleo se ha acabado convirtiendo en una auténtica pesadilla para muchas familias. El desmantelamiento de los servicios civiles que prestan los vecinos de las localidades cercanas en la base aérea norteamericana de Morón de la Frontera vuelve a ocupar las páginas de los periódicos tras el anuncio a principios de semana de un nuevo expediente de regulación de empleo (ERE), el tercero desde 2010. El martes se conocerá el número de personas que perderán su trabajo, empleados que con una edad media que supera ampliamente los 40 años tienen complicada su continuidad en el mercado laboral.

Vecinos, antiguos trabajadores y personal aún activo en la base consideran que la empresa VBR (Vinnell-Brown & Root Spain), encargada de gestionar dichos servicios, se "aprovecha" de la situación económica que atraviesa España para abaratar los costes laborales y mantener una base militar "a bajo precio".

Son las diez de la mañana del último día de julio. La calle Sagasta, en Morón de la Frontera, es un continuo ir y venir de personas. Se trata de la principal vía comercial de este municipio, considerado la puerta de la Sierra Sur sevillana. La mañana está fresca y nublada, razón por la cual en el bar Retamares aún no se han echado los toldos. En una de las mesas altas que hay en la puerta conversan Jorge Cruces, vecino de la localidad, y Juan Cocinero, antiguo trabajador de la base aérea afectado por el ERE del año pasado, con el que se despidió a 66 personas, la mitad de la cuales viven en Morón.

A Juan lo pusieron "en la calle" con 55 años. Le comunicaron que estaba incluido en el ERE el 18 de septiembre de 2013, "sin previo aviso". Entró a trabajar allí en 1990, antes de la Guerra del Golfo. Cuando estalló el conflicto bélico lo hicieron fijo. Hasta el año pasado desempeñó su cargo como mecánico, reparando vehículos. Su horario laboral era de 8:00 a 15:00. Ganaba un sueldo mensual de 1.400 euros, a lo que había que añadir los 500 euros por las guardias que realizaba, una cada tres meses. Casi un año después se encuentra en el paro, con una familia numerosa donde ningún miembro trabaja y teniendo que hacer frente a los "costosos" problemas de salud que sufren su mujer e hijas.

Aunque muchos vecinos aseguran que ya no pasan tantos aviones como antes por el cielo de Morón, este antiguo empleado insiste en que la actividad "se ha incrementado". "Es falso que ya no hagan falta tantos trabajadores, pues se sigue contratando a gente, pero con un coste más reducido, que es lo que busca la VBR", mantiene Cocinero, para quien hay dos fundamentos que explican los tres ERE que viene sufriendo la plantilla española desde 2010: "Por un lado, existe una directriz en las fuerzas aéreas estadounidenses por la cual se quiere prescindir de todo personal que no sea norteamericano en la zona de pista ante el temor de un posible sabotaje. Pero también han aprovechado la crisis que sufre España para abaratar los contratos".

Según este moronense, "aunque muchos marines americanos realizan las funciones que antes desempeñábamos los españoles, la VBR están contratando a antiguos compañeros que fueron despedidos en los ERE pero en peores condiciones laborales". De esta forma, Cocinero afirma que a "algunos" los llaman para cubrir bajas "que realmente no son tales pues no ocupan el puesto de la persona ausente" y les hacen contratos temporales de "dos o tres meses" y con un sueldo "inferior" al que tenían antes. Este antiguo trabajador hace uso de un término anglosajón muy puesto de moda desde que estalló la crisis para explicar el objetivo principal que persigue la compañía americana: "Hacer del aeródromo una base low cost".

Sin embargo, tanto para Juan Cocinero como para su vecino Jorge Cruz no toda la responsabilidad recae en VBR, sino que también culpan a Usafe (las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en Europa) de "eliminar personal fijo y cubrirlo con subcontratas mucho más baratas". Jorge Cruz va más allá en estas acusaciones. Este moronense, implicado en muchas iniciativas para mejorar el estado de la localidad, asegura que el Gobierno central y la Junta "han dado la espalda" a los empleados de la comarca que han sido despedidos de la base. "Nadie quiere plantarle cara a los norteamericanos, ni Rajoy ni la señora Díaz", apostilla Cruces.

La mañana entra en mediodía. En el bar Retamares se apuran los últimos cafés y aparecen las primeras cervezas. Varios vecinos se acercan a la tertulia de estos dos moronenses, entre ellos, otro despedido por VBR en el ERE de 2013. No quiere hacer declaraciones pues tiene expectativas de entrar en la plantilla de una empresa vinícola con sede en el municipio. La base de EEUU no ha sido tan fructífera económicamente para Morón como se piensa. Así, al menos, lo afirma Cruces: "No crean riqueza, sino que destruyen empleo. Esta situación han de planteársela los políticos, pues estamos haciendo un revival de Bienvenido Mr. Marshall".

En una mesa cercana Juan Carlos Hernández toma un cortado. Otro cliente de Los Retamares que no permanece ajeno a la conversación sobre el ERE en la base, uno de los temas más recurrentes en la localidad estos días. Incide en lo expuesto antes por Cruces. "Si suplen a españoles por americanos, éstos no dejarán ningún dinero en Morón, pues en la base tienen supermercados, hoteles y otros negocios en los que gastar. No les hace falta salir de allí", explica Hernández, quien tiene "amigos" en la base que se han "salvado" de los ERE y otros que no han tenido "tanta suerte". "Lo más complicado es que con una media de edad de 42 años encuentren trabajo, pues por lo general son personas que, pese a los años de experiencia, tienen baja cualificación académica", añade.

El nublado matinal da paso a un sol aún tímido que asoma por las calles de El Coronil, otro de los municipios afectados por los despidos de la base. La Peña Bética de la localidad es centro de tertulianos que degustan los tomates aliñaos que a esa hora colmatan la barra del bar. El tema de conversación hoy son las temperaturas tan benévolas de este verano. Cerca de allí se encuentra una vecina que trabaja de administrativa en la base. Por ahora no teme al nuevo ERE del que se conocerá el número de afectados el próximo martes. Su departamento no entra, "en principio", en este expediente, "aunque nunca se sabe". Aún recuerda cuando la base contaba con más de 500 empleados españoles.

En el ERE de 2013 salieron cinco coronileños. Uno de ellos es un vecino de 56 años, cliente habitual del Edén, un bar de decoración árabe. Su percepción de futuro es muy pesimista: "Veo fatal el porvenir para los españoles que trabajan en la base. En mi departamento salimos cinco vecinos y han entrado ocho americanos. De aquí a tres años sólo habrá estadounidenses". Este antiguo empleado no quiere identificarse ni se deja fotografiar. Prefiere seguir su conversación en la cafetería sobre los últimos fichajes en el fútbol, pues hablar de la base es hacerlo de un pasado donde ya no se atisba futuro.

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