La Guardia Civil investiga la muerte de un joven en zona de poco tránsito
Joven muerto en La Algaba
Una vecina de El Aral, barrio de La Algaba, dio la voz de alarma al encontrar al joven "tirado y herido"
La Benemérita acordonó la zona y el hecho está bajo secreto de sumario
La voz de alarma la dio una vecina. En El Aral, barrio de La Algaba, un joven que estaba “tirado en el suelo y herido”, palabras de Emergencias 112, de unos veinte años de edad, finalmente falleció. La Policía Judicial de La Rinconada se ha hecho cargo del hecho, que está bajo secreto del sumario. A la víctima, de la que no se facilitó su identidad, se le practicó la autopsia en el Instituto Anatómico Forense. La víctima no era vecina de La Algaba.
El Aral es un barrio con hechuras de pedanía. En la confluencia de las calles Virgen de las Nieves y Virgen de los Reyes, un control de la Guardia Civil impedía el acceso de la gente, “tengo que ir a la nave de un herrero y no me dejan entrar”, decía un joven. Un canalillo de riego separa la zona habitada de unos solares y edificios que en su mayoría, según los vecinos, están habilitados como naves para el almacén de tractores, aperos de labranza y animales.
Sólo una de esas naves está ocupada por una persona a la que se refieren sin mucha precisión la mayoría de los vecinos con los que habló este periódico. “Si nos tienen que relevar es que va para largo”, decía una agente de la Benemérita que con su compañero se encargaban de cerrar el paso a personas y vehículos, con la única excepción de los miembros de la policía científica.
“Yo he subido esta mañana a tender la ropa y he visto el movimiento de coches y de guardias civiles”, decía un joven que vive en la calle Virgen de las Nieves. La mujer se oculta tras la toalla del Betis de su hijo para no salir en la foto. “La verdad es que se oyeron ruidos, pero cuando escuchamos jaleo no salimos y si nos enteramos no decimos nada”.
“Algo tiene que ser porque no se mueven de ahí”, comenta una señora que barre la puerta de su casa. El vaivén de coches de la Guardia Civil es constante. “Son naves como la que yo tengo”.José abre la suya y muestra el tractor y otros enseres en un espacio por el que se mueven tres perros. Le comenta a su vecina Francisca que “hace años encontraron a un tipo muerto dentro de su coche”.
Un matrimonio pasea por la zona. Se enteraron al regresar del mercadillo de Guillena. A él no le dejaron entrar para recoger naranjas, ella cambió el itinerario del paseo que hace para regular el exceso de azúcar. “Anoche oímos como tiros. Me despertó mi nieto y me dijo: abuela, los cohetes de la Navidad”. Las heridas del fallecido fueron provocadas por arma blanca.
Otra vecina señala una ventana que da a la calle. “Es mi dormitorio, yo me quedo hasta tarde viendo La Copla y luego no hay quien duerma, entre la radio de mi marido y los ronquidos”. La calle es un ágora de rumores. “Esto está cada vez más revuelto”, comenta otra vecina, que con la voz baja se refiere a trapicheos de droga. “Siempre pagan los desgraciados, los peces gordo no. Al que tienen que coger no lo cogen. Tengo dos hijos y me da mucha pena que muera un chiquillo de veinte años”.
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