A raíz de la película de Alberto Rodríguez Isla Mínima se han ideado rutas turísticas por unos caminos aún por explorar, un laberinto de canales, brazos y cortas que han redibujado en los últimos dos siglos el trazado del Guadalquivir y han sacado a flote ahora un paisaje insólito. El film se rodó, además de en la Isla Mínima, en las marismas del Guadalquivir, campos de arrozales, poblados casi abandonados e infraestructuras hidráulicas con mucho potencial para la industria del cine.